El reto de formar a la nueva generación industrial
Joyanes alerta sobre la paradoja de una inversión milmillonaria que choca con una crisis de mano de obra local
La transición energética en Huelva se enfrenta a un desafío más complejo que la propia ingeniería de los electrolizadores o el transporte de una molécula de hidrógeno: la disponibilidad y cualificación del capital humano. Antonio Joyanes situó el foco de la sostenibilidad futura no en las máquinas, sino en las personas, alertando sobre la paradoja de una inversión milmillonaria que choca con una crisis de mano de obra local.
“Hace 60 años hubo un proceso de transformación, formación y un avance que provocó el desarrollo económico de la provincia; ahora falta replicar ese modelo para no tener que traer el empleo de fuera”, advirtió. La realidad operativa ya muestra síntomas de tensión. Las paradas de mantenimiento y las nuevas construcciones industriales están recurriendo crecientemente a profesionales desplazados de otras geografías ante la insuficiencia de perfiles técnicos en el mercado local. Para Moeve, el éxito del Valle Andaluz del Hidrógeno Verde depende de activar una cantera de talento capaz de operar plantas que ya no funcionan como las refinerías del siglo XX.
El perfil profesional que demanda el hidrógeno verde y los biocombustibles ha mutado radicalmente. “Ya no vamos a tener a una persona abriendo una válvula manualmente; tendremos una máquina que la abre, pero necesitamos a alguien pensando qué hay dentro y cómo optimizarlo”, explicó Joyanes.
La digitalización y la Inteligencia Artificial (IA) se han convertido en herramientas estructurales, permitiendo que ingenieros junior tomen decisiones de alto impacto económico en sus primeros meses de rodaje, algo impensable en la cultura industrial tradicional donde el aprendizaje duraba años. Sin embargo, la tecnología no lo es todo. El directivo enfatizó la necesidad crítica de competencias “no técnicas” o habilidades blandas (soft skills). En un mercado volátil, la capacidad de negociación, la visión comercial y el trabajo en equipo son tan valiosos como la ingeniería química. “Un coeficiente intelectual de 150 nunca será más listo que dos personas trabajando juntas”, sentenció, desmontando el mito del genio individual en favor de la inteligencia colectiva.
La filosofía de trabajo que Moeve busca implantar se resume en una máxima que Joyanes compartió con el auditorio: “La obsesión siempre gana al talento”. Más allá de la brillantez académica, la compañía prioriza la constancia y el compromiso diario como motores de los proyectos complejos. Esta visión conlleva una nueva ética en la relación empresa-empleado. Joyanes reconoció que la alta cualificación y la guerra por el talento provocan rotación, pero defendió que la responsabilidad de la empresa es crear un sistema robusto. “Si formas a un profesional y se va a otra compañía por una mejora, éticamente has cumplido; el deber de la organización es depositar el conocimiento en un sistema, no solo en la cabeza de las personas, para que la marcha de un individuo no detenga la operación”. El mensaje final a la Universidad y a los centros de formación fue una invitación abierta: las instalaciones están disponibles, pero hace falta gente dispuesta a liderar el cambio desde dentro.
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