EXPOSICIÓN

Un viaje al nacimiento de las películas

  • La muestra ‘Georges Méliès’ llega de la mano de Caixabank, Cajasol y el Ayuntamiento a la plaza 12 de octubre

Matilde Valdivia, Gabriel Cruz, Sergi Martín y Juan Manuel Linares

Matilde Valdivia, Gabriel Cruz, Sergi Martín y Juan Manuel Linares / Josué Correa (Huelva)

Entre el cinematógrafo de los hermanos Lumière y las películas que rodó George Méliès hay la misma distancia que existe entre quien inventó el pincel y quien pintó el Guernica. Unos pusieron la técnica, la máquina: el otro el talento y la imaginación. Una muestra auspiciada por Caixabank y la Fundación Cajasol y de la mano del Ayuntamiento de Huelva, nos acerca a la plaza 12 de octubre, la vida de un visionario que contaba historias con un invento recién nacido del que definió parámetros que todavía vemos hoy en las salas de cine o, como destacó el comisario de la muestra, Sergi Martín, en esa “transformación en individual de un acto colectivo, ya que las películas hoy se disfrutan en casa o en los dispositivos móviles”.

Juan Manuel Linares, director del área de Negocio de Caixabank en Huelva, destacó la coincidencia de la muestra con la celebración del Festival de Cine Iberoamericano y definió a la misma como “un magnífico ejemplo de colaboración entre capital público y privado”. Por su parte, Matilde Valdivia, delegada en Huelva de la Fundación Cajasol quiso destacar el “talento de Méliès y el despertar intelectual de un arte que demuestra que la cultura es una señal de identidad de los pueblos”. El alcalde de Huelva, Gabriel Cruz, hizo un canto a la “magia, la ilusión los efectos especiales, surgidos del talento de Méliès y que hoy forman parte de nuestra vida” y recomendó “visitar la muestra con entusiasmo”.

El ambiente de barraca de principios del siglo pasado, se ha conseguido imitar hasta en los olores a madera que rodean toda la muestra. Objetos entre los que destacan reproducciones de los cinematógrafos utilizados por el genio creativo de Méliès o una maqueta de su estudio, el primero que alumbró el Séptimo Arte y que tenía paredes transparentes por la necesidad de atrapar la luz para impresionar una película primitiva que precisaba esa claridad.

El cuarto de hora que dura la proyección de su mágico Viaje a la Luna, merece un descanso. La ingenuidad que transmite la generación de visitantes extraterrestres, de una nave espacial con forma de bala que se estampa en el ojo del satélite o de un amerizaje que después imitara el programa espacial Apolo, permite encontrar guiños a una sociedad muy alejada de la nuestra cuyos conocimientos científicos han superado lo que se observa en pantalla.

Méliès fue hijo de un fabricante de zapatos, mago, dibujante, actor, decorador y técnico cinematográfico. A sus películas les falta el movimiento de cámaras que tardaría más de una década en llegar y que supuso una reinvención del arte de la mano de David Wark Griffith. El cine de Méliès es más primitivo, pero en él se observan ingentes cantidades de talento.

Era el año 1900, tal y como recuerda un cartel a la entrada de la exposición y es allí donde nos transporta la muestra, a un mundo con todo por hacer, pero que daba más importancia al talento que a los medios. Una sociedad diferente, de la que el parisino fue uno de sus agitadores, de aquellos que asombraban a las multitudes, destinatarios de un arte que apenas había empezado a mostrar en lo que el siglo lo convertiría.Georges Méliès inventó el cine tal y como lo conocemos, o al menos parte de él; fue el primero que entendió que la gente necesitaba motivos para distraerse y todo su inmenso talento se puso al servicio de semejante tarea. Lo consiguió y la historia del cine supo recompensárselo con el reconocimiento como uno de sus pioneros. Hasta el 14 de diciembre de 12:30 (a las 11:00 los sábados domingos y festivos) a 14:00 y de 17:00 a 21:00, se puede vivir su propia historia.

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