HISTORIAS DEL NUEVO MUNDO CON SABOR A HUELVA

Siete panes para siete solteros

  • Los registros de los navíos Nuestra Señora del Rosario y Nuestra Señora de la Concepción atestiguan la presencia de siete triguereños que llevaron al Nuevo Mundo el pan carrillo y la devoción a su Patrón

Mapa de la costa norte de Colombia y Venezuela, realizado por Alonso de Santa Cruz.  Islario General de todas las Islas del Mundo (ca. 1550). Biblioteca Nacional de España.

Mapa de la costa norte de Colombia y Venezuela, realizado por Alonso de Santa Cruz. Islario General de todas las Islas del Mundo (ca. 1550). Biblioteca Nacional de España.

Los días se hacían más cortos según avanzaba el otoño y el trabajo escaseaba para los jóvenes. Es cierto que Trigueros era una villa próspera: sus mieses no sólo daban de comer a los vecinos de la villa, sino que llenaban los graneros del conde de Niebla y del arzobispo de Sevilla.

En la campiña y los puertos onubenses resonaban las historias de los marineros que habían hecho fortuna en el Nuevo Mundo, porque las otras, las de quienes se jugaron la vida en valde, esas se evitaban.

Cien años después del primer viaje colombino América era ya una inmensidad llena de oportunidades, un continente demasiado atractivo para que los muchachos del pueblo se quedasen indiferentes ante la oferta de su convecino Francisco de Vides, nuevo gobernador de la provincia de Cumaná.

Había organizado una expedición para poblar y conquistar aquellas lejanas tierras y, no sin dificultad, logró algunos voluntarios. Los registros de los navíos Nuestra Señora del Rosario y Nuestra Señora de la Concepción atestiguan la presencia de vecinos o naturales de Trigueros, Beas, Moguer, Lucena del Puerto, Villarrasa,... Unos con sus familias, como el beasino Juan Vayo; otros solteros, entre ellos siete triguereños: Juan Ruiz de Vides, Juan de Vargas, Gonzalo Moriel, Juan de Villalba, Cristóbal Rodríguez, Juan de Huelva y Cristóbal Martín Ramos.

¿Qué les impulsó a emprender esta aventura? ¿La falta de recursos? ¿El deseo de fama, honra y riqueza? ¿La intolerancia religiosa? Los conversos del judaísmo, cristianos convencidos o no, y los críticos con el catolicismo oficial estaban cansados de vivir con el miedo de que el Santo Oficio llamase a su puerta y esta era una buena oportunidad para zafarse y comenzar de nuevo. Francisco de Vides miraría para otro lado y, de hecho, a estos pobres infelices parece que les cobró por colarlos en la expedición. Había logrado que la corona liberase a los nuevos pobladores de inspecciones e interrogatorios incómodos. Él organizaba la expedición, sufragaba los gastos y daba las justas explicaciones a los oficiales reales.

¿Se hallaban algunos de aquellos solteros en tal situación? Nunca lo sabremos.

Tampoco sabemos si embarcaron en Sevilla o si algún navío los llevó a Sanlúcar de Barrameda en noviembre de 1592. De allí partieron, ligeros de equipaje y cargados de ilusiones.

Quizás recibieron alguna ayuda de sus convecinos. Hacia unos años que el cabildo de Trigueros se había comprometido a entregar panes y otras viandas a quien lo necesitase, al menos durante las fiestas de San Antonio Abad.

¿Embarcaron con un pan carrillo bajo el brazo? Sus características lo aproximan al bizcocho marinero, ese pan que llevaban los barcos para alimentarse en alta mar, que se repartía por libras y llegaba a durar más de un año. El pan carrillo suma, en sus dos mitades, sendas libras de miga compacta, y su corteza dura y crujiente facilita su conservación. Bastaba con cortarlo, tostarlo al calor de la lumbre, frotarlo con un diente de ajo, regarlo de aceite y acompañarlo de algo de pescado seco, tocino, cecina o queso, que de todo había en los barcos fletados por Francisco de Vides. Así lo atestiguan los registros de los navíos citados, expedientes formados por la Casa de la Contratación y que se conservan en el Archivo General de Indias.

¿Qué fue de ellos? Años después algunos denunciaron ante el Consejo de Indias los abusos y la falta de compromiso del gobernador, y de todo quedó constancia en la documentación: Francisco de Vides les cobró por llevarlos al Nuevo Mundo y apenas repartió una libra diaria de bizcocho durante el viaje. Menos mal que el pan carrillo del Santo les daría un respiro a los siete triguereños.

A los solteros, a nuestros siete solteros, se les animó a casarse y fundar una familia, pues había que afianzar la nueva población, cultivar la tierra y criar el ganado. De hecho, embarcaron vacas “de vientre”, cerdas y “verracos”, yeguas y caballos “con que preñarlas”, borricas y “garañones”, ovejas, cabras y gallinas. No fue una tarea fácil, pues aparte de maltratarles, les repartía raciones de “raíces y maíz” ¿Probaron pan casabe, hecho con harina de yuca, y arepas de maíz? Era un alimento habitual de los indios palenques.

Algunos triguereños y beasinos se quedaron. ¿Qué sentido tendría, si no, la fundación de Santa María de los Clarines en tierras venezolanas? Su iglesia de San Antonio está dedicada al fraile franciscano y no al abad, aunque parece que el controvertido Francisco Vides llevó consigo la devoción al Santo Patrón de Trigueros.

La próxima entrega: La oruga que se comió Cristóbal Colón, acompañada de vino de Villalba.

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