La vela, una fuente de autonomía

Más de 25 alumnos aprenden a navegar en curso impartido por el Club Náutico Río Piedrasl en sólo ocho años El Náutico Río Piedras es una auténtica fábrica de campeones para la vela ligera de la provincia onubense desde que en el año 1992 la onubense Soraya Senao se hiciera con el Campeonato de Andalucía en Óptimist.

Jordi Landero / Cartaya

06 de diciembre 2010 - 01:00

"Adquirir autonomía personal en la toma de decisiones durante la navegación" es, en palabras de la vocal de Vela Ligera del Club Náutico Río Piedras, Isabel Martín, "lo que realmente engancha a los niños desde muy pequeños a participar como alumnos de la Escuela de Vela Ligera de nuestro club".

Con esta frase describe Martín el éxito que en los últimos años está obteniendo este centro náutico formativo que el presente curso cuenta con más de 25 alumnos de entre 5 y 14 años para el aprendizaje de las pequeñas embarcaciones de la clase Óptimist; y de entre 14 y 17 para las de Láser.

Un motivo que según uno de los monitores de esta escuela, Antonio Fuillerat, se complementa con "la enorme diversión que experimentan los pequeños aprendiendo a navegar ya que uno de nuestros principales objetivos se centran en intentar que, sobre todo los más pequeños, disfruten y se lo pasen bien sin pensar en las regatas y competiciones oficiales y en ganar títulos".

No obstante, esta escuela de vela, nacida en 1988, tan sólo 8 años después de la constitución del club que la alberga, el Náutico Río Piedras, es también una auténtica fábrica de campeones para la vela ligera de nuestra provincia desde que en el año 1992 la onubense Soraya Senao se hiciera con el Campeonato de Andalucía en Óptimist. Siguieron a ésta obteniendo títulos de vela ligera tanto a nivel autonómico como nacional jóvenes de nuestra tierra pertenecientes al equipo de regatas del club cartayero como Javier Cabeza, Abel Mario Márquez, Juan F. Fernández, Saulo Terrades, Cristina Conde, Jorge Ferrer, Manuel Cárdenas, Pablo Campoy, Francisco José García o Andrés Campoy, hasta llegar a Guillermo Flores, que inició su rosario de éxitos regatísticos en 2004 y al que aún quedan por delante muchas alegrías.

Y es que según Fuillerat, una vez que se enganchan a la práctica de la vela desde pequeñitos, con el paso de los años cuentan con la opción de meterse en el equipo de regatas del club para empezar a competir y a disfrutar de un deporte que pese a su marcado carácter individual, intentamos desde la escuela fomentar entre los más pequeños el espíritu de equipo para que aprendan a ayudarse y a trabajar conjuntamente en la medida de lo posible.

Pese a todo ello, Martín aún recuerda con nostalgia los inicios de la escuela, cuando, según sus propias palabras, sin monitores y con tan sólo con 3 ó 4 niños, "los soltábamos atados a cabos desde la orilla en sus pequeños Óptimist para que el viento no se los llevase muy lejos". Poco después -prosigue- se contrató al primer monitor de vela ligera, Baltasar Botella, para contar en la actualidad con un total de 5, Antonio Fuillerat, Samuel Redondo, Darío Cárdenas, Pepín Barrero y Joaquín Agís.

Actualmente, los pequeños reciben un total de 12 horas semanales de clase: 3 días a la semana en verano a razón de 4 horas por clase, y 2 en invierno a razón de 6 horas por clase. El principal objetivo por el que se puso en marcha esta escuela en su día, detalla Martín, fue "posibilitar que los pequeños disfrutasen de la navegación y del privilegiado entorno que ofrece la ría del Piedras en la que se encuentra la sede del club sin necesidad de recurrir a embarcaciones a motor o a remo debido a sus cortas edades". Pero la escuela creció muy rápidamente y en pocos años ya arrojaba muy buenos resultados tanto deportivos como en cuanto al número de alumnos.

Y es que para Martín, se trata de un deporte muy completo para complementar la educación de los niños porque desde los 5 años ya tienen que empezar a tomar decisiones por su cuenta a la hora de navegar. Además, también aprenden mucho sobre la gran cantidad de variables que intervienen en esta actividad como el ángulo del barco con respecto a la dirección del viento, el oleaje y el estado de la mar, las mareas, o la climatología, entre otros. A todo ello hay que unir las numerosas cuestiones puramente técnicas a la hora del manejo de la embarcación, las cuales van progresivamente aplicando a la realidad y las cuales, en definitiva, les hacen ser en el futuro personas bastante cualificadas y con muchas inquietudes.

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