La psicología del carnicero

Empresario y carnicero

La psicología del carnicero
La psicología del carnicero
Raquel Rendón

22 de octubre 2011 - 01:00

Su vida siempre ha estado ligada a la barriada de Las Colonias. Este onubense de 31 años frecuentaba el barrio desde niño. Su madre regentaba una tienda de 20 duros en el mismo local en el que él ahora tiene su negocio, la Carnicería Alfredo. Estudiar y emprender carrera universitaria nunca estuvo entre sus planes. Ni siquiera optó por seguir los pasos radiofónicos de su tío materno, Enrique García-Izquierdo, o de su padre, Alfredo Buendía. Así que pronto comenzó a trabajar en el antiguo Ecoprix de la Avenida Cristóbal Colón, donde aprendió el oficio.

A orillas de la Fábrica de Harina conoció también al amor de su vida, Pilar, con la que inició una relación cuando apenas contaba quince años. Pese a su juventud, Alfredo ya ha recorrido media vida de la mano de la misma mujer, la que le ha dado el más hermoso de los tesoros, sus dos niñas: Alba y Lucía. "Mi familia lo es todo, lo más importante que tengo". La primera nació hace diez años y la segunda, hace cuatro. La paternidad le hizo ser "más humano, más sensible".

Se define como un hombre "sencillo, humilde" y casero, amante del campo y de la pesca. Aunque tampoco hace ascos a compartir unas cañas y unas risas con los amigos.

El carnicero de Las Colonias ha aprendido a adorar un trabajo que considera "bonito", especialmente por el trato con el público. Es esa relación directa, "de tú a tú", la que le hace ejercer a menudo "un poco de psicólogo porque me consideran, al igual que yo a ellos, como a uno más de la familia".

La coyuntura económica actual ha afectado a "mi público" y, por ende, también a su negocio. "Mantengo la clientela, pero la gente compra menos cantidad y más avíos para hacer un potaje o un puchero", destaca. Ahora mismo, además de sus excelentes productos cárnicos, "tienen mucha salida las paletillas de cerdo debido a su razonable precio, 30 euros la pieza". Una buena opción para afrontar la crisis con un sabor más agradable.

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