La ruta del Arte en la vida

Pintor y profesor de Dibujo

La ruta del Arte en la vida
La ruta del Arte en la vida
Inma Gallego

15 de junio 2008 - 01:00

El escenario de la inspiración lo lleva Luis Morón en la mochila, de Triana a Isla Chica. Tras diez años de experiencia como profesor de Dibujo, este sevillano de 38 años despunta en galerías y certámenes con una obra que a nadie deja indiferente y que en ocasiones brota de la fotografía, la luz sin el tiempo dentro. Un arte conceptual y figurativo que bucea en los mundos de lo onírico, con acrílico y óleo.

Morón (Sevilla, 1970), interino de la Escuela de Arte de Andalucía, se prepara estos días para una odisea que, entre prácticas y teoría, va a durar una larga semana a partir del próximo domingo: el examen de las oposiciones al cuerpo de profesores de Dibujo de la Junta de Andalucía.

Un nuevo punto de inflexión, pues, en una carrera artística que arrancó con la vocación de la infancia y atesora por delante muchos retos, el desafío de seguir creciendo, experimentar y enseñar a otros las pautas de la creación. Los latidos del Arte.

Ya en su época de instituto, a Luis le picó el gusanillo del comic y con un compañero decoraba las mesas de la clase con pinturas de historietas dialogadas, tiras efímeras que al final del curso les hacían borrar. Luego colaboró en revistas, haciendo ilustraciones de tipo cómico. Cursó sus estudios universitarios en la Facultad de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, en la especialidad de Escultura. Con la fascinación por el Arte en las venas, mientras coleccionaba sobresalientes en las calificaciones, dos noches por semana trabajaba en un bar para pagarse los materiales; e impartía también clases en una academia. Se licenció y alquiló un estudio con unos compañeros, en lo que fue una época de fiestas, visitas inesperadas y trabajo constante, por las mañanas en el caballete y por las tardes como profesor. Entonces conoció a la que ahora es su esposa, Nuria, una joven doctora de Huelva que entonces estaba haciendo el MIR. Alquilaron un piso en Ciudad Real y Luis iba y venía de distintos puntos de Andalucía en los que trabajaba en la docencia. La última parada, ya con un pequeño Luis de dos años y medio, ha sido, decimos, en Isla Chica, un barrio que al pintor le recuerda a Triana, por su gente abierta, "el cafelito -dice- los churros, y la forma de vivir... Aquí se está muy a gusto".

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