"Con la traducción me gusta descubrir a autores que no se conocen en España"
La traductora onubense ha visto reconocida su labor con el premio de la Asociación Española de Estudios Anglo-Norteamericanos por su trabajo sobre la obra 'Estallidos y bombardeos'
La Asociación Española de Estudios Anglo-Norteamericanos (Aedean) ha concedido a la onubense Yolanda Morató el premio a la mejor traducción de lengua inglesa a la española, por la obra Estallidos y bombardeos, de Wyndham Lewis que ha publicado la editorial Impedimenta. De este modo, la mencionada asociación reconoce la labor que esta joven onubense viene realizando en un trabajo arduo, no siempre bien reconocido y que conlleva una preparación casi exhaustiva.
-¿Cómo se introdujo en la labor de traducción?
-Empecé a traducir después de mi primer viaje a Inglaterra. Había comprado un libro de la poetisa Emily Dickinson y me preguntaba si sonaría igual de bien en español. Así empezó todo. Cuando traduces algo ya no puedes parar, es adictivo. Es curioso pero lo primero que publiqué fue una traducción inversa -del español al inglés-. Se trataba de unos relatos de Juan Bonilla en Salamander, una revista estadounidense. Salvo en contadas ocasiones, las cosas que he publicado no han sido encargos sino propuestas personales que he hecho a editores.
-¿Qué otras facetas le atraen a la hora de enfrentarse a una traducción?
-En la traducción una de las cosas que más me gustan es la labor de descubrimiento: encontrar a autores interesantes que no se hayan publicado en España y proponérselos a algún editor. Respeto muchísimo a los traductores que viven del oficio pero para mí sería imposible traducir a escritores que no me gustan. La traducción forma parte de mi vida y siempre estoy traduciendo algo.
-Se supone que uno de los requisitos para ser un buen traductor es poseer un gran dominio del idioma de origen, ¿cuál es el suyo del inglés?
-Estudié inglés desde que era muy pequeña y me lo tomaba muy en serio. Me parecía extraño que se pudiera aceptar con total naturalidad no entender otra lengua que estaba por todas partes: en las canciones que escuchaba y las películas que veía. La primera vez que fui a Inglaterra tenía 14 años y me enamoré del país. A los 20 me instalé allí. Durante los siete años que he vivido en Inglaterra y Estados Unidos he intentado siempre integrarme en la vida local y evitar las típicas comunidades españolas que hay en todas las ciudades extranjeras.
-¿Tiene experiencia en traducir de otros idiomas aparte del inglés?
-He estudiado otros idiomas como el alemán, portugués, italiano e incluso un poco de árabe pero sólo seguí adelante con el francés que aprendí cuando era adolescente porque tuve una profesora estupenda como Natalia Blanco. También he vivido y trabajado en Francia durante diferentes etapas de mi vida y he traducido tres obras de autores franceses: Perec, Barrès y Carco.
-Se da por sentado que el trabajo de traducción es duro y mal pagado. ¿Es así? ¿Lo compagina con otro?
-Hasta junio del año pasado trabajaba en la Universidad de Huelva. Ahora, con la crisis y la situación que vive la universidad española, es complicado encontrar trabajo. Gracias a la Fundación La Caixa tengo una beca que me permite vivir, pero las cosas están realmente mal. Es una pena porque ¡echo mucho de menos las clases y a mis alumnos!
-Se entiende que aparte de un magnífico conocimiento del idioma, un traductor necesita conocer muy de cerca la obra del autor en cuestión. ¿Cuál es el nivel actual de la traducción literaria en España? ¿Qué requisitos se le piden a un traducción aparte de ese dominio del idioma?
-Hay de todo, como sucede en todos los ámbitos. En España tenemos magníficos traductores y también gente que no se sabe muy bien cómo entró en el negocio. Por desgracia, algunas editoriales promueven prácticas muy poco éticas. Así, algunas ofrecen precios de vergüenza (3 o 4 euros por hora o página) y traductores que a veces ni siquiera tienen un conocimiento competente de su propia lengua, pero el mercado editorial español goza de una salud excelente y prueba de ello son editoriales como Impedimenta que, siendo más pequeñas y con menos recursos, ofrecen al lector un magnífico trabajo.
-¿Tras traducir tanto ha sentido interés por ser la autora de su propia obra? ¿Tiene experiencia como escritora?
-He escrito desde que era muy pequeña y la traducción es algo así como una especie de gimnasio para la prosa, pero creo firmemente en lo que dice el escritor Juan José Millás: convertirse en escritor es sólo algo colateral que puede sucederle a quien escribe. Yo continuaré escribiendo y traduciendo y lo que venga, bienvenido sea.
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