Menos público y escaso entretenimiento
En el tendido
COMENTABA alguien en el tendido, entre el aburrimiento y la desesperación, que a veces las corridas deberían durar tres toros. Uno por cada torero y el que hiciera méritos, que tuviese la oportunidad de repetir. Evidentemente sería un sinsentido. No es más que una reflexión jocosa de una aficionada que trataba de sobrellevar de la mejor manera posible una tarde de ¿toros?, más bien de diestros, porque los astados pecaron por su ausencia.
Lunes de Colombinas, jornada laboral, horario adelantado y las cámaras de televisión como testigo... Argumentos a los que acogerse para que quien tuviese alguna duda se quedase en casa. La entrada más floja del ciclo onubense. Tanto que hasta el cabezo notó la ausencia. Una lástima para un cartel interesante, atractivo y con alternativas para apreciar formas bien diferentes de interpretar la tauromaquia. Pero con barro ni Miguel Ángel habría podido tallar su David.
Si fuera necesario recurrir al argot deportivo bien podría definirse la tarde desde el lenguaje tenístico. Set en blanco. Seis toros seis, seis veces nada. Y en este caso, y al menos eso sí lo supo apreciar el aficionado, al matador poco se le pudo reprochar salvo algo más de acierto con los aceros.
La de ayer de una tarde reivindicativa. Si el domingo Huelva se sumó al clamor general del mundo del toro español, la del lunes fue la protesta cívica y pacífica del toro onubense. Ganaderos y miembros de la gran familia de la Fiesta en la provincia se unieron tras una pancarta con un lema tan simple como contundente: 'Por la libertad, sí a los toros'. No fue la única, porque en La Merced se dejó ver una bandera española con un "Visca la tauromaquia" bien clarito.
Como cualquier espectáculo de masas que se precie, porque el toro también lo es, entre su asistencia habita numerosos especímenes diferentes. Los tendidos de las plazas están llenos de dos figuras definidas. Por un lado está el aficionado y por otro el entendido. El aficionado va por placer, porque le gusta y disfruta con lo que ve. Puede tener unos conocimientos mayores o menores, pero comprende que el espectáculo que tiene delante le llega, le alcanza. No pretende nada más. El entendido anima la plaza con su Cossío mental. Retransmite la corrida a quienes lo rodean, sin preguntar siquiera si a estos les interesa mucho. En tardes de silencios como la de ayer se nota más la presencia de los segundos que de los primeros... y de algún espontáneo sin reparos que pide la música por su cuenta y, como Huelva es Huelva, la banda empieza a tocar al instante, sin planteárselo.
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