Psicología y Salud: Cómo afrontar la decepción

Todo está en ti

El cómo aceptemos la decepción determinará si nos recuperamos con rapidez o si nos quedamos estancados en la frustración y el arrepentimiento

Psicología y Salud: La rendición

Decepción. / M.G.

La decepción es lo que ocurre cuando tu realidad no cumple tus expectativas; es cuando las cosas no salen como tú esperabas, planeabas o creías que merecías. Ejemplos como perder un trabajo, que tu pareja te deje, que pierdas una compra importante o que no logres vender algo, etc. Frase que solemos utilizar: ¡No es justo! Y a veces, realmente, no lo es. Lo que está claro es que, según cómo aceptemos esa decepción, será lo que determine si nos recuperamos con mayor rapidez o nos quedamos estancados en la frustración y el arrepentimiento.

Está claro que aceptar una decepción no significa fingir que no nos importa cuando realmente nos ha afectado, ni decir: “bueno, no pasa nada, yo vibro alto”. Lidiar con la decepción significa reconocer la realidad de la situación, permitirte sentir las emociones que tienes y luego descubrir cómo seguir adelante fomentando tu bienestar.

La decepción no se refiere solo a cosas fuertes o importantes en la vida. También se refiere a situaciones simples del día a día, como quedar con alguien y que no aparezca, ir a un sitio a comer algo especial y que no lo tengan, o estar involucrado en un proyecto que al final no sale. Sea grande o pequeño, la decepción siempre viene acompañada de emociones reales como tristeza, frustración, e incluso ira o resentimiento. Todo esto es normal. El problema es cuando te quedas estancado demasiado tiempo en esas emociones.

Si hablamos de salud mental, la decepción puede llegar a producir problemas de ansiedad, estrés o incluso depresión. Si no se gestiona bien, puedes entrar en patrones de pensamiento negativos, diciendo cosas como: “¿para qué esforzarme?, si total nunca me va bien”. Esta mentalidad solo genera más frustración y te deja atrapado en un círculo vicioso, dándole vueltas a todo y sin salida.

Es cierto que, al lidiar con las decepciones del día a día, aprendes que no siempre puedes controlar lo que sucede, pero sí puedes controlar cómo respondes. Aceptar la decepción no significa definirte por ella.

Las decepciones ocurren porque la vida no siempre te da lo que quieres ni sigue el guion que habías escrito. Esperas que las cosas salgan como tú quieres, pero luego la situación da un giro inesperado. En realidad, las decepciones ocurren porque la vida es impredecible, y no importa cuánto esfuerzo pongas si hay factores que escapan a tu control.

Hay personas que, si viven muchas decepciones, desarrollan una sensación de indefensión aprendida, la creencia de que “haga lo que haga, nada cambiará”. En ese momento, la decepción deja de ser algo puntual y se convierte en una mentalidad pesimista. Empiezas a esperar siempre lo peor, no porque quieras, sino porque te sientes más seguro esperando lo negativo que ilusionándote y luego decepcionarte otra vez. Pero claro, si lo vives como una constante, ese pensamiento mina tu motivación, tu autoestima y tu bienestar mental.

Para la salud mental, es clave aprender a manejar la decepción, ya que si no se hace bien puede afectarte gravemente. Pero si aprendes a gestionarlas de forma constructiva, desarrollas tu resiliencia y aprendes a ajustar tus expectativas, lo que reduce el estrés, aumenta tu capacidad de afrontar la incertidumbre y te da una visión más sana y equilibrada de la vida.

Pautas para mejorar cómo gestionas la decepción:

La decepción es inevitable en la vida, pero no te define. Lo que realmente importa no es lo que no conseguiste, sino cómo eliges vivirlo. Detrás de cada decepción hay potencial de crecimiento, nuevas perspectivas, e incluso oportunidades inesperadas.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último