Un vecino dice que Miguel Ángel conocía a su asesino y que éste era "del pueblo"

El responsable del supermercado asegura que Medina no estaba allí a la hora del crimen

La testigo Mari Carmen Caubera, ayer.
R. Rendón

15 de septiembre 2017 - 02:03

En la sesión de ayer de la vista oral que se sigue en la Audiencia de Huelva contra Francisco Javier Medina, el joven almonteño acusado de matar a cuchilladas a Miguel Ángel Domínguez y María el 27 de abril de 2013, se escucharon testimonios tan relevantes como el de uno de los vecinos de la vivienda en la que perecieron las víctimas, quien detalló que estaba escuchando música y hablando por teléfono con una amiga -la llamada se inició a las 21:44 y finalizó a las 22:02- cuando escuchó "ruido como de una discusión" que, a su entender, se produjo entre "dos personas del pueblo". Le pareció una pelea "de familia, era gente que se conocía".

El testigo, visiblemente nervioso y falto de memoria, tanto que la acusación llegó a preguntarle que si tenía miedo, al final se acabó remitiendo a sus declaraciones previas, en las que había indicado que la persona que discutía con Miguel Ángel era un hombre almonteño "por el tono de voz y la forma de expresarse" y que se proferían frases como "me tienes harto", "lárgate de aquí", "estoy cansado", "cállate ya". Lo que sí dijo el testigo ayer ante el tribunal del jurado es que la bronca "duró muy poco, como un minuto". Y que tras escuchar ruidos muy fuertes "después no se escuchó más nada, hubo silencio". La brevedad del incidente, explicó, hizo que "no le diera mucha importancia".

La niña quería ir a la pizzería a cenar y me fui porque ya estaba incómodo"

Otro de los testigos de la jornada fue la última persona que vio con vida a Miguel Ángel y María, Francisco José Castañeda. Narró que estuvo con ellos hasta cinco minutos antes de que terminara el partido de fútbol que estaba viendo con Domínguez en su casa, en torno "a las 21:35 ó las 21:40". Cuando los abuelos maternos entregaron la cría a Miguel Ángel aquella noche (21:30 aproximadamente), ella se sentó en el sofá "y jugaba con una maquinita". Castañeda dijo ayer que "la niña quería ir a la pizzería y me fui porque ya estaba incómodo".

Bajó la escaleras, cerró la puerta de abajo y fue a buscar su coche, que estaba aparcado cerca del bar en el que él y Domínguez habían almorzado con otros tres compañeros de trabajo. "Luego fui a casa" y no salió ni siquiera aquella noche de última sabatina en Almonte.

En el plenario participaron también como testigos el gerente B en aquel entonces del supermercado y el jefe de la tienda, quien certificó que Medina usaba guantes para que no se le resbalaran los yogures, que tenía pantalón de pescadero para cuando tenía que realizar esa labor (ya que era un trabajador comodín en la empresa) y que cuando el día de autos se despidió, como hacía habitualmente, de cada uno de sus trabajadores antes de marcharse a casa, no vio a Medina.

Otro de los compañeros de la superficie comercial, el carnicero, aseguró que Raquel Granados, exnovia de Medina, se encontraba con él limpiando la vitrina cuando los demás compañeros acabaron la jornada laboral.

No se controlaba la salida de la tienda ni el acceso a los cuchillos

Fran Medina es un hombre "normal, con carácter y temperamento fuertes", que podía llegar a enfadarse mucho. Mari Carmen Caubera era su amiga y también de Marianela Olmedo y trabajaba también con ellos en el supermercado de Almonte. Dice que no presenció episodios de agresividad del acusado en el trabajo, pero sí "se enfadaba, lo he visto subido" con compañeros o ladrones de la tienda. Ella certificó que "era fácil acceder a los cuchillos de la carnicería y la pescadería, antes no se controlaba; a raíz del suceso se controla todo mucho más", y que recuerda a Medina trabajando en la pescadería de forma puntual. Debía tener para ello, como todos los que pasaban por ese departamento, unos pantalones con perneras impermeables que no le han sido requisados en ninguno de los registros policiales. También, aunque no se debía, se podía salir de la tienda sin que hubiera control, afirmó. Los guantes, declaró, "tampoco se devuelven" una vez que ya no sirven. Se solicitan nuevos. Sobre la relación de Medina con Marianela, la mujer narró que él era "celoso" y que la tenía "anulada y controlada". La madre y esposa de las víctimas, dijo su amiga, le contó que "a Fran le gustaría casarse, que se lo planteaba, pero que ella era reacia porque ya se había casado y tenía una niña". Cada vez que Marianela pensaba en compartir el futuro con él, "el miedo que tenía es que con Miguel Ángel tenía estabilidad y tranquilidad y sabía que con Medina iba a ser muy diferente porque era muy celoso".

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