Historias del Nuevo Mundo con sabor a Huelva

Las ‘papas asás’ de María Reque

  • Se desconoce cuando se aceptan las papas andinas en el Viejo Mundo. La referencia más antigua de su consumo en tierras onubenses es del siglo XVIII, en Fuenteheridos y Castaño del Robledo

Recogida de la papa. Ilustración de la Nueva corónica y buen gobierno. Felipe Guamán Poma de Ayala, 1615. Biblioteca Real de Dinamarca.

Recogida de la papa. Ilustración de la Nueva corónica y buen gobierno. Felipe Guamán Poma de Ayala, 1615. Biblioteca Real de Dinamarca.

Hay mucho misterio sobre el momento en el que las papas andinas acabaron convirtiéndose en un ingrediente básico de la cocina española. Muy cerca de las sierras onubenses, en la villa extremeña de Llerena, Pedro Cieza de León cultivó las papas que trajo del Perú en 1560, aunque parece que los oficiales de la Casa de la Contratación no valoraron su potencial gastronómico.Dicen las crónicas que vinieron dispuestas sobre una cama de sal, aunque bien pudieran ser chuños blancos o papas deshidratadas al modo tradicional incaico. Al fin y al cabo, los chuños eran la base de la alimentación indígena en la región andina y, ante la falta de otros víveres, es fácil asumir que probasen ese recurso local.

Quizás Pedro Cieza no fue el único que se trajo unas papas aquende la mar, porque en aquellos años y procedente de Lima llegó a la villa de Huelva una muchacha nacida el “La Ciudad de los Reyes”. María era hija de Hernando Alonso de Reque y, aunque se habían afincado en el virreinato del Perú, mantenían el contacto con sus parientes y amigos de Huelva.

María creció en el seno de una familia modesta, pero sin privaciones. Su padre era piloto mayor de la Mar del Sur, oficio por el que se le reconocían sus méritos y experiencia en aguas del océano Pacífico. Quizás llegó siendo un muchacho y estuvo al servicio del moguereño Bartolomé Ruiz, uno de los “Trece de la Fama” que acompañaron a Francisco Pizarro y guió sus barcos. ¿Destacó Hernando Alonso en el descubrimiento del río Reque? Donde si destacó, según parece, fue en la exploración de las costas chilenas, pues “fue el primero que descubrió el Estrecho de Magallanes”, quizás en la expedición comandada por Francisco de Ulloa que alcanzó, desde Chile, la embocadura del Estrecho de Magallanes, allá por 1554.

El caso es que María nació y se crio en Lima y, como en tantas familias españolas, en su casa pudo servir alguna nativa que les enseñase las virtudes de la papa andina. Ya fueran blancas, amarillas, rosadas o violetas; sabrosas como la huamantanga, ideales para hornear, como la huayco, o aptas para guisos y estofados, como la tumbay o la canchán.

Era frecuente asarlas en hornos de tierra o “huatias”, para después consumirlas acompañadas de vegetales o algo de carne; o bien cocinarlas junto con otros ingredientes en la conocida“pachamanca”. El caso es que a María la enviaron a Huelva siendo una muchacha ¿Llevó consigo algunas papas con la esperanza de sembrarlas en la huerta doméstica? Lo que sí es seguro es que pasó unos años en la villa onubense, donde casó con Gaspar de Mora, enviudó y volvió a casar, esta vez con Diego García.

No sabemos en qué momento se aceptaron las papas en el Viejo Mundo. La versión tradicional, que otorga el mérito al Rey Sol y a un tal Parmentier, no casa con las idas y venidas de los onubenses al Perú. Todo parece indicar que su fácil cultivo y su alto valor nutricionalpropiciaron su incorporación a la gastronomía popular, probablemente acompañando a otros tubérculos, como los nabos o las zanahorias, en pucheros y estofados. La referencia más antigua de su consumo en tierras onubenses es del siglo XVIII, en los pueblos de Fuenteheridos y Castaño de Robledo, pero bien pudieron comerse antes.

¿Y Cuándo se hizo la primera tortilla de patatas? Unos argumentan que fue el general Zumalacárregui en los altos de Begoña, allá por el siglo XIX, otros que los campesinos navarros a comienzos de aquella centuria, otros que algunos avezados extremeños que experimentaron con harina, levadura, huevo y patatas cocidas; incluso hay quien apunta que los agricultores valencianos ya consumían las patatas “en guisado y en tortillas” a mediados del siglo XVIII.

A decir verdad, los huevos en tortilla no eran ninguna novedad. Ya los cocinaban los romanos y tampoco faltaron entre los aztecas. Francisco Martínez Montiño, cocinero real de los Austrias, incluye varias tortillas en su recetario de fines del siglo XVI: “Cartujas, dobladas, con agua y sal, o con queso fresco”. Con su sartén, su poquito de aceite o manteca y sus indicaciones varias: Echar los huevos batidos con la sartén bien caliente, cuidar que no se pegue, repartir el huevo para que quede bien redonda, voltear la tortilla a su debido tiempo o cuidar que quede jugosa por dentro.

¿A quien se le ocurriría la feliz idea de incluir unas patatas cocidas o fritas? Habiendo huevos y patatas, bien pudo ocurrírsele a nuestra María de Reque. En 1584 tenía el corazón dividido entre su Lima natal y sus padres, de un lado, y la Huelva que la había acogido, del otro, aunque al final triunfó el Nuevo Mundo. María logró que el Consejo de Indias expidiese las licencias necesarias para que ella y su marido embarcasen hacia el Perú, donde le esperaban sus padres y unas buenas “papas asás”.

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