La sofisticada metalurgia del oro se remonta al 3.000 antes de Cristo
El Grupo Midas de la UHU evidencia el carácter autóctono de los procesos usados en el suroeste ibérico
Huelva/Estamos acostumbrados a oír que Andalucía ha sido tierra de cruce de civilizaciones. No solo a este sur de la Península Ibérica llegaron pueblos de otros lugares sino que la arqueología va demostrando que los habitantes autóctonos también tuvieron mucho que decir si se quiere tener una panorámica más completa del pasado.
El Grupo de Investigación Midas de la Universidad de Huelva (UHU) (www.midastercermilenio.com y @midastercermilenio), dirigido por el catedrático de Prehistoria Francisco Nocete acaba de publicar en Journal of Archaeological Science, la revista más prestigiosa de esta disciplina, el fruto de años de investigación sobre la metalurgia que se ha venido realizando en el sur, principalmente suroeste ibérico, desde el tercer milenio antes de Cristo ascendiendo en el tiempo hasta el primer milenio antes de nuestra era, en el que está datado el tesoro del Carambolo, encontrado en Camas (Sevilla).
Los recursos que la tecnología está proporcionando a la arqueología suponen sencillamente, una revolución: "Ante preguntas que antes solo podíamos contestar con hipótesis, ahora las nuevas herramientas analíticas permiten responder con una base científica". Tanto es así que en la investigación llevada a cabo por el Grupo Midas se ha podido llegar a la conclusión de que hay una gran tradición autóctona en la metalurgia del oro que viene desde el 3.000 a.C. y sigue hasta el primer milenio y que tiene su máximo exponente en el Carambolo. "Se trata -añadió Nocete- de una elaboración que se lleva a cabo durante todo ese tiempo por habitantes de la propia región y usando recursos propios, es decir, el oro no venía de lugares distantes sino que el material era extraído de la propia zona". Esto ya en principio, habla de una cultura autóctona mucho más desarrollada de lo que hemos estado dispuestos a asumir tradicionalmente aunque sin caer en las elucubraciones que últimamente se han puesto de moda.
Los nuevos recursos tecnológicos han permitido no solo fijar con enorme exactitud la calidad del oro del Carambolo o de otros yacimientos como Cabezo Juré (Alosno) o Valencina (Sevilla) sino también la procedencia del mineral originario. Para ello, apuntó Nocete, se ha contado con dos instrumentos fundamentales: el análisis geoquímico y el isotópico de plomo mediante la ablación láser para lo que se contó con la colaboración de la Universidad del País Vasco.
Ya en el tercer milenio a.C. había una auténtica maestría en la producción de oro que respetaba la misma metalurgia que para el cobre de manera que "el Carambolo es el resultado o final de un prolongado período de elaboración autóctona tanto respecto al proceso en sí como a la materia prima".
En la década de los 90 del siglo pasado, Midas se focalizó en Cabezo Juré y quedó impresionado por encontrar allí una fundición y pruebas de una civilización mucho más dinámica de lo que tradicionalmente se creía: "Allí se encontraron por ejemplo, registros de almejas o espinas de pescado de origen marino, lo que habla de que había un comercio activo con otros lugares y no solo con zonas próximas sino, como se ha demostrado en otros puntos también de esta zona suroccidental, con el norte de África y otros lugares más distantes". Nuevas excavaciones en las tumbas y el asentamiento de Valencina dieron resultados parecidos a Cabezo Juré: una fundición con métodos semejantes o iguales de obtención de oro y cobre.
Esa complejidad de una civilización autóctona es evidenciada precisamente, por la aparición de oro transformado en productos decorados dirigidos a actividades religiosas y políticas. Uno de los objetivos del Grupo Midas es evidenciar cuándo surge la estratificación social o la aparición de las clases sociales y esta investigación demuestra que "cuando aparece el oro es porque hay una clase dominante". El oro "fue la expresión de distinción y exclusión social, de poner una barrera entre quien tiene acceso a él y quien no lo tiene".
El hecho de poder poner origen a los materiales usados abre de par en par, enormes potencialidades para la arqueología. La Valencina del tercer milenio antes de nuestra era, por ejemplo, contaba con un taller que manufacturaba piezas con marfil de elefante asiático. Incluso aunque sea muy evidente que esa especie estuviera más extendida que en la actualidad, es obvio que las relaciones entre distintos enclaves de la cuenca mediterránea eran mucho más intensas con los pueblos del sur ibérico de lo que se ha pensado. Lo mismo se puede decir del uso de materias primas dentro de la propia cuenca del Guadalquivir. Así, en Valencina se usa cobre procedente de Andújar (Jaén) o los cuchillos de piedra negra usada en el yacimiento de Los Millares (Almería) eran originarios de Huelva. Es fácil preguntarse qué tipo de tecnología tenían ya en esa época para llevar a cabo ese tipo de desplazamientos.
El espectacular tesoro del Carambolo no es ninguna excepción dentro de toda esta línea de investigación. Es un conjunto de piezas elaboradas por población autóctona y usando material propio de la zona y con una tecnología ancestral que se remonta al tercer milenio antes de nuestra era. El diseño usado deberá ser fruto de más trabajos de investigación que tendrán como objetivo concretar si hay elementos orientalizantes o, como ya apuntan los datos científicos, fue fruto de la pura creatividad de los artesanos de la zona. Respecto al origen de la materia prima, la geoquímica y los isótopos de plomo apuntan a que se usó mineral de Ossa-Morena, en la zona norte de la provincia de Sevilla. Pero aún más interesante si cabe, es que desde el tercer milenio a.C. se vino utilizando mineral autóctono sin tener que pensar en procedencias distantes del Atlántico o de otros puntos del Mediterráneo.
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