Una posibilidad en el horizonte
Tres mujeres y sus pequeños, en situación de desamparo, participan en Acompañar, un proyecto de las hermanas de la Consolación para recuperar la autonomía, estabilidad y lograr la inserción sociolaboral




Empoderar, según la RAE, es "hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido". Para ello, es esencial hallar una posibilidad -por remota que parezca- en el horizonte. Hay mujeres que trabajan para que otras, en una situación de especial vulnerabilidad social, de riesgo y desamparo, sepan que un día no muy lejano podrán ser responsables de sus vidas y que finalmente solo de ellas dependerá, en gran medida, lo que ocurra en el futuro, cuando crucen hacia la calle aquella puerta que un día atravesaron buscando un techo y consuelo.
Amina (todos los nombres que aparecen en este reportaje son ficticios) es una de ellas. Hace un año y cinco meses esta marroquí de 43 años entró en el piso que la congregación de las hermanas de la Consolación tienen en la capital onubense, donde promueven la iniciativa Acompañar, que tiene por objetivo acoger, cuidar y acompañar a mujeres y niños que necesitan un apoyo temporal para recuperar su autonomía y estabilidad, tendiendo a una reinserción sociolaboral.
Ella y sus dos pequeñas conviven con Hamida y su bebé de tres meses, así como con Alina y su hija, que acaba de cumplir tres años. "Me encuentro bien aquí, estoy contenta. No tengo familia ni otro sitio al que ir, no tengo nada. Viví siete años con mi expareja en un piso pero él me trataba mal y yo sentía mucho miedo. Escuchaba abrirse la puerta y el corazón ya me no funcionaba. Yo estaba muy mal con él, no podía seguir aunque no tenía a dónde ir", explica Amina. Ahora asegura sentirse más fuerte y más segura. Está buscando trabajo y, tímida, revela su sueño: dedicarse a la cocina a nivel profesional. Sabe bien que no hay dulce ni plato que se le resista.
A Alina, sin embargo, le gustaría trabajar "en la limpieza o cuidando a niños". Su hija es un terremoto que corre por la casa desde hace poco más de una semana, cuando llegó, llenando de alegría cada pasillo. Con 18 años, esta rumana vivía en otro municipio español y llegó a Huelva, donde las hermanas le ayudan "a buscar trabajo y a arreglar el pasaporte de mi hija, que irá al cole".
Junto a estas tres mujeres y sus niños, las hermanas Beatriz De Diego, María Dolores Muñoz y María Ruiz Mulero comparten la cotidianidad, labor a la que se suma cada día Adela Acosta. No en vano, tal y como explica María Dolores, la intervención no es externa, estando la comunidad realmente formada por seis mujeres: las tres hermanas de la Consolación, las tres usuarias y sus cuatro niños. Cada una mantiene su rol, pero a mediodía comen juntas y salen conjuntamente. Tienen, por resumirlo de algún modo, la misma despensa y un día a día compartido.
Tanto es así que, tal y como indica Beatriz, el proyecto Acompañar no sólo proporciona alojamiento -techo y sustento- a estas usuarias, ya que hay otro apartado esencial: el que se forja en la vivencia comunitaria y en lo que generan los lazos. Restablecer la dignidad vulnerable y vulnerada de personas que padecen un importante deterioro humano es básico, ya que las mujeres "llegan muy machacadas, bien por la situación de pareja que han vivido, por circunstancias familiares o por cuestiones de salud písquica".
Al respecto, Adela explica que es prioritario trabajar las relaciones -las que han venido desarrollando con sus parejas, con sus familias e hijos-, pero también las que mantienen con ellas mismas y que "muchas veces son destructivas". Partiendo de la base de que "nadie puede salir solo de esto", el proyecto apuesta, según señala Beatriz, por la convivencia, por esa conjunción de fuerzas de vida que genera el compartir. Porque el deterioro reside en las relaciones, en los lazos, las rupturas, el maltrato o la soledad. La nueva convivencia, sin embargo, "va tejiendo un tapiz que regenera, por lo que se trazan itinerarios de ritmos cotidianos en el vivir, en las relaciones, las tareas domésticas, en los encuentro o en las sobremesas".
Acompañar también engloba procesos de intervención socioeducativa y de formación. Al respecto, Beatriz señala que estas mujeres a veces llegan en un estado de inicio de alfabetización, sin conocer bien su lengua -mucho menos la nuestra-, por lo que se trabaja con ellas empezando por cosas muy básicas. La experiencia les demuestra que de nada sirve que las mujeres acudan a cursos formativos si, para empezar, no entienden el idioma, lo que hará que se sientan mal. Así, lo básico es la alfabetización y que ellas mismas vayan valorando su experiencia, así como que sean capaces de ir registrando un itinerario de sus logros. De esta manerase llegará el momento de abordar otro ámbito que se proyecta más al futuro: la inserción laboral. Es lo que ellas en el fondo desean para salir adelante con sus hijos.
María Dolores comenta que cuando llega una chica al proyecto se establece un diagnóstico y un plan de intervención, tras analizar por áreas las prioridades. "Es muy curioso porque a nosotras nos importa mucho la estabilidad de la persona y que recupere su dignidad, pero para ellas eso es lo último, ya que consdideran que lo primero es el tema económico y laboral. Es importante hacerles entender que para poder hacer frente a un trabajo y a relaciones necesitan antes una estabilidad emocional y haberse recuperado de esa desestructuración", afirma la hermana.
El día a día, según Beatriz, está marcado por pautas sencillas del acontecer: hábitos como levantarse, arreglar la habitación, desayunar, llevar los niños al colegio, limpiar la casa o cocinar. Por las mañanas se gestionan los temas relativos a la documentación y a la orientación para que las muejres aprendan a dirigirse a organismos y trabajen en red. La colaboración con Huelva Acoge es "muy estrecha" y Acompañar está al tanto de los cursos o de cualquier aspecto jurídico o psicológico que sea necesario. Las tardes -con juegos, talleres y meriendas- se organizan para atender a los niños, teniendo un enfoque más lúdico. El refuerzo escolar, la revisión de deberes escolares, así como talleres artesanales para las madres ocupan las horas.
Respecto a la evolución, hay mujeres que afrontan procesos de estabilidad emocional de forma muy positiva, llegando a entender y asumir su realidad. Sin embargo, hay chicas que apenas están un mes en el piso (la estancia mínima está fijada en seis meses) y se marchan, mientras que otras, tras año y medio, pisan la calle con firmeza pero no consiguen avanzar, ya que la realidad actual es complicada. Sí que se nota mucho mucho, según valora María Dolores, el trabajo realizado con los niños: "Llegan mal. Sobre todo cuando tienen ciertos añitos se les nota la influencia de lo de fuera y el tipo de relación con las madres a veces están muy deterioradas". Hasta el punto de no existir, en algunos casos, relación afectiva alguna. De este modo, la madre se preocupa de que no le pase nada, de que tenga comida y esté abrigado, pero sin desempeñar un papel afectivo y educativo. Además, en casos en los que las madres han sufrido malos tratos, hay niños que no las dejan ni un minuto solas, ya que entienden que, de hacerlo, estarían abandonándolas o dejándolas indefensas.
El proyecto, tal y como señala Adela, es integral y busca poner las cosas lo más fácil posible a estas mujeres para cuando salgan del mismo. El objetivo es hacerlo con un trabajo y una ayuda económica, para lo que se les hace un acompañamiento a la hora de buscar recursos, de forma que cuando salgan de Acompañar sepan a dónde dirigirse. Se trata, por lo tanto, de darles las herramientas adecuadas. Al calor de un té y unos dulces preparados por Amina, Adela habla sobre la convivencia. Apenas hay discusiones y, en todo caso, el origen cultural nunca está en el germen de las mismas.
Ellas solucionan sus problemas de forma calmada. "Se respectan muchísimo, se esfuerzan por entenderse y prima lo que tienen en común por encima de lo que las diferencia. No nos lo estamos inventando ni es teoría. Esto demuestra que es posible vivir juntos, en conviviencia. Sus cultos, sus vivencias e historias no nos limita la convivencia", asegura.
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