Cuando la suerte te habla de tú y uno le responde de usted

Busco en las novilladas la imperfección. Busco los errores que enseña la inocencia del poco oficio porque son el indicativo más cierto de quienes comienzan. Me asusta hasta un cierto nivel la perfección impoluta del debutante y me aburre cuando un chaval se escuda en que lo que le dejó la suerte no le servía. La suerte, esa coqueta esquiva y mundana que tanto maniata cuando apostamos todo a ella. La suerte que nos trata de tú cuando mejor le parece.

No todas las orejas de la tarde de ayer tienen el mismo peso. Pueden valer lo mismo para una crónica pero no pesan lo mismo en el ánimo de quien ayer se sentó a buscar en la bisoñez de ese joven paseíllo cosas perdurables en la memoria. Y a estas alturas de la madrugada, con Harry El Sucio tupiendo a tiros a los malos en mi televisor, cuando se le han apagado ya todas las luces a la inmediatez de la emoción, cosas perdurables quedan desde luego en ese saber llenar el escenario de torería e intuición que Armando Rojo expuso ante un interesante duelo con el de La Condesa.

Más encastado que bravo el eral, al sevillano le brindó la oportunidad de jugar con querencias, valor y una mente muy clara para acertar desde el principio con esos dogmas del toreo que pasan por entender terrenos y cederlos a tu oponente. Todo eso es parte fundamental para entender por qué Rojo se marchó con el capote de paseo que tanto Miranda como José Luis Pereda le entregaron delante de todos sus compañeros. Por eso y por la firmeza con la que rubricó una faena muy sensata para el recorrido que aun lleva en la Fiesta.

Rojo, junto a la valiente actuación de Bombita son la parte más pasional de una tarde que enseñó que ser novillero novel no equivale a irse de desplantes al público sino entender lo que la providencia te ha dado. Y a Bombita lo que le dio fue el eral más complicado de Los Millares. El bichillo cazaba moscas por el izquierdo, cortaba el viaje cuando no daba para más la muleta del novillero y limitó la ligazón al máximo. Gusta ver como Bombita se impuso a toda esa tormenta de constantes amagos hasta que tronó de verdad y el de Ubrique voló sobre el albero en una seria voltereta que no mermó facultades ni valor. Virtudes de novillero que aspira a ser.

De lo más florido del festejo me salen al menos tres novillos muy potables que además se marcharon con toda justicia con los arrastres aplaudidos. Dos de Millares, un extraordinario primero y un muy exigente en bravo que saltó como sobrero para fortuna de Juanmi Vidal. El tercero lo puso en el cierre del festejo un encastado eral de La Condesa, interesante y vibrante en esa lidia que cerró festejo.

Valiosas y meritorias esas dos primeras orejas que sacudieron el palco a las primeras de cambio. Se las llevó Antonio Santana por encontrar allá en la segunda serie los recovecos del temple que expresaba el de Millares en dos tandas por la izquierda. Fijeza, recorrido y bravura que Santana supo embarcar sin titubeos muy en novillero. Unas veces más atropellado, otras más sereno pero sincero por encima de todo. Nada artificioso.

A Juanmi Vidal le dieron los puntos del jurado para ser segundo en la nota final de curso. A gala en su más pura expresión de ese toreo vital e intenso que le acompaña, al gaditano le cambió el destino un flojo ejemplar de La Condesa, por un excelente compañero de viaje como el que tuvo en el sobrero de Los Millares. Vidal es poco barroco en su expresión torera. Lo suple con la entrega máxima y en ese inicio de faena ya le había encontrado las claves al excelente y bravo eral de Los Millares. Compromiso, valentía y poder para hacer bullir una faena a la que el acero vino a dejar en un solitario trofeo.

De esta primera tarde de toros de la feria se queda aún la impronta de dos toreros de la tierra. Trigueros, Beas y Villalba de por medio. Sin banderas pero con lo subliminal que siempre da en un cartel gente de la tierra. Y entre lo subliminal y lo terrenal tanto a De Lara como a David Ramírez la suerte les ofreció dispar oportunidad. A Ramírez un eral bien criado y con teclas que tocar mientras que a De Lara le exigió la tarde demostrar afición, valor y ganas entre los atragantones que le ofreció de inicio ese rayo que no cesa en forma de novillo con el hierro de La Condesa. Pitón izquierdo de no darse coba y dificultades a medida que el novillo fue bajando en su reserva de energía. Corto en el viaje pero listo para levantar los pies del suelo al villalbero, que tragó lo suyo. Lo de Lara fue hablarle de usted a esa suerte que le estaba tratando de tú. Fue aceptar muchas cosas de un novillo ingrato. Otra forma de triunfo.

No fue esa faena academicista de David Ramírez lo que necesitaba la tarde de alguien que sabe torear mucho más de lo que ayer expresó ante un eral nada fácil pero no imposible de Millares. Faltó algo sobre ese manojo de aceptables muletazos que un novillero en fase de novillero siempre debe tener: pasión. Faltó pasión a ese toreo bien ejecutado en muchos pasajes de su faena. Pasión para encontrar en la exigencia de un novillo cuajado la ocasión de arrebatar. No fue así y ahora el camino debe continuar porque para bien o para mal lo de ayer en Huelva ya es agua pasada.

También es agua pasada el indulto que el pañolazo naranja de la presidencia otorgó por momentos al mermado ejemplar de La Condesa devuelto como tercero. A pesar de lo naranja, Nono y sus bueyes lo quitaron del ruedo con solvencia.