Bajo la sombra de un bonsái

Muchos onubenses han sucumbido a este arte natural basado en una técnica de cultivo que impide el crecimiento de especies arbóreas mediante el corte de raíces y la poda de ramas

Vega, Prieto y Pérez ante algunos de los bonsáis.
Vega, Prieto y Pérez ante algunos de los bonsáis.

La afición de Felipe González se hizo pública cuando fue presidente del Gobierno de España (1982-1996). Durante su estancia en la Moncloa, González dedicó parte de su tiempo libre al cuidado de su colección de árboles en miniatura. El cultivo del bonsái se ha extendido a lo largo de las últimas décadas y son muchas las personas que han sucumbido al arte de modelar pequeñas especies arbóreas. Huelva no es ajena a esta técnica, que cuenta con numerosos seguidores onubenses. Más de cincuenta socios conforman la Asociación Onubense de Bonsáis, que tiene, desde 2003, su sede social en la asociación de vecinos de Santa Marta. Sus instalaciones albergan una completa y valiosa muestra de bonsáis.

Los árboles que se exhiben en la sede social, unos doscientos, pertenecen a socios que no disponen de espacio en sus domicilios. El bonsái más antiguo de la colección es un pino negro japonés de más de ochenta años de antigüedad; el ejemplar más raro, un injerto de pino negro japonés con pino blanco japonés, y el más curioso, un arce bugeriano con raíces agarradas a una roca. Junto a éste, un carpe coreano y un olmo autóctono. Muchas de las especies que se cultivan en la asociación han sido recuperadas de la propia naturaleza.

La asociación se fundó hace quince años. Su presidente, José Joaquín Vega, comenta que desde pequeño se sintió atraído por la técnica del bonsái. "Siempre me ha gustado la cultura japonesa". Indica que leyó revistas especializadas y se fue aficionando. Explica que sólo le dedica diez minutos al día a sus bonsáis, unos treinta. En su caso cuenta en su vivienda con un lugar para sus ejemplares, "deben estar siempre al aire libre", con excepción de "los tropicales que son propensos a estar en el interior".

Comenta que diariamente "observo el riego, si hay algún tipo de parásito y si necesita algún producto". Manifiesta que a la hora de adquirir un bonsái hay que mirar "la estética, si tiene movimiento, la situación de las ramas, el tamaño da igual". Apunta que lo primero es "el diseño", para lo cual realiza bocetos, "el que más me gusta es el que realizo". A partir de ahí "se seleccionan las ramas, se colocan y se alambran para darle la forma que quieras". Explica que el alambre se mantiene de quince días a un mes y medio en el caso de los árboles caducos, "la madera se tiende a cuajar antes", y cerca de un año cuando no son caducos.

En cuanto a la maceta, Vega es partidario de que la estética del árbol coincida con el tiesto, "hay que compaginar la maceta con la forma del árbol", dependiendo del ejemplar será redonda, cuadrada o rectangular. En este sentido, aconseja que la que se use para juníperos y pinos "no esté esmaltada".

Respecto al sustrato, indica que se debe utilizar tierra japonesa, akadama, y según la especie se mezclará con comiche o kiriu. El presidente de la Asociación Onubense de Bonsáis asegura que "hay árboles que te superan en vida, sólo son necesarias unas clases sobre cómo cultivarlos y regarlos".

Baldomero Prieto, uno de los socios, comenzó a cultivar bonsáis en 2000. Cambió su afición de construir artísticos invernaderos de cristal por los árboles en miniatura. Recuerda que un olmo japonés fue su primer bonsái. "Lo vendí, fui mejorando la calidad de los árboles y cuando estás en otro nivel lo vendes". Señala que prefiere las especies autóctonas. Tiene unos veinticinco "prebonsáis". Indica que busca "un nivel elevado" y que sus pequeños árboles "están en proceso de formación". Recalca que se consideran bonsáis "cuando tienen madurez y calidad". Prieto le dedica entre cuatro y cinco horas al cuidado de sus ejemplares.

Por su parte, Bernardino Pérez, otro de los socios, se aficionó a los bonsáis hace seis años, cuando le regalaron uno. Se enteró que en Huelva había una asociación y se hizo socio. Actualmente tiene veinte ejemplares. Todos ellos se exhiben en la sede social.

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