El sueño de un niño

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Producción: Cuba y España, 2016.- Duración: 108 minutos.- Dirección: Jonal Coscolluela.- Guión: Amílcar Salatti.- Fotografía: Lianed Marcoletta.- Música: Chucho Valdés.- Montaje: Alián Hernández.- Intérpretes: Reynaldo Guanche, Yuliet Cruz, Manuel Porto, Rául Pomares, Corina Mestre, Mónica Alonso, Ismael Isaac, Paula Llopiz, Ariel Rivera, Erick Ferraz.

Este es un proyecto antiguo que su director, Jonal Coscolluela, alentó desde hacía muchos años. Las dificultades económicas demoraron la puesta en marcha de esta ópera prima y complicaron el proceso de producción aunque los medios, según puede comprobar fácilmente el espectador, no son de gran envergadura. Todo es tan sencillo como la propia película. Sabido es que sin dinero es difícil emprender algo en el cine. Por fin lo que era un proyecto para la televisión, en cuya actividad se había iniciado el realizador, acabó siendo este largometraje en torno a los sueños de un niño que quiere ser pianista.

Todo comienza de una manera casual. Esteban Guanche es un niño de nueve años que comparte sus clases en el colegio con la venta de todo tipo de productos de manera clandestina casa por casa. Ayuda así a su madre, que vende esos y otros productos, en algunos casos elaborados en el propio hogar, por las calles de la ciudad de manera ilegal, lo que llega a costarle una sanción. Cuando Esteban discurre por una de esas callejuelas ciudadanas -mataperreando le dice el pianista- oye los acordes de un piano. Se detiene ante la reja y es reprendido por el dueño, Hugo, un compositor que ensaya una de sus creaciones. Lo que en principio comienza de manera poco amistosa y displicente, se convertirá en una entrañable relación entre el músico y el muchacho al que impartirá sus lecciones que harán de él un aplicado pianista.

Toda esa primera parte la historia nos presenta esa actividad cotidiana de la madre, una voluntariosa Miriam, que con gran esfuerzo y dificultades mantiene su hogar. Ello constituye buena parte del relato que Jonal Coscolluela estructura de tal forma que sus distintas fases interesen al espectador: la penuria en que viven los protagonistas, las relaciones de Esteban con el pianista y cómo consigue que al fin le dé clases, sus progresos en la música, su sacrificio capaz de renunciar a la comida y a unos zapatos nuevos por su aprendizaje, la controversia entre la madre y el profesor empeñado en aprovechar el talento del chico, sus pruebas y la enfermedad terminal de Hugo que acentúa hasta el grado máximo el nivel melodramático de la trama.

Todo configura un relato íntimo, entrañable, humano, tierno, enternecedor y convincente en sus intenciones y en la exaltación del éxito de la voluntad, del esfuerzo, del sacrificio y la fuerza de la vocación. A ello contribuyen las magníficas interpretaciones del pequeño Reynaldo Guanche, de extraordinaria sensibilidad y sencillez; la joven Yuliet Cruz y el veterano y excelente actor Manuel Porto con la estupenda música de Chucho Valdés. Como fondo la ciudad con sus carencias, su deterioro, metáfora física de las privaciones y carencias de sus gentes.