El padre de los paradores
Manuel Fraga estuvo detrás de los centros de Ayamonte y Mazagón durante su etapa como ministro de Franco · Recibió la medalla de oro de la provincia por impulsar un plan de desarrollo turístico de la costa
A Manuel Fraga, fallecido el domingo, se le recuerda estos días por razones muy variadas. En Palomares no olvidarán su paso en bañador, mientras en Huelva se le recuerda por su contribución al desarrollo turístico de la provincia, en especial por los paradores nacionales de Ayamonte y Mazagón.
La casualidad ha querido que hoy, precisamente, se cumplan 46 años de la primera visita oficial de Fraga a Huelva como ministro de la dictadura franquista. Lo hizo un lunes 17 de enero de 1966, casualmente, el mismo día que aviones americanos dejaban caer en un accidente varias bombas atómicas en la costa almeriense.
Ajeno a la trascendencia de ese incidente, el responsable de Información y Turismo del régimen se daba mientras un baño de multitudes y agasajos en la otra punta de Andalucía, en una visita puramente berlanguiana, en la que se le tributó un homenaje por su impulso al Plan de Promoción Turística de la Costa de Huelva, aprobado por decreto dos meses antes.
Fraga recibió la Medalla de Oro al Mérito Provincial de Huelva de manos del gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, Hernán Pérez Cubillas, y del presidente de la Diputación y subjefe del Movimiento, Francisco Zorrero.
"Aquí están los orígenes lejanos de nuestra civilización -dijo Fraga de Huelva durante un discurso muy dogmático- aquí el nudo que une a dos continentes y de aquí partieron las carabelas que llevaron la Cruz, nuestra lengua y nuestra cultura a crear la Hispanidad por el mundo. Aquí está uno de los grandes nudos de la Historia de España que como tantos otros lugares y posibilidades egregias en los años difíciles en que la Patria se perdió a sí misma, perdió también su curso y su conciencia y se hundió en un largo letargo del que por fortuna ha venido a liberarnos el Movimiento Nacional".
Manuel Fraga, más allá de estas palabras, se mostró como orgulloso valedor del potencial de la costa onubense. No dudó en vender en todo momento las bondades de su plan, que preveía la urbanización de 5.000 hectáreas en 13 núcleos con 341.200 alojamientos, de los que 33.900 se crearían en una primera fase, y que contemplaba también un aeropuerto.
Visitó sobre el terreno La Rábida, Palos de la Frontera, Mazagón, Lepe, Isla Cristina y Ayamonte, donde el día siguiente inauguró el primer parador onubense. Aprovechó la ocasión para tener un encuentro de alto nivel con las autoridades portuguesas, invitadas al acto, en las que destacó de forma profética el necesario entendimiento entre la provincia de Huelva y el Algarve.
El 15 de octubre de 1968 volvió para inaugurar el parador de Mazagón, cuando dijo que "Huelva está destinada a desempeñar un papel de primer orden en el desarrollo turístico del sur de España". No obstante, ya reconoció sólo dos años después de su plan el "relativo retraso" de la provincia y su déficit en infraestructuras y promoción.
A pesar de ellos, de su deseo nació el desarrollo de Matalascañas, aunque ya entonces Fraga se destacó como defensor de Doñana y su entorno, donde impidió la construcción de algunos proyectos.
Tras el fin de la dictadura, el político gallego no perdió su vinculación con la provincia. Se mostraba afectivamente unido a La Rábida y participó en varios actos con la Real Sociedad Colombina, aunque fue su condición de líder de Alianza Popular lo que le llevó de nuevo a la provincia en años posteriores, en época electoral.
Sus maratones por la provincia, con visitas de hasta 12 poblaciones en un día, como hizo en marzo de 1985, se hicieron conocidas. Pero su retirada de la primera línea evitó nuevos regresos a Huelva.
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