War Room

Los 6 errores que cometen los políticos gobernando

  • Las equivocaciones de los políticos, sin embargo, son más sonadas porque su exposición es mayor y porque sus consecuencias pueden repercutir en muchas personas

War Room: 6 errores que cometen los políticos gobernando.

Todos nos equivocamos e, inevitablemente, cometemos errores; son constitutivos de la condición humana. Las equivocaciones de los políticos, sin embargo, son más sonadas porque su exposición es mayor y porque sus consecuencias pueden repercutir en muchas personas. Existe un catálogo de errores comunes que suelen cometer los gobernantes y para el que los expertos encuentran una explicación.

Errar es de humanos, si bien en política los costes pueden suponer un abismo según sean errores tácticos o estratégicos. Algunos de los errores no tienen mayor trascendencia y se sufren en el círculo más íntimo; otros se solventan democráticamente en las urnas con cambios de gobierno. Es la gran ventaja de las democracias. Pero otros, como los de Hitler y demás dictadores, pueden tener consecuencias devastadoras para sus países e, incluso, para la humanidad.

Las personas que se encuentran en puestos de responsabilidad en los gobiernos saben lo difícil que es acceder al poder. En general, son personas inteligentes, con talento político y luchadoras, y cuando llegan a lo más alto, sin embargo, pueden cometer una serie de errores.

Estos son los más comunes:

  1. No investigar por donde camina la sociedad: algunos gobernantes creen que conocen la realidad, cuando lo cierto es que están construyendo su propia realidad con la información que reciben de manera sesgada. En política la investigación, cuantitativa y cualitativa, ha de ser una constante para tener los pies en el suelo. Además de acudir a la demoscopia, el contacto con las personas ofrece la información más valiosa que puede recibir un político. El planificador internacional y estratega Andy Rivas defiende un modelo de político “cien por cien callejero, que camine por los mismos lugares por los que camina un vecino”.
  2. Aislarse de la sociedad: es uno de los errores más comunes y, en palabras de Rivas, “a mayor nivel de poder, mayor es el aislamiento”. En su opinión, el gobernante crea un mecanismo de defensa emocional y mental que le lleva a rodearse de un círculo estrecho, normalmente condescendiente y que es premiado por su lealtad. “Cuando el político genera ese mecanismo de defensa reiterativo, es incapaz de escuchar opiniones o sugerencias profesionales, y entonces, a mi criterio, está acabado y no toma conciencia”. Por el contrario, el político inteligente y exitoso “es aquel que es capaz de escuchar sugerencias y críticas, y considerarlas”.
  3. Gobernar sin estrategia: un líder tiene que gobernar marcándose unos objetivos y trazando una estrategia para alcanzarlos. Lo contrario es navegar sin rumbo, sin saber de dónde se parte y a dónde se quiere llegar. Ser capaz de identificar lo que está por venir y crear el escenario adecuado distingue a un buen político de aquel que gobierna a golpe de efectos tácticos que a la postre no llegan a ningún puerto.
  4. Gobernar a corto plazo: todas las acciones tienen su consecuencia, y muchas de ellas son difíciles de ver porque tienen lugar después de algún tiempo. A veces en los gobiernos prima lo inmediato, lo urgente, y esto lleva a algunos gobernantes a descuidar los efectos que esas políticas cortoplacistas pueden generar en un plazo mediano y largo.
  5. Soberbia: Santo Tomás consideraba a este pecado capital como el rey de todos los vicios. Se trata de aquella actitud personal de quien se cree superior y, en consecuencia, trata con cierto desprecio a los demás. Tras esa arrogancia, algunos estudios han mostrado que, contrariamente a lo que parce, se encuentra una gran inseguridad y baja autoestima. Los gobernantes soberbios expresan de manera desmedida sus cualidades y sus fortalezas, y probablemente lo hacen por miedo a mostrar sus puntos débiles. Comprobamos la soberbia en política cuando el líder considera una traición pensar diferente (y expresarlo), por eso con demasiada frecuencia encontramos a gobernantes y políticos rodeados de aduladores.
  6. Olvidarse de la gente: en política las personas lo son todo; ponen y quitan gobiernos. Y, sin embargo, en muchos casos todavía se sigue haciendo política de salón mientras se descuidan las necesidades, las aspiraciones y los anhelos de la sociedad.

Poder, éxito y amenazas

El doctor en sociología Marcelo Bergman considera que la soberbia o la ceguera política no son errores, sino síntomas de un problema mayor. En un artículo publicado en La Nación cree que existen, al menos, tres razones fuertemente interconectadas que explican los comportamientos erráticos: el poder, el éxito y la amenaza.

En su opinión, cuanto mayor es poder del gobernante más probabilidades tiene de equivocarse, dado que los miembros de su equipo, en tanto que dependen de él para conservar sus posiciones, no se animan a enfrentarse cuando está cometiendo errores, especialmente si son estratégicos.

De otro lado, siguiendo a este mismo autor, cuanto mayor haya sido el éxito inicial, menor es la capacidad de ajuste a cambios severos. Se sienten “invencibles e implacables”, y no son capaces de percibir que las condiciones cambian. Ejemplo de la pérdida de reflejos y del consiguiente desgaste lo tenemos en un político brillante como Winston Churchill.

Por último, si existe probabilidad de derrota, el gobernante actuará con prudencia y atento a la voluntad general. Pero si por el contrario la amenaza del fracaso queda aún lejana, el gobernante comienza a desoír principios básicos del buen gobierno. Hacia adentro “se anula el debate y se gobierna con figuras de segunda línea”, y hacia afuera “se desoye el mundo exterior y se desprecia el pensamiento crítico”. En estos escenarios “la probabilidad del error aumenta”.

El error es consustancial al ser humano y a la política y sólo los “diseños institucionales fuertes”, según Bergman, pueden neutralizar “algunos de sus efectos tóxicos y lograr reducir el aislamiento y la miopía”. Tratar de minimizarlos es también una actitud personal. Como afirma Mario Edgar López Ramírez en su ensayo El error y la ilusión en política “la continua corrección, el continuo ajuste de las acciones políticas, el sentido de la oportunidad, el cambio oportuno de la estrategia, es la base del buen juicio político”.Más información www.charotoscano.com

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