Ponce Bernal desgrana en una entrevista las aspiraciones de José Marchena Colombo con La Rábida

Crónicas de otra Huelva

El ilustre iberoamericanista acaricia la idea de celebrar en la primavera de 1930 en los Lugares Colombinos un acto hispanoamericano con representación de todos los pueblos de habla española

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Panorámica del monasterio de La Rábida en pleno campo del paraje palermo.
Panorámica del monasterio de La Rábida en pleno campo del paraje palermo. / H.I.
José Ponce Bernal / Felicidad Mendoza Ponce

Huelva, 26 de mayo 2025 - 05:00

La Introducción

El espíritu de lucha

Sin constancia no se logran los objetivos en la vida

La actualidad de nuestra Huelva, de nuestra sociedad, nos conduce siempre hacia un texto de Ponce Bernal. En estos días se habla mucho de La Rábida y los Lugares Colombinos. Huelva vuelve a suspirar por ese protagonismo que la historia le da, pero que no logra obtener por derecho propio. No es la primera vez que ocurre que Huelva tenga que levantar la voz para que el resto vea que le corresponde ser protagonista. En las últimas décadas, se ha intentado desde las instituciones, con el apoyo de toda la sociedad, ser sede o subsede de las Cumbres Iberoamericanas de Jefes de Estado y de Gobierno. Cuando le ha tocado a España ser anfitriona vemos a Madrid 1992, Salamanca 2005, Cádiz en 2012 y de nuevo lo será Madrid en 2026. Pero estos suspiros cumplen demasiados lustros ya. El propio Ponce Bernal, que es protagonista de estas páginas que publicamos cada lunes, dedicó muchos artículos a resaltar ese protagonismo de Huelva. Cuando se eligió Sevilla para la Exposición Iberoamericana de 1929 hubo una gran depresión en Huelva y Ponce animó desde sus columnas a hacer algo para atraer a los visitantes hacia la provincia que vio partir La Pinta, La Niña y la Santa María. De ahí surgió su idea de hacer un álbum turístico, Huelva-Cuna del Descubrimiento de América, escrito con un lenguaje bellísimo por Ponce Bernal e ilustrado con dibujos de Pedro Gómez y Fernández Alvarado. Un interesante documento que se difundió en el Pabellón de Huelva y se entregó a todos los presidentes de las diputaciones españolas que vinieron a conocer Huelva y a navegar por su ría hasta los Lugares Colombinos. En la primera respuesta de Marchena Colombo a la entrevista de Ponce queda meridiano el resquemor que siente por ese “olvido” con Huelva. No quiere ni hablar de ese evento. En cambio se desvive por hablar de la Exposición Universal de Barcelona, de la que presume haber visitado y admirado. El culto americanista, impulsor de múltiples iniciativas para que La Rábida y el espíritu de hermanamiento con los pueblos latinos no decayera, estaba preparando para la primavera un encuentro con todos los pueblos de habla hispana. A este propósito lo entrevista Blanqui-Azul, quien en la entradilla y a modo de colofón destaca el espíritu de lucha de José Marchena Colombo. Reflexiona sobre los esfuerzos que hay que hacer en la vida para lograr un objetivo. La figura del presidente de la Colombina sirve al periodista para marcar la base de lo que consideraba la búsqueda del éxito, el respeto y la posición sociales. “No hay alegría mayor en la existencia que aquella que resulta de vencer los obstáculos que se oponen a su deslizar de acuerdo con la voluntad del individuo”, dice Ponce casi al final. La clave de todo, la constancia. También para que La Rábida consiga el reconocimiento que merece.

Quien no sufre, no triunfa, dice un proverbio italiano, y nada más cierto; el triunfo, que es la gloria, debe ser levantado sobre un pedestal de sufrimientos para que no sea ese algo ficticio y efímero que la adulación construye alrededor de algunas reputaciones. Y lo difícil del triunfar no está en el triunfo en sí, sino en el saber sufrir.

Casi sin excepciones los hombres tienen un anhelo y lo persiguen, y puede que la mayoría logren alcanzarlo si no fuera que les rinde el sufrimiento del camino y prefieren la comodidad y el quietismo del vencido a las inquietudes y agitaciones del que lucha por ese algo ideal que es sueño, que es ilusión, pero que el trabajo y la porfía transforman, algunas veces, en realidad. Si los triunfos en las cosas de la vida no tuvieran un precio elevadísimo de paz y de dicha, de sosiego y de descanso, perderían el amplio valor que hoy tienen y dejarían de ser algo codiciado que solo conquistan seres excepcionales: estarían al alcance de la vulgaridad.

La satisfacción de haber terminado con éxito la jornada emprendida, y haberse impuesto, haber logrado un nombre o un respeto, es mayor si el triunfo se alcanza después de haber tenido que escalar la calle de la amargura de un calvario. Este es el caso de don José Marchena Colombo.

En él vive una ilusión, él acaricia un ideal y no le importan los sufrimientos que haya de padecer de verlo convertido en realidad. Piensa que cada amargura, cada desengaño es una piedra angular más puesta en el pedestal sobre el que ha de situarse algún día cuando logre darle cima.

No le arredran los sufrimientos y por eso lucha. Don José no quiere quedar confundido entre un montón anónimo.

Y recuerda siempre este proverbio: “Si quieres triunfar, has de sufrir”. Y él te sirve de orientación y de aliento en el curso de la vida, porque tiene la aspiración legítima de lograr el triunfo en ella.

Ayer tuvimos la satisfacción de departir largo rato con el ilustre presidente de la Colombina.

No queremos sustraer al conocimiento de nuestros lectores la interesante conversación que sostuvimos con él.

Hablamos de las exposiciones. Él se expresó así:

José Marchena Colombo (Izquierda) posa en uno de los arcos del claustro del monasterio de La Rábida junto a Rodolfo Villegas.
José Marchena Colombo (Izquierda) posa en uno de los arcos del claustro del monasterio de La Rábida junto a Rodolfo Villegas. / H.I.

–De la de Sevilla no he de decirle nada porque habrá muy pocos onubenses que hayan dejado de verla; tampoco he de entrar en comparaciones, pero la de Barcelona es grandiosa.

El Pueblo Español tiene una emotividad enorme, eso no puede hacerse sin sentir hondamente a España. Cataluña podrá tener un sentido más o menos regional, pero separatista no. El Pueblo Español es una evocación de la España, una en espíritu que es la más fuerte unidad. Los juegos de agua y de luz, algunos de ensueño; nos emboban, nos hacen niños y volvemos a verlos con esa infantilidad que en los chiquitines causan los juguetes de los Magos. Puedo decirle que en los días que estuvimos nos encontramos muchas veces los mismos contemplando el imponente espectáculo. Barcelona ha dado no un paso, un salto formidable; esta segunda Exposición la pone a la altura de las ciudades salientes del mundo.

–¿…?

–Estuve en la Casa de América, donde se conoce y estime en cuanto vale la obra Colombina. Traigo los mejores recuerdos de aquellos amigos, que trabajan bien. Claro que cuentan con grandes recursos, pero la organización es admirable. La actuación de ellos es puramente económica y distinta a la de la Colombina, completándose ambas.

–¿…?

–Sí, la directiva de la Federación Universitaria Escolar me invitó a que los visitara y en su simpático local estuve hablando una tarde.

–¿…?

–No olvidan la visita que hicieron a Huelva y quieren organizar una excursión para la Pascua de Pentecostés. El hoy presidente señor Salido Orcillo es un mejicano muy inteligente y simpático. No pude asistir a la despedida del señor Nevada, que leería en “El Sol” y a la que asistieron Marañón, Altamira, Américo de Castro…, por haber salido para Barcelona, pero representando a la Colombina y la Rábida estuvo el distinguido señor Bersandiu. Puedo asegurarle que al volver de Barcelona y encontrar la invitación, tuve una gran contrariedad. Nevada es un gran amigo de la Colombina.

–¿…?

–En la Unión Ibérica conferencié con el secretario. Hablamos de la propaganda Colombina. Acabo de mandar no hace mucho tiempo las cuartillas para un folleto: Ruta Sevilla-Rábida-Huelva; lo que nosotros venimos llamando hace muchos años “Circuito Colombino”, pero añadiéndole Villalba y Niebla. Miré los carteles anunciadores que ha hecho el Turismo: “Huelva. Punto de partida de Cristóbal Colón”. (El artista ha cogido el Monumento nuevo de la Punta del Cebo, La Rábida, el monumento nuevo y parte de los dos ríos se destacan sobre el caco y velamen de la Santa maría. Es un acierto). He visto las “Cartas-Sobres” editadas por el P. N. de Turismo, sin de excelente gusto y tengo entendido que muy pronto harán la tirada conteniendo las maravillas de nuestra privilegiada provincia.

–¿…?

–Tengo tanta fe en la fuerza de este rincón de costa española que me parece va a llegar la hora de la Rábida y Palos, pero a los ejecutores de la Exposición que no han querido nada con nosotros, olvidándose de las promesas hechas en más de un pleno del Comité. Lástima de las 150 mil pesetas que se dieron para el Pabellón de Huelva. ¡Lo que se hubiera hecho con esta cantidad en los Lugares Colombinos! Ve usted lo que se lleva don Ignacio Arcos Ferrand para el Uruguay y que se lo enviaremos a Barcelona dentro de unos días: tierra de la Rábida para la Escuela de España, el Museo Histórico y la Asociación Patriótica que radican en Montevideo. En estos preciosos botes de cristal –mostrándolos- está contenida e irán con cintas de las banderas uruguaya, española y de Huelva precintadas con el sello del Ayuntamiento y de la Colombina. Le ruego lea el número de “la Rábida” que se está repartiendo estos días, para que sepa quien es el señor Arcos y lo que representa en el Uruguay, así como el valor social y económico de la Comisión Ejecutiva Española del Homenaje al Uruguay con motivo del Centenario de la independencia del país. No se olvidarán de Palos y la Rábida. El señor Arcos ha llegado en su culto por la Rábida a tirar una edición (tuvo la gentileza de pedirme autorización, ya supondrá la satisfacción que me produjo, en artística y elegante postal de la lápida que tiene la Colombina en el patio de entrada de su residencia en el Monasterio. Esas miles de tarjetas serán una eficacísima propaganda en toda Sudamérica.

–¿…?

–Otra gratísima es la que me dio el señor Graña, al despedirse para el Perú. Haga usted público, me dijo, que en mi país se está construyendo una lápida ofrenda a los descubridores y que la entregaremos con toda solemnidad a la Colombina; ya nos pondremos de acuerdo. El señor Graña es algo más que un hispañolito, es un verdadero español. Su actuación al frente del hermoso pabellón peruano en Sevilla será inolvidable. Muy conocedor de nuestras artes, me mostró el cuadro de Santa Rosa de Lima que estaba en nuestro Museo, cuadro cuya adquisición ha recomendado con el más vivo interés al Gobierno de su país.

–¿…?

–Acaricio la idea de celebrar en la primavera en los Lugares Colombinos (ayer volví a estar en Sevilla con ese motivo) un acto hispanoamericano en el que estén representados todos los pueblos de habla española para reafirmar la “Doctrina de La Rábida” y culminar el sentimiento hispanoamericano, antes que se clausure la Exposición. Ya he celebrado varias conferencias con el cónsul de la Argentina en Sevilla, señor Molina, que goza de gran prestigio y secunda la idea con entusiasmo. Hemos quedado en celebrar una reunión con el Cuerpo Consular y los delegados de los pabellones para trazar unas líneas generales. La Colombina aspira a que ese acto tenga una enorme resonancia. Yo confío en que evocará los actos más solemnes que ha organizado la Colombina.

–¿…?

–Hablé con el director general de Bellas Artes que no olvida la Rábida, a la que presta la mayor atención. La cultura artística del conde de las Infantas es una garantía. Por la R.O. última conocerá usted pasa a otro arquitecto que es persona cultísima y de gran competencia profesional. Hace pocos días estuvo en la Rábida y hemos hablado de las obras del monumento. Yo aprovecho todas las ocasiones, es mi deber. Haríamos milagros si todas las energías de la ciudad se aunaran. Sería Huelva la mitad de lo que es hoy y sus hombres hicieron el Centenario de 1888. La labor es de perseverancia, pero todos unidos, no uno solo. Trabajemos con voluntad que el trabajo es fuerza redentora, pero levantemos la frente alegrándonos la fatiga diaria con los goces del espíritu. En las religiones de los hombres no hay una tan honda como la de esos hombres que descubrieron, conquistaron y civilizaron un continente desangrándose para hacerlo fecundo…

...

Hasta aquí nuestra conversación con don José Marchena Colombo. Cuando nos separamos de él pensamos que este hombre es un milagro de genio porque ha sido un milagro de labor.

En el principio de acción es tan poderoso que difícilmente se resiste cualquier clase de circunstancia. Auscultando su espíritu, fácilmente se comprende que su obra es el más intenso de sus placeres; y esa obra realizada es la que hace nacer ampliamente en él el sentimiento de la individualidad, consagrando la victoria, aunque sea parcial y momentánea.

No hay alegría mayor en la existencia que aquella que resulta de vencer los obstáculos que se oponen a su deslizar de acuerdo con la voluntad del individuo. El temor está, o la desgracia está en que el hombre no adivine este placer y se rinda sin lucha, sin atacar los obstáculos, sin probar vencer los obstáculos.

Pero cuando se ha obtenido el primer triunfo y cuando por ello se ha disfrutado la primera alegría, ya es casi seguro que el hombre seguirá su normal camino si circunstancias excepcionales no se lo estorban.

Por eso don José Marchena Colombo se muestra siempre consecuente en la lucha contra los obstáculos que se levantan ante él para entorpecer su camino, porque de su tenacidad en la lucha ha de resultar, indefectiblemente, aquel triunfo que es esencia del ideal colombino y en el que se fundamenta la vida de prosperidades de nuestra Huelva.

BLANQUI-AZUL. Diario de Huelva, 07-01-1930

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