La paradoja de la competencia en Responsabilidad Social Corporativa
Competir es necesario, aunque puede ser un incentivo de mejora de empresas y procesos o un límite si nos centramos sólo en comparar y ganar sin aprovechar la cooperación
Competir no cabe en la Responsabilidad Social Corporativa. Es una frase que leo bastante en artículos, conclusiones de jornadas o en trabajos de expertos y teóricos de la RSC. Y estoy bastante de acuerdo. Pero otra frase que podemos encontrar de forma muy habitual, y no menos cierta, es que las empresas responsables compiten mejor en sus respectivos sectores, o en el mercado internacional, y sobre todo son más hábiles diferenciándose de la competencia. ¿Es o no la competencia un concepto que quepa en la RSC? Esa es la paradoja. Sí que lo es, aunque hay que incluirle algunos matices.
Lo cierto es que de forma natural el ser humano compite. Nos educamos en un mundo en el que aprendemos desde pequeños que para que alguien gane otro tiene que perder, y pocas veces nos paramos a dar un paso atrás y buscar la tercera opción en la que todos puedan ganar y que además es algo que casi siempre existe.
Es necesario romper nuestra tendencia natural a competir
Compruebo constantemente esta tendencia natural de las personas en las sesiones que dirijo de coaching de equipos o de desarrollo personal cuando propongo una dinámica en la que se distribuyen los participantes en varios grupos. Estoy muy pendiente de describir las instrucciones de lo que hay que hacer de forma clara y sin dar sensación de competición, incluso a veces incluyo coletillas del tipo: el objetivo es facilitar y pensar diferente. Y ni por esas. Doy el tiempo y a competir se ha dicho. No sólo eso, sino que en la mayoría de los casos desarrollamos la dinámica con un claro enfoque a que el resto de equipos pierdan.
Cuando termina el juego, y mientras el equipo ganador celebra la victoria y el resto de personas buscan sus propias estrategias para interiorizar o, también muchas veces, para justificar la derrota, yo les pregunto muy seria: ¿quién os ha dicho que estábais compitiendo? Y se suele hacer el silencio en la sala.
De competir a 'coompetir'
La Responsabilidad Social Corporativa es una forma de gestión responsable y rentable que se basa en el diálogo con todos los públicos de interés de la empresa, en ser hábil en esa comunicación para buscar espacios de interés común en los que todos ganen. Es absolutamente posible. Y la competencia suele ser uno de esos públicos de interés casi siempre.
Recordemos que las partes interesadas o públicos de interés de una empresa son esos colectivos que pueden encumbrar o enterrar a la empresa. Los trabajadores, los clientes, los proveedores, los accionistas, las administraciones… Y la competencia también lo es. Sin embargo competir de la forma tradicional, o de esa forma natural en la que estamos programados, puede limitarnos mucho las ideas, la creatividad, las alternativas y, por tanto, las opciones de crecimiento y resistencia.
Cada vez son más las empresas e instituciones que apuestan por la coompetición o por la coompitencia que son dos formas de hacer lo mismo: grouchear la palabra competencia para incluirle los valiosos matices de la cooperación y de la visión del ganar-ganar.
El camino a seguir de las empresas responsables, y de las personas responsables también, es el de las alianzas, dentro de este enfoque de la responsabilidad como estrategia de crecimiento y éxito basada en la habilidad para responder.
El entorno competitivo incentiva la mejora y estimula la innovación y el progreso, por supuesto. Pero competir con este matiz de la coompitencia garantiza el juego limpio del mercado. Y la resistencia de los negocios. Y la sostenibilidad de las actividades. Y la transparencia. Y la calidad del servicio y de los productos a los consumidores. Y un mundo mejor para todos, eso también.
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