Roca y rey
Toros/ Colombinas 2025
Miranda escribe un nuevo triunfo en la feria y se va a hombros con un honesto y enrazado Roca Rey
Duro y firme como una roca en su toreo. Rey en la feria. Miranda haciendo de las suyas. Hay tardes que son imposibles de meter en una crónica. Al menos con todos los perejiles que implica explicar un triunfo de muletazos pero indiscutiblemente de emociones. ¿Cómo se escribe ese espacio donde un toro y un torero se inmovilizan durante medio minuto para escuchar y respetar un fandango con el lance a medio trazar? Se hace casi injusto relatarlas; tedioso manchar de letras un papel para contar los trazos que tu vista ha dejado en tu mente. Es verdad que uno intenta unir esa crónica sin que aparezcan solo muletazos, técnica, riesgo o la brillantez de un lance. La crónica del día anterior, la del primer triunfo de Miranda en la sustitución de De Justo fue la explosión de un volcán que sorprende, sorprende y vuelve a sorprender aunque Miranda ya no sea sorpresa sino una realidad difícil de ocultar a ojos de todos aunque si de ignorar por quienes no quieren ver modificada una mijita de su comodidad, ganancias o roles de un escalafón.
Titulé ayer ’Miranda mete fuego a la feria’. Le hacía justicia a lo que el de Trigueros le montó a la tarde. Pues después del fuego de ayer la crónica de hoy tiene más carbón dentro ardiendo. El que le echó David de Miranda a una tarde de lleno en La Merced. A una tarde importante con Roca Rey de por medio y eso son amistades peligrosas. Más cuando uno analiza el triunfo rotundo de Miranda frente al del día anterior no es solo por un contador numérico de orejas sino por el valor que le añade a la tarde de ayer una corrida muy seria y exigente de Torrealta. La corrida de los campos gaditanos pidió más veces el carnet que la de Domecq, dulzura encastada, el día anterior.
Por eso emociona más el triunfo rotundo y brutal de David con dos toros exigiendo sitio, decisión, oficio y sentirte valiente. Sobrepasar ese límite donde uno dice “al que iba por delante mía lo han mandao para la enfermería pero los pitones me los paso yo más cerca, aunque termine allí. El triunfo de Miranda, que sobrepasa al mero oficio de torear es hacer que su lote meta la cara abajo mientras que a Manzanares, justito y entendedor en el oficio, le echaron la cara arriba.
El valor de esta Puerta Grande no es solo la variedad de unos comienzos de faena distintos, apetitosos para el tendido sino que la tauromaquia fundamental de David, capote a la espalda, ajuste en el embroque y la sensación de alivio que le deja al tendido cuando lo remata, siguió estando frente a esa estampa de toros muy engallados y bravos que lució la corrida de Borja Prado. Fácil de entender cuando uno rebusca en esa sangre y encuentra procedencias de Santi Domecq y Victoriano del Río entre otras.
Narrar el derroche de oficio, valor es fácil porque fácil es contar la verdad. Al menos la que se ve desde donde uno escribe. Y desde luego no son solo muletazos los que ve en ese esportón que David le deja a la tarde sino cosa muy importantes de mezclan torería, madurez profesional, la misma valentía de siempre mezclada también con candidez de los principios. La brutalidad del derroche del toreo de David no se debe contar desde las Mirandinas, el cartucho de pescao o los ayudados por alto haciendo saltar hilos de oro de las taleguillas. Mirarlo desde los naturales que brotaron limpios y sinceros, desde la inteligencia del recibo por delantales porque ningún Torrealta entregó la cuchara en el capote y el delantal es menos exigente en el recorrido con lo que Miranda eludió así el quinario de capote que tanto Manzanares como Roca habían tenido con sus respectivos.
Nos hemos acostumbrado a ver triunfar a David. Acostumbrado a su valor, al toreo que rompe y arrasa en esas últimas ferias. Al David sonriente con dos orejas en la mano y el triunfo en el alma. Más no crean que andarles a los toros como le anda, entenderlos como le guía su tauromaquia, sorprender cuando se hace necesario porque tiene el toreo fresco en su mente es fácil. Por esta feria va a pasar lo más florido y granado del escalafón. Cuando termine la feria hablamos y quizás entonces el triunfo y las formas con las que el torero ha traspasado estas Puertas Grandes a lo mejor cobren una dimensión aún mayor.
Roca, bien. En figura. Crecido en su moral porque ese lleno de ayer es prácticamente suyo y el de esta tarde de Morante. No hay que darle más vueltas.
El Roca de ayer se asemeja más al de los comienzos que a ese torero apremiado de festejos en la temporada. Frescura y ganas de torear. El esfuerzo ante ese primero suyo también tuvo mérito. Tirar y ligar esas series frente a un toro vivo y de alegre embestida tenía su aquel. Cercanía, empuje y capacidad para exprimir y dejarse llegar el toro a esas cercanías que son más reto para el que viene después que para el tendido. En una de esas le prendió el toro y le dejó maltrecho para el resto de la tarde. Roca se había metido ya dentro del tendido. Jaleado, vitoreado cuando cosió unos muletazos sobre otros en la transmisión que tuvo el toro y la estocada no hizo sino fijar la vista sobre el palco hasta que aparecieron dos pañuelos, aval de Puerta Grande.
El quinto era para sacar nota. Molesto el toro, protestando siempre en el embroque y sin clase para echar la cara abajo y seguir la muleta. Roca quiso estar pero este quinto no estaba para gracias y además había hecho planes de marcharse. Sin suerte en la estocada, el palco se contuvo y aguantó el chaparrón del berreo. Roca se fue con su vitola de figura de esto y con mejor son que otras ferias pasadas.
Manzanares hizo el esfuerzo de no tirar demasiado pronto las cartas. Peligro sordo por el izquierdo de un toro cuajado y muy poca entrega por el otro pitón. El alicantino no estuvo a gusto. Tampoco es un torero que proponga otra cosa que no sea lo académico de su toreo. Manzanares no es de arrebatar. Y no arrebató.
Ídem con el que cerró su lote. Una faena pulcra, poco definida en el capote y voluntariosa en su concepto y dejando al menos una realidad más cercana al temple y la decisión de aprovechar otro de los toros buenos e interesantes de la corrida.
Hoy llegan los del arte. Chimpun, chimpun. Con ellos, la ilusión de los de Loreto Charro. Vamos a ver como se lo contamos mañana porque aparte de toreros la feria está teniendo toros y eso es una bendición.
FICHA TÉCNICA
GANADERIA:
Seis toros Torrealta. Corrida seria de presencia, bonita de hechuras y exigente en su lidia. Interesante encierro del que sobresalen en su juego de temperamento y nobleza segundo, tercero, cuarto y quinto.
ACTUANTES:
José María Manzanares: saludos tras petición; saludos.
Roca Rey: dos orejas tras aviso; saludos tras fuerte petición.
David de Miranda: dos orejas; oreja.
INCIDENCIAS:
Lleno de no hay billetes. Destacados: Antonio Chacón tras dos pares al segundo, Buen puyazo de Rafael Carbonell al tercero. Saludaron de la cuadrilla de Miranda, Cándido, Fernando Pereira y un Fernando Sánchez que puso en pie a la Merced en el sexto.
Brindis muy especial de Miranda a María del Reposo Ramírez, esposa del ganadero Manuel Ángel Millares, ausente este año en la feria.
También te puede interesar