El significado de una pequeña mesa oxidada

Bretón se muestra impasible ante una de las piezas claves de la investigación

Bretón habla con su letrado.
Bretón habla con su letrado.
G. N. J. Córdoba

27 de junio 2013 - 01:00

No es más que una pequeña mesa oxidada, pero cuando fijas la mirada en ella un leve escalofrío te recorre el cuerpo. La encontraron los agentes el día de la desaparición de los niños en el centro de la hoguera que José Bretón realizó en la finca de sus padres. Supuestamente la usó para que hiciera el efecto de un horno crematorio para supuestamente descomponer por completo los cuerpos de sus dos hijos, de 2 y de 6 años.

Ayer esta pequeña mesa, casi insignificante en dimensiones pero que se ha convertido en una de las claves del caso, se pudo ver durante la vista oral en la que se juzga a José Bretón por el supuesto asesinato de sus dos hijos, por lo que se enfrenta a una pena de 40 años de cárcel. Después de un receso, esta mesa se mostraba ante el Tribunal Popular para que pudiesen comprobar sus dimensiones y el deteriorado estado en el que se encuentra, debido a las altas temperaturas a las que se sometió aquel fatídico 8 de octubre de 2011.

Al entrar a sala José Bretón se percató de inmediato de la presencia de ese nuevo objeto sobre la tarima, a tan solo unos escasos metros del presidente de la sala. Estaba colocada justo en frente de él, por lo que le era casi imposible perderla de vista. Por ello, quiso enfrentarse a esa mesa, que tanto "extrañó" a los agentes al verla sobre la hoguera, y clavó durante varios minutos la mirada en ella, sin pestañear. Mientras tanto, los agentes iban relatando cómo vivieron los registros en la finca y cómo se comportaba en todo momento el acusado.

Bretón, mientras tanto, se encontraba ensimismado con la mesa, hasta que uno de los agente rememoró algunos de los episodios más anecdóticos de las primeras jornadas de búsqueda. Según los policías, el acusado les comentó con total confianza que había ido a un club de alterne días anteriores para mantener un encuentro con una prostituta rumana o que no dudó en sacar un radiocasete de la casa principal de la finca para "animar" el ambiente y "montar una juerga". Estas palabras, sin embargo, no contaron con la aprobación de Bretón, que dejó de lado su mesa, para negar y hasta comentar con su abogado su desaprobación con lo que allí se estaba contando.

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