Psicología y Salud: ¿Por qué nos afecta tanto cometer errores?

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En una sociedad que idolatra la perfección, aprender de nuestras equivocaciones es clave para fortalecernos y avanzar

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Un joven lamentándose de un error.
Un joven lamentándose de un error.

Aceptar nuestros errores nunca ha sido sencillo, y mucho menos en una sociedad que ve la perfección como un estándar al que todos deberíamos aspirar. Sin embargo, los errores son una parte ineludible de la vida porque, al fin y al cabo, la vida no es perfecta. Albert Einstein dijo una vez: “Quien nunca haya cometido un error, nunca ha intentado algo nuevo”. Y lo lamento, ¡pero todos cometemos errores! De hecho, si miramos con sinceridad, los errores son fundamentales en nuestro proceso de aprendizaje. Muchas de las cosas que aprendimos cuando éramos niños las adquirimos mediante ensayo y error, y gran parte de los descubrimientos más importantes de la humanidad han sido fruto de equivocaciones. Un claro ejemplo de esto es el descubrimiento de la penicilina en 1928 por el científico escocés Alexander Fleming, un hallazgo accidental que salvaría millones de vidas al combatir infecciones bacterianas.

El problema surge cuando nos castigamos por cometer errores o tratamos de evitar a toda costa el equivocarnos. Si hacemos esto, corremos el riesgo de no crecer. Y el crecimiento, tanto personal como emocional, es esencial para nuestra salud mental. A veces, ese crecimiento implica retroceder para poder avanzar de una manera más sólida. Cuando pienso en algunos de los errores más grandes que he cometido en mi vida, me doy cuenta de que cada uno de ellos me ha enseñado algo valioso sobre mí misma y sobre la vida en general.

Cometer errores es una parte fundamental de la experiencia humana, y aunque se puede argumentar que son esenciales para el aprendizaje y el crecimiento personal, muchas personas sienten una presión constante por evitar cometerlos. Este fenómeno está profundamente enraizado en las estructuras psicológicas y sociales que modelan nuestra manera de interactuar con el mundo. ¿Por qué nos afecta tanto cometer errores? ¿Por qué nos resulta tan difícil permitirnos equivocarnos? A continuación, exploraremos las razones desde una perspectiva psicológica.

El miedo al juicio y la crítica

Uno de los factores clave detrás de nuestra aversión al error es el miedo al juicio social. Desde una edad temprana, somos enseñados a valorarnos por nuestras competencias y éxitos. El refuerzo positivo a través de logros, premios y reconocimientos crea una fuerte asociación entre la "perfección" y la aceptación social. Por otro lado, los errores a menudo se perciben como algo negativo, un fallo que nos expone al juicio de los demás.

Nos preocupa ser vistos como incompetentes o incapaces, lo que activa un mecanismo de defensa que nos lleva a evitar errores a toda costa.

La necesidad de control y autonomía

Desde una perspectiva evolutiva, la necesidad de control es fundamental para nuestra supervivencia. En tiempos antiguos, los errores podrían haber tenido consecuencias graves, como poner en peligro nuestra seguridad o la de nuestro grupo social. La psicóloga Carol Dweck, autora de la teoría de las mentalidades, sostiene que las personas con una mentalidad de "resultado fijo" tienden a ver los errores como una amenaza a su capacidad innata, lo que aumenta la ansiedad por cometerlos.

La mentalidad de "crecimiento", en cambio, considera los errores como oportunidades de aprendizaje. Sin embargo, esta perspectiva es menos prevalente en una cultura que valora los logros tangibles y medibles. En la sociedad contemporánea, el miedo a perder el control o a no cumplir con las expectativas impuestas nos lleva a evitar cualquier situación que pueda resultar en un error, prefiriendo la seguridad de lo que ya sabemos que nos es familiar.

La relación con la autoestima

La autoestima es otro factor clave que influye en nuestra relación con los errores. Cometer un error puede ser interpretado por muchas personas como un reflejo negativo de sí mismos. La autoevaluación puede ser especialmente dañina cuando las personas se identifican demasiado con sus logros o fracasos. En lugar de ver el error como una acción aislada, lo interpretan como una señal de que no son lo suficientemente buenos, lo que reduce su autoconcepto.

El efecto del perfeccionismo

El perfeccionismo es otro factor que puede contribuir a nuestra incapacidad de permitirnos cometer errores. Las personas perfeccionistas suelen establecer estándares extremadamente altos para sí mismas, lo que puede llevarlas a tener una relación tóxica con el fracaso. Según estudios realizados por la psicóloga Frost et al., el perfeccionismo está estrechamente relacionado con altos niveles de ansiedad y depresión. Las personas con estas características tienden a percibir el error como un reflejo directo de su fracaso personal, lo que agrava aún más sus sentimientos de insuficiencia.

El perfeccionismo no solo se limita a las metas personales; también está influenciado por las expectativas sociales y culturales. Vivimos en una era de redes sociales donde el éxito y la perfección parecen ser la norma. En este contexto, cometer errores puede sentirse como un acto de vulnerabilidad, algo que no se puede mostrar públicamente sin arriesgarse a perder el "prestigio" o el reconocimiento.

El concepto de ¡fracaso' como estigma social

En muchas culturas, el concepto de fracaso es visto de manera negativa, asociándose con la incapacidad, la incompetencia o el rechazo. El psicólogo Albert Bandura argumenta que nuestra percepción del fracaso está fuertemente influenciada por las normas sociales. Las culturas que valoran la competitividad y el rendimiento tienden a estigmatizar los errores, lo que lleva a una aversión generalizada hacia el "fracaso". Esto se ve reforzado por el concepto de "éxito absoluto" que prevalece en la sociedad contemporánea, donde solo se valora lo que se hace bien.

Sin embargo, desde una perspectiva psicológica más amplia, el fracaso no debería ser estigmatizado. El filósofo Michel Foucault sugirió que el error y el fracaso son inevitables en el proceso de autodescubrimiento. En lugar de ver el fracaso como un estigma, es posible reinterpretarlo como una oportunidad para la resiliencia y el crecimiento.

El ciclo del estrés y la ansiedad

Cuando cometemos un error, no solo enfrentamos una posible consecuencia social o personal, sino que también activamos una respuesta emocional en nuestro cerebro. El sistema límbico, responsable de regular nuestras emociones, puede generar un ciclo de estrés y ansiedad cada vez que cometemos un error, sobre todo a quienes son más propensas a experimentar emociones intensas como la culpa y la vergüenza después de equivocarse.

Este ciclo puede volverse autoperpetuante: el miedo a cometer más errores puede llevar a la evitación, lo que reduce nuestras oportunidades de aprendizaje y refuerza la idea de que los errores son insostenibles.

Conclusión: El error como oportunidad de crecimiento

A pesar de la incomodidad emocional y psicológica que nos generan los errores, es importante reconocer que estos son fundamentales para nuestro desarrollo. La psicología moderna, en especial la psicología humanista de Carl Rogers, subraya que el verdadero crecimiento personal solo puede lograrse a través de la aceptación de uno mismo, incluyendo nuestras imperfecciones.

Permitirnos cometer errores no significa ser permisivos con la negligencia, sino reconocer que el aprendizaje y el crecimiento a menudo surgen del fracaso. Al integrar una mentalidad de crecimiento, podemos reformular nuestra relación con el error, viéndolo no como un enemigo, sino como un maestro que nos guía hacia una versión más resiliente y competente de nosotros mismos.

Este enfoque permite no solo reducir el miedo al error, sino también cultivar una actitud más saludable hacia el proceso de aprendizaje y la vida en general. Al final del día, los errores son una prueba de que estamos viviendo, creciendo y, sobre todo, intentando.

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