Su facturación depende exclusivamente de las ventas en verano y cuando las cuentas no salen se replantean incluso la conveniencia de permanecer con la actividad. Los chiringuitos van por el camino de no hacer su agosto este año ya que el inicio de la temporada ha sido "nefasto", según el presidente de la Asociación Provincial de Chiringuitos, Juan Días. Y es que las cuentas de la primera quincena de julio evidencian la crisis: se ha facturado la mitad de lo que se contabilizó el año pasado en las mismas fechas.

Ese desmoronamiento del consumo se ha dejado sentir en los 62 chiringuitos que se extienden a lo largo de la costa onubense, donde hay un plato estrella sin competición alguna: las sardinas, ya sean acompañadas por una cerveza o un tinto de verano, porque los veraneantes no están dispuestos a pagar más de 15 euros (el precio medio de una ración oscila entre los 8 y los 12 euros, en función de la localidad). "Hay gente en la playa y en las mesas -asegura Días-, pero eso no tiene nada que ver con que se venda más".

"No hay dinero y al final eso repercute en nuestros negocios", explica Días, que sabe que no confía en recuperar las pérdidas, aunque no pierde la esperanza en que la situación se pueda normalizar a partir de agosto. A pesar de ello, los efectos de la recesión en el consumo ya han comenzado a llegar y desde la patronal se apunta a que más del 70% del personal contratado (1.200 trabajadores) es exclusivamente para el fin de semana, "porque entre semana el parón es generalizado".

Un parón que ya ha arrastrado a tres establecimientos que habitualmente abrían sus puertas (en Mazagón, Ayamonte e Isla Cristina). "Son los primeros y nos tememos que no sean los últimos", asevera Días, porque la situación está provocando que no sean pocos los que se replanteen la conveniencia de mantener las instalaciones abiertas al público durante toda la temporada.