El revoloteo histórico de la capa española

Historia menuda

Esta prenda tuvo su génesis u origen en el siglo XVI y fue de uso general. Era una vestidura de amplio vuelo - Salud de Silva, choquera de pro, continúa usando la capa con mucha elegancia

Monseñor Cantero Cuadrado, obispo de Huelva.
Monseñor Cantero Cuadrado, obispo de Huelva.

Españolísima prenda de vestir que los hispanos -y por extensión los huelvanos- de alta y baja alcurnia económica usaron a lo largo de varios siglos.

Esta prenda tuvo su génesis u origen en el siglo XVI y fue de uso general. Era una vestidura de amplio vuelo que los cortesanos usaban hasta las caderas y la nobleza superior llevaba más corta. Las que se utilizaban en la Huelva comprendida aproximadamente entre 1880 y 1918, normalmente eran de color azul marino con las vueltas de seda roja o de color naranja.

Con esta indumentaria típica y alargada intentaba encubrir intenciones y mirada de desafío el boticario Cristóbal Beltrán cuando en el año 1658 desafió a otro boticario cuando estaba en animada charla con Cristóbal de Rojas. Pero, abramos de par en par el documento de 'Perdón' fechado el 2 de marzo del citado año que textualmente nos cuenta el lance:

"… estando el dicho otorgante quieto y pacífico en la Placeta de los Mercaderes en conversación con Manuel de Rojas, se acercó Beltrán y provocó, más que con palabras, con gestos de desafío, el cual, irascible, le convino a que le siguiese a unos solares de la calle Sevilla, donde llegó a insultarle gravemente...".

Nuestro desencanto se produce al ignorar el desenlace de esta riña ocurrida en una época de capa y espada, cosa que el documento no nos dice.

Esta capa fue la que provocó un motín cuando el Real Decreto del 10 de marzo de 1766, solemnemente cacareado por los esbirros de Esquilache, ministro de Carlos III, en calles y callejuelas, a redoble de tambor y bocinazos de trompeta, por el cual se obligaba al pueblo a que, bajo pena de multa y cárcel, dejara de usar capas largas y sombreros gachos de alas anchas, para acostumbrarse a las capuchuelas y a los sombreros de tres picos. Pero, continuemos con la historia local que estamos hilvanando. En la Huelva de finales del siglo decimonónico e inicios del XX observamos, a través de las fotografías que de aquellos ilustres onubenses de la época nos han llegado, que los Sundheim, Mackay, Macdonald, Mora y Claros, Vázquez López, etc., usaron la levita y el frac (prendas de vestir que en los años diez fueron sustituidas por la americana) y, sobre todo, la genuina capa española.

Estas capas se solía comprar en la decimonónica Sastrería 'Española', sita en la calle Concepción y, sobre todo, en algunos pueblos de nuestra provincia, como era el caso de Zalamea.

Esta prenda tan elegante dejó de usarse en nuestro país al concluir la I Guerra Mundial, 1918, cuando los grandes industriales de la moda norteamericana lanzaron al mercado europeo aquellas prendas que utilizaron los soldados de los ejércitos aliados que recibían el nombre de trinchera y que sustituyeron a la guerrera. Esta moda llegó a nuestro país y sepultó en el arca del olvido a la linajuda capa española.

En Huelva prácticamente quedó olvidada la capa y sólo algún que otro nostálgico la continuó usando en las décadas de los años treinta y cuarenta. Entre ellos, podemos citar a don José Marchena Colombo, erudito autor de varias obras alusivas al Descubrimiento de América, que la usó hasta (como vulgarmente se dice) la muerte; a su primo José, profesor de nuestro Instituto. También fue muy adicto a utilizar la capa española el Sr. Pavón, que la utilizaba con la solemnidad de un oficiante y que durante años ejerció con solvencia el cargo de Secretario de la Excma. Diputación de Huelva. Antonio García Ramos y Vázquez, entendido en el arte de los Chamaco y que desempeñara el cargo de presidente de la Diputación Provincial usó la capa con la prestancia de un antiguo César Imperator. A José Figueroa, excelso poeta, era normal se le viera utilizándola. Lino Holguín, prestigioso galeno también uso la señorial capa, al igual que Pragmacio Salgado, muy vinculado a nuestra ciudad, que era tan apasionado a la capa que pertenecía a la Asociación 'Amigos de la Capa', establecida en Madrid, y contaba en el 'Odiel' el día 18 de noviembre de 1982:

"… Dije antes que yo, en lejana juventud, -chalina al cuello y abundante 'mata de pelo negro'- entrené una capa, que me hizo expresamente para mí y a la medida un sastre de Zalamea. Era azul marino con las vueltas de seda roja y no te mando la fotografía -le comunicaba al director del diario 'Odiel', José María Segovia, añadimos nosotros- como ilustración de tu última página, para que no te sirva de cachondeo…".

Curiosamente, en los años setenta, ochenta y noventa, don Rafael Alfaro Ros, antiguo topiquero onubense -léase actual Ayudante Técnico Sanitario-, Correspondiente de algunas Academias españolas, conferenciante, escritor, mecenas de algunas publicaciones, amigo del verso y de la Historia, corazón noble y embajador de Huelva en Sevilla, siguió usándola, como una veneración a su elegancia y a su historia, prolongándola hasta que superara las rodillas. Los ciudadanos que se cruzaban con él por las calles y plazas huelvanas lo miraban con una mezcla entre la incredulidad y la admiración.

Se le veía por cualquier rincón de su patria chica ostentando la capa y la chistera, siempre en pos de aderezar cualquier acto cultural, asistir a una conferencia, saludar a los amigos (entre los cuales me es satisfactorio contarme), elevar (aunque sólo fuese un ápice) la celebridad de Juan Ramón Jiménez y, sobre todo, de Zenobia Camprubi, y de acercarse a tomar unos calentitos en el puesto situado delante del popular Bar 'Patrón', en la simpática barriada del Molino de la Vega.

Si debajo de la capa de Luis Candelas, el bandido generoso y conquistador de corazones femeninos por excelencia en el Madrid de manolos, majos y chisperos, llevaba éste sus muchos amoríos, podemos añadir que debajo de la capa de don Rafael Alfaro, onubensista esforzado, se encontraba el valor latente de Huelva y su acervo cultural. Desgraciadamente, los achaques nos impiden que veamos por las calles huelvanas al último caballero que llevó sobre sus hombros la vieja capa española.

En el terreno femenino, Salud de Silva, choquera de pro, elocuencia personalizada a ritmo de fandango, continúa usando la capa con mucha elegancia y que sea por muchos años.

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