Lo que vale que se caiga una fachada

en el titán

lHay edificios que no la mantienen y la reconstruyen, lo que es una operación más económica

Existen casos en los que al final se han levantado bloques que nada tienen que ver con el original

En el antiguo Hotel París se puede ver la fachada reconstruida tras ser demolida junto a la otra mitad que conserva la original de 1907.
En el antiguo Hotel París se puede ver la fachada reconstruida tras ser demolida junto a la otra mitad que conserva la original de 1907. / E.J.S.
Eduardo J. Sugrañes

03 de diciembre 2016 - 02:04

El último edifico de Pérez Carasa que se perdió fue el de la calle San José. La única compensación es el compromiso de restituir su fachada y una multa. Según la Ley de Ordenación Urbanística de Andalucía la multa a imponer es en estos casos del cien al ciento cincuenta por cien del valor de lo destruido.

Lo cierto es que otros edificios que se eliminaron del paisaje urbano de esta ciudad, querida y maltratada, dejaron paso a nuevos bloques de viviendas y, en el mejor de los casos, reconstruyeron su fachada a modo pastelero. Permanecen así como alerta visual al ciudadano de lo que se dejó perder y de permanente castigo a aquellos políticos que lo consintieron.

La restauración, o mejor dicho pintado y adecentado del Pérez Carasa de la calle Berdigón, número 42, hizo mirar de nuevo el estado en el que se encuentran los edificios catalogados y analizar también el despiadado tratamiento sufrido por otros.

En un repaso de la Guía de la Arquitectura de Huelva, que publicó el Colegio de Arquitectos en 2002, se puede ver que todavía se mostraba el edifico completo, proyectado por Pérez Carasa en 1936. Seguía el mismo estilo que las viviendas gemelas de la avenida de Italia, 101 y 103, construidas al año siguiente. En la calle Berdigón desapareció una de estos edificios pareados. En su lugar, existe hoy adosado un bloque de viviendas que supera su altura y evidencia el mayor número de viviendas totales. Se pasa de bajo y primero a bajo, tres plantas y ático.

De este modo, es fácil pensar que al final compense que se caiga la fachada del edificio catalogado, pagar lo que estime el Ayuntamiento de sanción y seguir hacia adelante con el negocio inmobiliario con una promoción completamente distinta.

Hay otros casos igualmente sangrantes, esas fachadas que al final acaban en el suelo y luego son reconstruidas. Así se facilita muy mucho la edificación. Nada tiene que ver construir tras realizar primero el vaciado del edificio y trabajar en su interior manteniendo la crujía delantera. Eso es lo que hicieron, por ejemplo, en la restauración del edificio del antiguo Hotel París, en la plaza de las Monjas, obra de Francisco Monís, de 1907. Ocurre que como la propiedad estaba dividida en dos solo se restauró la mitad del edificio, por José Álvarez Checa, en 1992, incluso se recuperó el torreón y se compensó el esfuerzo con una planta ático más.

La otra mitad quedó para una posterior intervención, pero al final cayó la fachada y se levantó reconstruida, manteniéndose hoy una discutida restauración. Se hizo con el mismo volumen edificable, que se le concedió a la parte que recuperó el torreón y mantuvo la fachada intacta. No son muy equilibrados los tratamientos, en cuanto al esfuerzo que supone conservar la fachada. Algo tenía que hacer el Ayuntamiento al respecto para que estas cosas no ocurrieran.

En el conjunto de viviendas singulares de la calle Rábida, en su inicio en la esquina con la de la Paz, se fue al traste la fachada. No se mantuvo y se reconstruyó al estilo pastelero.

Así se podría seguir con otras actuaciones, como el edifico de la calle Pérez Carasa, esquina Vázquez López; el de la calle Palacio, números 7 y 9, o el de Gobernador Alonso, esquina Rascón.

Al final, la declaración de ruina de la fachada acaba con el patrimonio urbano de la ciudad.

Todo esto da mucho que pensar, pero no puede ser nada bueno. Ocurre que al final parece que, a los ojos de todos, a los que se les cayó la fachada resultaron más beneficiados que aquellos que optaron por mantenerla. Se acaba premiando a los que presuntamente dejan caer el edifico.

Es lamentable ver cómo en la calle Berdigón sólo se mantiene la mitad del edificio original, del que preocupa su situación a pesar de un lavado de cara que le hacía mucha falta.

Parece que esta situación va cambiando y la restauración que se realiza en la plaza de San Pedro, número 7, cuenta con una gran estructura para aguantar la fachada.

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