Más de 4.500 kilómetros de distancia separan Huelva de Zaporiyia (o Zaporozhye), en Ucrania, cerca de Mariupol, en una zona tomada por las tropas rusas. Pero en la capital, hay una pequeña parte de esa ciudad en conflicto porque aquí viven Anna y Karina, dos jóvenes de 17 y 16 años que han llegado junto a sus madres, que son amigas, todas acogidas por una tía que lleva en la ciudad tres años. Desde el pasado día 22 son alumnas del IES José Caballero, están en 4º B de la ESO, un grupo bilingüe que les ha recibido con los brazos abiertos, con compañeros y profesores que les cuidan, les enseñan y les hacen de traductores.  

Apenas tienen nociones de español, pero sí un buen nivel de inglés que ha determinado su incorporación precisamente en este grupo, en el que asignaturas como Historia o Educación Física se imparten en este idioma y en las que no es así, profesores como el de Biología o la de Matemáticas (Débora, su tutora) se dirigen a ellas en inglés para facilitarles la integración. Karina cuenta que le encanta el instituto y Anna también se muestra contenta y agradecida por el recibimiento después de "un viaje muy largo, con mucha gente en el tren".

El móvil y la traducción les facilita la comunicación con sus compañeros.

El proceso para su incorporación al sistema educativo comenzó el 17 de marzo a través del denominado anexo 9 que debe cumplimentar el centro dirigido a la Delegación de Educación, donde les indican qué curso les corresponde. No obstante, existe la posibilidad de integrarlos en un curso inferior si el conocimiento del español es escaso, o nulo. Es el caso de Anna y Karina, así como de dos compañeros de Senegal que también acaban de llegar en admisión extraordinaria.

En total, el IES José Caballero cuenta actualmente con una decena de alumnos de otras nacionalidades y sin saber el idioma, cuatro más que al principio de curso. Cuentan con el recurso del Aula Temporal de Adaptación Lingüística (ATAL), por el que una profesora va los jueves y viernes en dos medias mañanas. Aunque la docente les deja material para que lo vayan trabajando durante la semana, con este aumento de las admisiones extraordinarias este refuerzo se les ha quedado corto. Por eso, actualmente están pendientes de que la Delegación les conceda la ampliación del horario ATAL, que imparte una profesora que a su vez tiene que dar formación en varios centros.

El director, José María Vázquez, en la puerta del aula mientras entran en ella Karina y Anna, en el centro, con Dani y Claudia siempre junto a ellas.

"Debido a las circunstancias especiales de Ucrania, con ellas se han acelerado los trámites", explica José María Vázquez, el director del IES José Caballero. A principios de la semana eran 43 los alumnos ucranianos escolarizados en centros de la provincia, una cifra que va en aumento porque siguen los trámites en marcha.

Una vez que se recibe a los alumnos la jefatura de estudios se reúne con la familia, un encuentro importante para determinar mejor el grupo más indicado. El de Anna y Karina es "maravilloso", afirma su tutora, "no hay problemas de convivencia y tienen un buen nivel académico, con ellas se han volcado". Tanto es así, que ya el primer fin de semana que han coincidido "quedaron con ellas para darse una vuelta, les querían enseñar la ciudad". Su compañera Dani les traduce y al recordar su quedada lo primero que le viene a la cabeza a Karina es "¡palmera!", que dice en un perfecto español.

Diana, la orientadora del IES José Caballero de Huelva.

Débora considera que "reclaman normalidad", en cuanto fueron admitidas "pidieron entrar en clase" porque aunque sus vidas están ahora en Huelva, en su ciudad permanecen los padres de ambas. Con ellos hablan con frecuencia a través de Skype o de whatsapp, sin embargo de allí no llegan buenas noticias. Anna dice que su padre les echa de menos y que "escucha disparos, explosiones y alarmas". Karina coincide en que su padre le habla de estallidos de bombas y que él "tiene miedo por su familia". Estas adolescentes quieren normalidad en sus vidas porque coinciden en que la guerra "no acabará pronto", en opinión de Anna, que esto "es sólo el comienzo", conviene Karina.

"Nuestros alumnos están acostumbrados a vivir desde chicos con compañeros de otras nacionalidades y tienen unos valores importantes", explica el director. Vienen de colegios como Los Rosales o el Juan Ramón Jiménez, donde ya respiran esa diversidad. Diana, la orientadora del centro, mantiene reuniones periódicas con los tutores para velar por la integración y que, por ejemplo, los alumnos que acaban de llegar no estén solos en el recreo, y sea necesaria su intervención por alguna circunstancia. En el caso de Anna y Karina, como en todos, "les dejamos su espacio porque hay una primera fase de choque cultural", explica la orientadora, pero su incorporación está siendo modélica, "ellas son muy receptivas".