El rey Felipe V y Huelva (1700-1746) (I)
Historia menuda
La proximidad de la provincia a Portugal la expuso a ser invadida varias veces durante la Guerra de la Sucesión l Se dispuso que los portugueses residentes en ella debían ser vigilados
EL testamento de Carlos II, aceptado por Luis XIV de Francia, después de algunas vacilaciones, el 16 de noviembre de 1700, elevó al trono de España a Felipe V, que fue recibido con entusiasmo por los españoles, porque del cambio de dinastía esperaban la reconstitución de la patria.
Felipe V llegó a Irán el 24 de enero de 1701. el 1 de febrero, a Vitoria; el 6, a Burgos; el 10, a Aranda; el 16, a Guadalajara, y el 18, a Madrid. El nuevo rey se instaló en el Palacio del Buen Retiro y encargó del gobierno del Cardenal Portocarre-ro, al gobernador del Concejo de Castilla, Manuel Más, y al embajador de Francia, conde de Harco-urt. Pero, el reinado de Felipe de Anjou no fue aceptado y pronto surgieron dos pretendientes al trono español: José Fernando de Baviera y el archiduque Carlos de Austria.
El primero era quien tenía mayores derechos dinásticos, ya que era nieto de Margarita, la hermana menor de Carlos II, la cual había sido designada por su padre Felipe IV como heredera, si aquél no tenía hijos. También poseía derechos por parte de su abuelo Leopoldo I y, como hemos citado, el testamento de Carlos II así lo proclamaba.
Los derechos que avalaban a Felipe de Anjou correspondían, en realidad, a su padre el delfín o a su hermano mayor, el duque de Borgoña, pero Luis XIV le escogió a él para evitar que en un futuro no muy lejano las coronas de Francia y España fuesen ceñidas por una misma cabeza.
En cuanto al archiduque Carlos, sus derechos provenían que su padre Leopoldo era nieto de Felipe III. No obstante, las pocas simpatías que el pueblo español sentía por Francia, las óptimas relaciones de España y Austria y la muerte de José Fernando le convirtieron en el candidato favorito de la opinión internacional.
Sabido es que tal elección provoca una cruenta guerra, de la que nuestro país sale, paradójicamente, amputada y favorecida: Gibraltar, la Ley Sálica, la abolición de los Fueros, la expansión mediterránea tras Utrecht. De cualquier forma, esta historia menuda va a estudiar las repercusiones de la Guerra de Sucesión en Huelva.
En España, al principio el pueblo era antifrancés, pues Francia había sido el enemigo secular. Más tarde, la generosidad del Rey Sol consiguió inclinar la balanza de la simpatía española hacia Felipe de Anjou.
La provincia de Huelva se declaró favorable a la causa del francés. Así, en una reseña histórica fechada en 1880 se podía leer:
"En tiempos de Felipe V, y durante la Guerra de Sucesión, la provincia se declaró contra el austriaco; su proximidad a Portugal la expuso varias veces a ser invadida y molestada por ingleses y portugueses. Una poderosa armada que juntaron los aliados apareció en las costas de Andalucía, siendo capitán general don Francisco del Casti-llo, marqués de Villadarías, el cual disponía de un cortísimo número de tropas en Cádiz, y gracias a las gentes que acudieron de Huelva y Condado de Niebla, que tenían el privilegio de estar armadas para defender sus costas, pudo salir de tan grave compromiso. Causaron grandes molestias a los aliados por mar y tierra, tanto que éstos se vieron precisado a desistir de su empresa y retirarse con gran precipitación siendo dura y activamente perseguidos por las milicias del país…".
Amador de los Ríos en su obra Huelva, fechada en 1891, decía al respecto:
"Las penalidades que hubo de pasar esta comarca durante la funesta Guerra de Sucesión, con asoladora frecuencia, dada su proximidad al reino portugués las exacciones y las violencias que hubieron los lusitanos de imponerle al invadir el nacional territorio, bien que Ayamonte por su especial situación rechazara, como casi todo el distrito, dependiente a la sazón del de Sevilla, las armas de los aliados, proclamando con desconocido entusiasmo a Felpe V en contra del que había en Lisboa tomado el título de Carlos III de España, amparado por Holanda, por Portugal y por Inglaterra".
En efecto, el 7 de septiembre de 1701 los representantes de Holanda, Inglaterra y Austria firmaron la Gran Alianza de la Haya en la que las tres naciones lucharían hermanadas contra Francia y los partidarios de Felipe de Anjou.
Desde 1701 a 1704, la lucha se desarrolló fuera de España. No obstante, como hemos citado Huelva solicita la ayuda del capitán general de las Costas, Marqués de Villadarias, tal como advertimos en la referencia del Cabildo fechada el 28 de julio de 1702: "… se confirió que por quanto con el motivo de haverse publicado las guerras con los reynos de Inglaterra, Olanda y el imperio, este Cavildo escrivió al Excmo. Sr. Marqués de Villadarias, capitán general de las Costas, pidiéndole diferentes municiones para el resguardo desta villa y ha remitido diez arrobas y 18 libras de pólvora en dos barriles y una botixa… 72 balas de diferentes calibres, 40 libras de querda y dos arrobas menos una libra de balas de arcabuz, en todo lo qual de horden de este Cavildo se ha entregado al capitán don Fernando Garrido que lo tiene almacenado en un aposento que está en el hueco de la escalera deste Cavildo, como asimismo en quatro cuartuchos y otra poca de pólvora suelta que está en dicho barril propio deste Cabildo…".
La entrada de Portugal en la Gran Alianza se hizo efectiva el día 16 de mayo de 1703:
"Desembarcó en Lisboa el pretendiente archiduque Carlos, y en Portugal reunieron los aliados un gran ejército, con el que se proponían invadir España; pero Felipe V y sus generales estaban preparados, y se adelantaron invadiendo Portugal (primavera de 1704)…".
Ante el cariz que la guerra va tomando, en 1704 se reorganiza en Huelva las Milicias. Las causas por las que era urgente preparar la defensa de la villa eran diversas: el levantamiento de hostilidades en Portugal y estar Huelva tan próxima a ella, además de ser puerto de mar, como se hace ver en el Cabildo del 29 de agosto de 1704.
Entre las disposiciones para la defensa de nuestra villa, se hizo hincapié en que los portugueses que viviesen en ella debían ser vigilados estrechamente. "Lo mejor es que el capitán general decrete su expulsión", se indica en las Actas Capitulares.
En el Cabildo del 19 de marzo de 1704, apreciamos la nueva organización de las Milicias en Huelva:
"… Se vio una carta escripta por el Excmo. Sr. Marqués de Villadarías, Capitán General del Mar Océano…, por la qual noticia a este cavildo como en el nuevo reglamento de milicias dota a esta villa dos compañías de a quarenta hombres y que se informe de las personas que puedan servir los empleos de capitanes, tenientes, etc… En vista de lo qual, y teniendo sus mercedes pendientes lo que insta la necesidad y que en negocio en que tan interesado es el Real Servicio hiciera llamar a este Ayuntamiento a todas las personas que discurriesen ser beneméritas y a propósito para dichos empleos…".
Sabemos, a través de las sucesivas actas que "Alonso Gómez Quintero y José Monís, capitanes de Milicias de ella, dijeron que se ofrecían para ello…", y así se llegó a formar los cargos principales de dichas Compañías. Y, a través de posteriores cabildos, sabemos la constitución de las dos Milicias que tenían su sede en nuestra villa:
"Estas milicias se han de repartir y reglar en todas las diez y siete provincias del Reyno, y cada una conforme el número determinado en la lista aquí adjunta. Doce compañías, mandadas por un coronel y un teniente coronel, 10 capitanes, 12 tenientes, 12 alféreces y 12 sargentos además del sargento mayor y de dos ayudantes, fuera del referido número de los 500 soldados…".
La primera vez que se constituyeron en la villa de Huelva las Milicias fue en el año 1693. En la citada ocasión se enviaron varios miembros de esta Compañía para ocupar las torres defensivas de la costa (Actas Capitulares del 7 de febrero de 1705) y lo mismo se decide en el Cabildo onubense 5 meses más tarde:
"Se acuerda poner torreros en la torre de la Arenilla y Punta de Umbria en atención a estar con los rezelos de que vengan a estas costas las armadas enemigas y nombraron para la torre de la Arenilla a Miguel González y Francisco Martín Olivares 'El Mozo' y para la Punta de Umbría a Xristóval González y a Tomás Antonio Raxel, por dos reales de plata al día…".
Una de las exigencias para pertenecer a las Milicias era que el aspirante fuese soltero (Actas Capitulares del 6 de junio de 1705):
"… Se vio una horden del theniente coronel don Juan Thomas de Monte y Pinto, por la qual relaciona hallarse en otra del Excmo. Sr. don Bonifacio Manrique de Lara, teniente general de todos los ejércitos de S. M. para que las compañías del nuevo reglamento de Milicias desta dicha villa sea todo su número de mozos solteros y que no se permita casados algunos y que sus mercedes vista acordar se cumpla…".
En el Folio 279, nº 14, documento firmado en el Puerto de Santa María del 18 de enero de 1706, hallamos otras exigencias y circunstancias de los miembros de las Milicias:
"El Rey (Dios lo guarde) ha tenido por bien resolver que los diez regimientos de infantería veteranos que están y han de subsistir en Cádiz la próxima campaña para guarnición de aquella plaza se pongan completos al número de 500 soldados cada uno haziendo reemplazo de la gente que actualmente les falta de vecinos naturales de las ciudades, villas y lugares de Andalucía y que éstos sean de buena edad y estatura, solteros, como se sirve S. M. mandarlo con la circunstancia de que no ayan de servir más que dos años y pasados se le dé licencia al que la pidiere…".
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