Una década prodigiosa de matrimonio para volver a casarse de blanco
Huelva l boda ibicenca
Gema y Juan Antonio pensaron en una ceremonia original en la Punta del Sebo donde todos los invitados debían ir de blanco · Papalote, subido a los zancos, les renovó los votos y les regaló un espectáculo pirotécnico






Nadie le iba a a decir a Gema Correa y a Juan Antonio Silva que diez años después iban a volver a celebrar, de una forma diferente, sus bodas de nuevo. No son las rutinarias bodas de plata ni las de oro. Diez años de casados han sido suficientes para renovar los votos. Una boda original, donde los invitados, aproximadamente unas sesenta personas, pasaron un día inolvidable el pasado fin de semana.
El lugar elegido fue la pequeña caleta que hay junto al monumento a la Fe Descubridora, en plena Punta del Sebo. Sus trabajos no le permitían celebrarlo en el mes de junio, fecha de su aniversario real, así que los pospusieron para la noche sabatina de agosto.
La iniciativa fue de ambos, cuando un día decidieron celebrar que llevaban una década de matrimonio. Tenían muy claro que querían una boda temática y surgió la idea de celebrar una boda ibicenca. El único requisito era que todos los invitados fueran vestidos de blanco y, según Gema, "todo el mundo siempre tiene algo blanco".
Tomaron la decisión de celebrar sus nupcias una tarde cualquiera cuando menos se lo esperaban, hace un año, y finalmente optaron por lanzarse a la aventura.
No los casó un cura, ni un juez, sino un animador zancudo apodado Papalote, onubense de Las Colonias y de nombre Manu Anarte, buen amigo de la familia Silva-Correa. Él mismo se encargó de renovar los votos a la feliz pareja y posteriormente amenizó la velada con un espectáculo de pirotecnia: era su particular regalo de boda.
La ceremonia salió "de maravilla", pues estaba muy bien organizada y pudo contar con la participación activa y la colaboración de todos sus amigos. Todo estaba preparado antes de la llegada de los novios, desde el equipo de sonido para reproducir la marcha nupcial, a la apetecible barbacoa y todos sus amigos esperándole.
Se acercó el momento esperado. El reloj marcaba las ocho de la tarde. Primero llegó el novio, acompañado de su particular madrina, Mari, y detrás, la novia, con el padrino, Juanjo, ambos integrantes de una pareja madrileña que se casó el mismo día que Juan Antonio y Gema, hace ya diez años, y a los que conocieron en el viaje de novios, allá por la otra orilla del Atlántico.
Al grito de "¡Vivan los novios!" de invitados y curiosos (que se acercaban sorprendidos a ver lo que estaba pasando), su particular cura los casó, bajo un arco de globos preparado por sus amigos especialmente para ellos.
Como si de una boda real se tratase, las mujeres estaban a un lado y los hombres a otro. Su niño pequeño, Josué, de 7 años, estaba muy ilusionado por el evento y fue el encargado de llevarle los anillos a sus padres. El pequeño "estaba nervioso", pues nunca había presenciado una boda de ellos.
La novia sustituyó el ajetreado vestido de boda por otro más fresquito de verano, también utilizó un trozo de velo, incluso le regalaron la liga. El novio también iba de blanco, dejando atrás todas las supersticiones. Los invitados, de blanco también, lucían collares al estilo hawaiano .
Como en todas las bodas, las anécdotas también estuvieron presentes ese día. Uno de los invitados "no fue de blanco", era el amigo despistado; también les regalaron una caja de puros con sus nombres, para que la repartieran entre todos. Un día inolvidable para la feliz pareja, que se alargó toda la noche hasta las ocho de la mañana. Hubo música, baile y mucho espectáculo.
Gema comentó que se lo pasó "muy bien en las dos bodas" pero que, sin duda, "ésta fue diferente, salió mejor de lo que se esperaba, todo gracias a la colaboración" de sus amigos. No le importaría volver a repetir. Seguro que dentro de diez años es protagonista de otro evento tan particular.
Los invitados regalaron a la pareja de recién casados un televisor de pantalla plana que no se esperaban. También hubo champán y tarta. Sólo faltó que la novia tirara el ramo. Pero eso... otra vez será. La originalidad de esta joven pareja onubense demuestra que no es necesario gastar tanto para pasárselo bien: "Nos lo pasamos genial, ése era el objetivo", indicó la novia.
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