La semilla de la capoeira en Huelva

Monitor de lucha olímpica

La semilla de la capoeira en Huelva
La semilla de la capoeira en Huelva

En el gimnasio Ricardo de la calle San Andrés fue donde José Antonio, onubense de 29 años, plantó la semilla de la capoeira en Huelva. Se convirtió en monitor oficial del grupo Topacio con el beneplácito del Mestre Dinho y realizó una sarta de exhibiciones por toda la provincia que copaban buena parte de su tiempo. Incluso llegó a tatuarse el emblema del grupo en la piel, a viajar a Brasil y a aprender portugués, "porque la capoeira es muy sectaria". Sin embargo, no salió bien parado del lance. Acogió a un chico brasileño, "le di techo y comida, pero acabó quitándome el trabajo". Este acontecimiento inesperado le cambió la vida y le hizo ver las cosas de otro modo. "Me di cuenta de que la capoeira es como una secta en la que se infunde una especie de racismo de negros contra blancos y donde las canciones te hacen sentir, por el color de tu piel, que eres el malo porque el hombre blanco fue el que esclavizó a los negros". Además, asegura que eso "me anulaba como persona y se adora al líder como al de una secta".

Decepcionado por todo lo ocurrido, Ferrer Almansa continuó su camino por otros lares, esta vez por dos disciplinas deportivas -porque Jose es un enamorado del deporte- sobre las que hay mucho desconocimiento, a pesar de ser de las más antiguas: la lucha olímpica y la lucha grecorromana. "Hemos solicitado ayuda a todo el mundo porque en Huelva tenemos a buenos campeones y no tenemos ningún respaldo" de las administraciones. A pesar de que sus alumnos lograron el pasado año cuatro medallas de oro en Andalucía y un bronce en el Campeonato de España, tienen que mendigar casi un lugar en el que entrenar y "vamos de gimnasio en gimnasio o nos hacemos un hueco en algún polideportivo".

En su tiempo libre, adora ver buen cine, disfrutar con la pintura y escuchar flamenco (Amparo Correa le enseñó a tocar la guitarra). No obstante, una de sus aficiones más queridas "es rezar, porque soy católico, que no facha, y tengo mucho que agradecer a Dios". Entre otras cosas, José Antonio atribuye al Divino el milagro más importante de su vida: "A mi madre le diagnosticaron un cáncer de mama y le dieron tres meses de vidas, pero después de dos años y medio sigue aquí con nosotros".

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