Roberto Gallardo Borrego: Forjado a sí mismo.

Gente de aquí y de allá

Roberto pasó unos momentos muy delicados de salud y afortunadamente los superó y hoy desarrolla su actividad profesional a las mil maravillas, siendo muy admirado y respetado en su empresa, además de muy querido

Robertio Gallardo, con parte de su familia. / M.G.

- Miembro de la Academia Iberoamericana de La Rábida

Huelva, 07 de julio 2025 - 05:00

En Punta Umbría ocurrió un accidente marítimo en diciembre de 1999, cuando un barco llamado “Blanca de Prieto” se hundió en aguas de Barbate y se ahogaron cinco marineros, todos ellos familia. Los cuerpos tardaron mucho en aparecer y la embarcación se sospechaba que estaba en el fondo del mar, aunque no se sabía a ciencia cierta. La noticia trascendió por todo el país y Miguel Ángel Jiménez, distribuidor de todo tipo y marcas de instrumentos topográficos y batimétricos, se ofreció a colaborar en su búsqueda. El alcalde, don José Hernández Albarracín, que estaba muy implicado en ayudar a la familia, organizó una jornada técnica en nuestra ría para probar los equipos y ver su eficacia antes de desplazarse al lugar del desastre. Para dirigir la mencionada jornada vino el técnico don Javier Sell, acompañado de Miguel Ángel Jiménez y Roberto Gallardo Borrego. Y ese fue el día que yo conocí a tan excepcional persona.

A partir de ese momento ya empecé a tener contacto con él, al igual que con Miguel Ángel Jiménez, Javier Ramos, Meli, Carlos y Miguel Ángel Nadal. Todos ellos me enseñaron mucho y creo que a todos ellos les compré, a lo largo de los tiempos, algunos aparatos de topografía.

Y mira por donde, por razones que no vienen al caso, ahora Roberto y yo nos hemos vuelto a ver y lo traigo a esta galería de personajes por merecimientos propios y porque se lo debía.

Roberto nació en 1975 en Dos Hermanas, en el seno de una familia humilde. Su padre, Juan Gallardo, desde pequeño ayudaba en el campo recogiendo algodón y las demás cosas de temporada, hasta que se fue a la mili. Su madre, Isabel Borrero, también fue a recoger algodón al campo y Roberto, aunque fue al colegio y estudiaba, también trabajaba en la hostelería, especialmente de camarero en bodas y demás eventos de fines de semana.

Pronto despertó en él la afición por la técnica y empezó estudiando Delineación. Luego siguió haciendo cursillos para aprender Topografía y Agrimensura y lo contrató Miguel Ángel Jiménez Salvador como comercial para la venta de instrumentos topográficos, aprovechando que ya tenía conocimientos y, como decimos aquí en Andalucía, “mucha labia”.

En esta dedicación fue prosperando y pasó por la firma Topcon España, especializada en estaciones totales y equipos GPS, hasta que todos los trabajadores de esta firma y otras fue absorbida por la multinacional Leica Geosystems, que es donde se encuentra actualmente y por cuyo motivo nos hemos vuelto a ver de nuevo y hemos hablado con mucha alegría, contándonos nuestras cosas. Me hizo mucha gracia el recuerdo que tiene de aquella visita que me hizo a Punta Umbría y que dice que lo invité a comer un pescado riquísimo y que nunca más lo volvió a probar, ni siquiera en su Feria de Sevilla, con lo que presumen allí del día del “pescaíto frito”. Se trata del exquisito “pez araña” y, por supuesto, le he vuelto a proponer que venga de nuevo a Punta Umbría y que queda invitado a comer este manjar puntaumbrieño.

Roberto pasó unos momentos muy delicados de salud y afortunadamente los superó y hoy desarrolla su actividad profesional a las mil maravillas, siendo muy admirado y respetado en su empresa, además de muy querido.

En este tiempo Roberto formó una familia con su encantadora esposa Sonia y sus tres hijos Leo, Óliver y Thiago, que en la actualidad viven en el bonito pueblo de Mairena del Alcor, que tiene un castillo muy curioso llamado el Castillo de Luna, que lo compró y lo convirtió en su vivienda habitual el célebre arqueólogo francés Jorge Bonsor, que excavó, entre otros lugares, la necrópolis y el anfiteatro de Carmona, que hoy son un museo.

Me consta que esta familia ha sido muy bien acogida en este pueblo porque los maireneros son gente muy cariñosa y acogedores y mi amigo Roberto Gallardo y los suyos son también extraordinarios y de eso doy fe.

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