Gente Inteligente

Cuándo y por qué es muy oportuno callarse la boca

Una niña pide que se guarde silencio.

Una niña pide que se guarde silencio. / M.G. (Huelva)

Pruébalo. Aprende a callarte. El silencio puede ser un gran aliado si entiendes los beneficios que implica y si aprendes a usarlo, que es algo que no concilia bien con la urgencia por contestar, las ansias por llevar la razón o un diálogo interno de esos que te gritan todo el rato. El artículo de hoy es para contarte para qué te puede servir el silencio en cinco situaciones bastante cotidianas. Para tu comunicación sea éxito lleno de inteligencia emocional.

Vivimos en una sociedad -la occidental-, ruidosa en general, y especialmente ruidosa en particular si nos referimos a nuestra comunidad o nuestro país. No hay más que cruzar a la vecina Portugal, sin ir más lejos, para ver la diferencia. Y hasta allí suena la gente, suenan las calles, las tiendas, los transportes públicos, los centros de trabajo… Y no es inocuo.

La sobreestimulación auditiva nos roba el espacio para pensar, para meditar, para saborear el presente. Y lo peor es que engancha. Así que vas en el coche con la música o la radio puestas, en casa pones la tele de fondo, o arrancas a hablar si de pronto toda la gente del grupo se calla. ‘Ha pasado un angelito’, decimos en mi casa, y esa es una de tantas formas que tenemos de combatir el silencio, como si fuera algo negativo.

Mucha gente no tolera el silencio simplemente porque no está habituada y porque educacionalmente asume que la participación social y la comunicación constante son ‘lo que hay que hacer’. Pero esa incomodidad grande ante el silencio, y las conductas para llenarlo, también puede esconder ansiedad social, incapacidad para gestionar lo que sientes, estrés latente o miedo a quedarte a solas con tus propios pensamientos.

Momentos para el silencio con su porqué

Si te insultan o te desafían en público, prueba a callarte al menos diez segundos. Es la estrategia del silencio incómodo, por eso debe ser largo. Por un lado, facilitarás tu autorregulación emocional, evitarás reacciones desproporcionadas y, con mayor probabilidad, dirás lo que de verdad quieres decir. Y por otro, incomodarás a la persona que te ataca e incluso la pondrás en evidencia sin esfuerzo o la desarmarás.

Si te preguntan algo de lo que no tienes total seguridad o te piden opinión en un tema peliagudo, mantén un momento el silencio. Seguro que te has arrepentido alguna vez de contestar demasiado rápido, sin pensar un poco más lo que ibas a decir. De eso se trata, de dejar de criminalizar el silencio, e incluso dignificarlo con un ‘espera un momento que lo piense’. El silencio abre espacios muy nutritivos para la creatividad, la búsqueda de soluciones y la reflexión, y no sólo la tuya.

Si te das cuenta de que en una reunión sólo hablas tú, cállate un ratito. Claro que para eso debes darte cuenta, que no es tan fácil como parece. Nos encanta tener la atención de las personas, y nos creemos que es por nuestro ingenio o nuestra sabiduría, pero muchas más veces de las que crees es porque ‘no sueltas la hebra’. Si abres espacios de silencio podrás escuchar, y quienes te acompañan hablar. Y a la gente le pasa lo que a ti, que le encanta sentirse escuchada, por eso si les das ese gusto, tendrán más ganas de reencontrarse contigo que si sólo hablas tú, por mucha gracia que tengas.

Si necesitas generar la atención de una audiencia, o crear misterio, saluda y cállate unos segundos. Jugar con el silencio inicial, o antes de desarrollar un punto clave en tu ponencia, es muy provocador, y muy eficaz para centrar la atención de quienes te escuchan.

Si necesitas reprender a alguien sobre sus conductas, o llamar su atención sobre algo que hace mal, díselo de forma asertiva y cállate después. Ese silencio permitirá a la otra persona asumir lo que le dices y explicarse, y a ti te da tiempo para evaluar cómo han caído tus palabras y reformular el resto de la conversación para adaptarte mejor.

El silencio fomenta la escucha activa y la comprensión, reduce la tensión en conversaciones muy emocionales, invita a la reflexión y la autorreflexión, facilita la toma de decisiones, fomenta la empatía, favorece la resolución de conflictos, genera creatividad, promueve la tolerancia, fortalece tu carisma, mejora la concentración… ¡Ah! Y alimenta tu inteligencia emocional. Así que, de vez en cuando, cállate y disfrútalo.

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