Gente Inteligente

Cinco señales por las que se nota la falta de inteligencia emocional

  • Según la sabiduría popular, los errores son grandes maestros, así que atender las conductas que denotan que no tenemos inteligencia emocional es otra forma de aprender a desarrollarla

Cinco señales por las que se nota la falta de inteligencia emocional

La inteligencia emocional se nota sobre todo en nuestra comunicación. Es muy evidente en la que tenemos con nosotras y nosotros mismos, vía diálogo interno, y también en la comunicación que mantenemos con las personas que nos rodean. ¿Cómo se relaciona usted consigo mismo o consigo misma? ¿Y con quienes le rodean? Aquí es donde empieza todo.

No le descubro nada si le digo que esas dos perspectivas de su comunicación se influyen, y mucho, mutuamente. Así es que, según se ve y se habla usted, que es en esencia su autoconcepto, así habla y mira a las demás personas. De hecho, si no, fíjese que su autoconcepto, y por tanto su forma de comunicarse, puede llegar a variar bastante en función de con quien se relaciona y el tipo de relación que tienen. Es algo muy observable.

Por eso, si se para usted a observarse, y a observar cómo se comunican otras personas, podrá detectar conductas que no son inteligentes para identificar qué quiere corregir o qué conductas no modelar de quienes le hacen sentir mal con su comunicación. Y como dice la sabiduría popular que de los errores se aprende, es una estupenda forma de mejorar la calidad de sus relaciones, su bienestar y su habilidad para no dejarse influir en su estado de ánimo.

Ofenderse fácilmente

Si es usted de esas personas que se ofenden con facilidad, piense por qué o qué gana con ello. Las personas con una inteligencia emocional pobre suelen ser más inseguras, y derrochar mucha energía en proteger a toda costa la imagen de sí mismos o de sí mismas que quieren proyectar. Quizás porque no se la creen demasiado.

Son personas que no suelen tolerar bien las críticas, las bromas o las ironías, no vaya a ser que alguien lo entienda como un signo de debilidad, o de falta de inteligencia, o incapacidad para responder. Ponerse a la defensiva es su solución.

Esa excesiva susceptibilidad suele ir acompañada de dificultad para hacer autocrítica, y por tanto de facilidad para culpar a las demás personas incluso de los sentimientos propios. Las quejas y el victimismo decoran este cóctel que huele a baja inteligencia emocional.

Obsérvese. Seguro que no se siente bien ofendiéndose, o tratando con personas que se ofenden fácilmente. Y es que las personas con una destacada inteligencia emocional son seguras, tienen un autoconcepto firme, y es difícil alterarlas.

Dar opiniones rápidas y defenderlas a toda costa

Es complicado encontrar a personas con poca inteligencia emocional que cuando se les pide opinión digan cosas como ‘no tengo criterio suficiente’ o ‘necesito tiempo para reflexionar’. Eso es propio de la madurez emocional, de cuando se es consciente del poder de la emoción en las primeras reacciones y de la importancia de valorar más opiniones además de la propia.

Sin embargo, hay mucha gente que se posiciona rápido, incluso sin saber demasiado del tema en cuestión, y defienden esa postura como si les fuera la vida en ello. Son personas que, una vez emitida su opinión, no escuchan más que lo que confirma su idea.

Obsérvese. Seguro que no se siente bien después cuando se dé cuenta de que discutió sin razón, o tratando con personas que no le dejan hablar y aportar otros enfoques. Y es que las personas con inteligencia emocional no son tan vehementes, escuchan otras opiniones y están abiertas al cambio. Porque no es ningún signo de debilidad, sino todo lo contrario, cambiar de parecer y abrir los ojos a otra perspectiva.

Tener sed de venganza

El resentimiento acumulado es otra característica de las personas con baja inteligencia emocional. Demuestra incapacidad para aceptar las situaciones en las que se han roto sus expectativas y para avanzar sin la carga que supone seguir RE-sintiendo eso una y otra vez.

Se nota en las personas porque alargan y guardan los enfados, y con frecuencia recuerdan los momentos en los que sintieron ataque, decepción o menosprecio con ánimo devolver el golpe.

Obsérvese. Seguro que no se siente bien coincidiendo con esas personas a las que guarda resentimiento. Las personas emocionalmente inteligentes conocen y practican el poder liberador de la aceptación y el perdón como mecanismos de defensa. No se trata de olvidar, ni de asumir, ni siquiera de reconciliarse, sino de evitar que siga haciéndole daño a usted.

Desconsiderar los sentimientos ajenos

Si con frecuencia piensa que las demás personas tienen la piel muy fina y que quien quiera relacionarse con usted tiene que aceptarle tal como es, posiblemente no esté teniendo muy en cuenta los sentimientos de las demás personas. Puede ser falta de capacidad para ponerse en la piel de quien tiene enfrente y, por tanto, una señal de inteligencia emocional limitada.

Pasa también que no ser capaz de entender bien los sentimientos ajenos nos lleva con frecuencia a sentir esa misma incomprensión. ‘Si yo siempre soy así, ¡ya debería conocerme!’, ¿le suena? Así es fácil llegar al enfado, y eso complica aún más la comunicación.

Obsérvese. Seguro que no se siente bien cuando percibe que ha hecho daño sin querer, o que debió tener más en cuenta a la otra persona en esa situación vivida. Con inteligencia emocional, somos capaces de identificar cómo se sienten las demás personas y de modular nuestra propia comunicación para hacerla aún más efectiva.

Dificultad para expresar con o sin palabras el estado emocional

No es fácil expresar de forma adecuada lo que sentimos. Es uno de los pilares de una comunicación sana tanto con usted como con las personas con las que se relaciona. Y no sólo me refiero a permitirse sentir la emoción que toque de forma evidente, sin reprimirla, también es importante identificarla de forma que pueda expresarla claramente con palabras.

Ésta es una de las señales más evidentes para ver cómo estamos de inteligencia emocional. Porque las personas con alta inteligencia emocional no sólo identifican la emoción que están viviendo y se la facilitan, sino que son capaces de ponerle nombre y comunicarla con un amplio vocabulario que les permite evitar malos entendidos.

Y es que no solo estamos bien o mal. No sólo estamos alegres o tristes. No sólo sentimos enfado, cansancio o miedo. Obsérvese, y compruebe el grado de concreción y la variedad de palabras con las que puede usted describir cómo se siente. Ese es un gran ejercicio y un gran medidor de su inteligencia emocional.

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