Toca dar una mala noticia: cómo hacerlo con empatía y sin perder liderazgo
Liderazgo Inteligente
Aprender a comunicar lo difícil es una de las competencias más valiosas del liderazgo emocional. Aquí te propongo cómo hacerlo con respeto, empatía y estrategia
Tienes que comunicar a una persona de tu equipo que su contrato no se renovará, que un proyecto se cancela, que no se aprueba su propuesta, que se ha cometido un error serio o que hay un recorte inminente. Son algunas de las muchas pruebas complicadas que enfrenta el liderazgo emocional. Porque cualquiera puede dar buenas noticias, pero se necesita mucha inteligencia emocional para dar las malas... y seguir siendo una figura de respeto y confianza.
Comunicar una mala noticia de forma inadecuada puede generar desconexión, desmotivación, miedo, y lo peor: pérdida de confianza en todo el equipo. En cambio, hacerlo con empatía, estructura y humanidad puede convertir ese momento difícil en un punto de inflexión para fortalecer las relaciones profesionales, mejorar la cultura organizacional y demostrar que tu liderazgo es coherente con los valores que predicas.
La forma en que das la noticia también comunica quién eres como líder. Si en vez de un “no” a una demanda de formación, se comunica un “ahora mismo no hay presupuesto pero vamos a explorar otras formas de apoyar tu crecimiento”, y de verdad se exploran, las personas no consiguen lo que pedían, pero se van con la sensación de haber sido escuchadas.
Cómo dar malas noticias sin romperlo todo
Te propongo un esquema sencillo y muy efectivo, que puedes adaptar a cualquier situación, desde un “no” a una petición, hasta una decisión estratégica más dura. Cuatro fases: contexto claro, decisión comunicada, espacio para emociones, acompañamiento sincero; y siete pasos que te cuento aquí.
1. Prepara la conversación, no improvises.
Sí, a veces toca hacerlo con urgencia, pero aun así: respira, piensa, organiza tus ideas. ¿Qué vas a decir? ¿Por qué? ¿Qué emociones crees que puede generar? Piensa en la persona, no solo en el mensaje.
2. Revisa y prepara tu lenguaje no verbal.
Tu tono, tu mirada, tu postura… todo debe estar en coherencia. Que no sea una comunicación rígida o distante, pero tampoco paternalista o condescendiente. Es un equilibrio difícil, sí, pero alcanzable si lo practicas y lo haces desde tu honestidad emocional.
3. Empieza por situar el contexto.
No entres de golpe con la noticia. Ni le des demasiadas vueltas. Equilibra. Comienza explicando la situación que lleva a esa decisión para dar sentido a lo que viene después. Por ejemplo: “Llevamos semanas analizando cómo adaptarnos al recorte presupuestario sin afectar el servicio...”.
4. Comunica la decisión de forma clara, sin eufemismos.
Aquí toca ser directo o directa, pero siempre con respeto: “Por eso, lamentablemente, hemos decidido no renovar tu contrato”. O “Hemos decidido cancelar el proyecto”. Nada de rodeos que confunden o dan falsas esperanzas.
5. Da espacio para las emociones.
“Entiendo que esto es un duro golpe, y quiero darte espacio para procesarlo.” Es el momento de callar y sostener el momento. Escucha. De verdad. A veces el silencio es una forma poderosa de acompañar. No es necesario tener respuestas para todo.
6. Ofrece el siguiente paso.
Proporciona un cierre digno y constructivo. ¿Puedes acompañar la salida? ¿Proponer alternativas? ¿Dejar abierta una puerta futura? No se trata de compensar, sino de respetar.
7. Acompaña después.
Una mala noticia no termina en la conversación. Observa, cuida y sigue disponible si es necesario. Eso sí es liderazgo emocional.
En empresas e instituciones con una cultura de liderazgo madura y saludable las malas noticias no se edulcoran, se dan con empatía y honestidad, de forma clara sin herir, y cercana sin sobreproteger. Se lidera con cabeza y con corazón.
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