"El premio es un reconocimiento a la labor iniciada por nuestros padres hace 37 años"

xxv edición de los Onubenses del Año

Los responsables del local de Adoratrices, famoso por sus tortillas de patatas, recogerán el jueves el premio de los lectores de 'Huelva Información' en la categoría de Economía y Empresa

Cristóbal y Agustín Pérez Corrales, copropietarios del restaurante Juan José, con una de las populares tortillas.
Cristóbal y Agustín Pérez Corrales, copropietarios del restaurante Juan José, con una de las populares tortillas.

Juan José Pérez y María Corrales lucharon contra viento y marea y sortearon numerosas dificultades para fundar, hace ya 37 años, el popular restaurante Juan José, en el número 1 de Villa Mundaka. Entonces era una pequeña tasca en la que apenas cabían diez personas. Una plancha y una pequeña hornilla con tres fuegos constituían la cocina del establecimiento, por lo que María hacía los guisos en su casa y los portaba en una olla al bar. Platos que, según relata uno de sus hijos, Cristóbal Pérez Corrales, en la actualidad se mantienen tal y como eran entonces.

Casi cuatro décadas después, la fidelidad de sus clientes ha aupado al Juan José hasta lo más alto del podio de los premios Onubenses del Año que conceden los lectores de Huelva Información en la categoría de Economía y Empresa. El restaurante ha batido el récord en los votos de papel, con 1.142 (11.420), a los que hay que sumar otros 1.489 de la página internauta, acabando con un montante de 12.909 sufragios. Este galardón y los seis restantes de la vigesimoquinta edición del certamen impulsado por Huelva Información se entregarán el próximo jueves en una gala que tendrá lugar en la Casa Colón.

"Hemos batido ese récord gracias a la clientela tan fiel y de tantos años que tenemos. Una vez que supimos que estábamos nominados, la gente se volcó y estuvo muy pendiente de los porcentajes. Esto nos enorgullece porque es un agradecimiento a una labor de hace muchos años y mis padres están muy contentos", explica Cristóbal.

El camarero y copropietario, junto a su hermano Agustín, del restaurante de las Adoratrices, valora el "difícil" papel que tienen sus progenitores una vez que están jubilados: "No siempre sale bien dejar un negocio en manos de los hijos. Esto es su vida, ellos están muy pendientes y mi madre dice que su única pena es no poder estar en la cocina. Pero les ha tranquilizado mucho ver que sus hijos están haciendo las cosas bien", confiesa.

El Juan José presume de mantener toda la cocina casera de sus inicios: la carne mechada, la tortilla y los guisos, que son los mismos que hace 37 años. Agustín comenta que el plato estrella de la cocina tradicional que ofrece este establecimiento, la tortilla de patatas, adquirió especial fama a partir de 1986, cuando el establecimiento fue ampliado. Hasta entonces la gran afluencia de clientes obligaba a los dueños a quitar los cristales del antiguo cierre de hierro para poder pasar los platos desde la barra. Muchos clientes comían "incluso encima de los vehículos" de la calle.

La receta originaria de la tortilla, que es de María Corrales, consiste en freír la cebolla y las patatas juntas y en dejar "las patatas bien fritas para que después no absorban tanto huevo y, además, deben estar muy calientes en el momento de la mezcla", según explica Cristóbal. Los clientes, tal y como añade, también destacan la exquisitez del sabor de la salsa de mahonesa, "igual de rica que la propia tortilla". Junto a este plato, la carne mechada y las manitas de cerdo han disparado la popularidad del local.

Según recuerda Cristóbal, sus padres trabajaban "como burros" desde las cinco de la madrugada hasta la una para sacar adelante el negocio y él y su hermano comenzaron a echarles una mano al cumplir los trece años, por las tardes, una vez terminada la jornada escolar, para que pudieran descansar. Sobre una caja de Coca-Cola colocaban los cafés.

Cristóbal comenta que sobre todo fueron complicados los inicios, ya que sus padres cogieron el negocio "de la nada" una vez que cerró la fábrica para la que trabajaba Juan José. En aquellos años costó "una fortuna" y supuso "muchísimo esfuerzo" para sus progenitores pagar el local. Desde entonces ha habido "momentos mejores y peores" pero el restaurante ha mantenido "la misma línea de productos, calidad y precio". Y la clientela ha respondido.

"Hay que amoldarse a los tiempos. No se puede pretender, en plena crisis, vender lo mismo que antes. Entonces vendías cuatro y ahora dos o tres, está claro que no puedes vender lo mismo con menos clientela. Hay que bajar los precios y apretarse los machos. Mis padres nos han inculcado siempre que en el vender está la ganancia", asegura.

Consolidado el Juan José desde hace muchos años, Cristóbal y Agustín puede presumir de haber mantenido la plantilla de doce personas a pesar de los complicados momentos económicos, lo que constituye "el mayor sacrificio que tiene ahora todo negocio", ya que "la alegría se ha perdido y la gente no se gasta lo mismo que antes y sale menos".

Agradecido y encantado de disfrutar del trato con la gente, el responsable explica que todo el mundo identifica al Juan José por el trato familiar, al tiempo que muestra su orgullo al ver cómo generaciones enteras pasan por el local, si bien el perfil de la clientela es muy heterogéneo.

Lo que no niega es que su trabajo es muy sacrificado: "Mi padre dice que en un bar siempre hay algo que hacer. Un camarero nunca puede estar parado y aquí no tienes un momento de relax, nunca paras".

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