Día Mundial del Sida

Más de 1.000 onubenses conviven con el VIH, un virus marcado por el estigma social

  • El tratamiento de antirretroviral permite a los afectados por el sida gozar de una buena calidad de vida

Prueba de VIH.

Prueba de VIH. / Juan Carlos Vázquez

Más de un millar de personas en la provincia de Huelva conviven con el virus de la inmunodeficiencia humana, pero no fallecerán por sida. Un tratamiento adecuado del mismo, que ha pasado a ser una dolencia crónica, permite llevar una vida normal, si bien persiste el estigma social creado en torno a los afectados por el VIH.

Aquellos onubenses que están infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana son conocedores de que no pueden abandonar la medicación, la cual les acompañará el resto de su vida, hoy por hoy. El tratamiento redunda en una buena calidad de vida y en el mantenimiento del virus "a raya", lo cual no significa que consiga la curación. Así lo asegura a esta redacción la jefa de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Juan Ramón Jiménez, Dolores Merino, quien indica que "a día de hoy, aún no existe una cura", aunque destaca que los pacientes "puedan llevar una vida idéntica a otra persona sin VIH tomando un tratamiento sencillo de una a dos pastillas diarias, en general". Además, ya hay tratamientos que se pueden administrar cada dos meses de forma intramuscular (en España, está pendiente de su próxima aprobación) y, en el futuro, probablemente cada seis o doces meses.

"Desde del punto de vista de la salud física, las personas infectadas por este virus no tienen diferencias significativas con el resto de la población". De hecho, "la esperanza de vida es, prácticamente, la misma", explica Dolores Merino. No sucede lo mismo con el aspecto emocional de los afectados, quienes a día de hoy sufren un profundo estigma social. La enfermedad sigue suscitando "un enorme rechazo", expone la jefa de la Unidad de Enfermedades Infecciosas, quien no logra comprender el motivo de ello, "pues llevan una vida completamente normal y, gracias al tratamiento antirretroviral, el VIH es indetectable en la sangre y, por ende, no se transmite por las relaciones sexuales".

Tanto es así, que es "más seguro" mantener relaciones íntimas con una persona diagnosticada con VIH y adecuadamente tratada que con otra presuntamente sana sin una prueba que lo confirme, pues esta puede ignorar que está infectada, sostienen desde el hospital Juan Ramón Jiménez. Esta última persona, al no ser consciente de ello, puede transmitir el virus en las relaciones sexuales que practique sin un método seguro y, por consiguiente, infectar a otras personas.

A este respecto, Merino pide a la sociedad "que recapacite sobre los prejuicios existentes", dado que los afectados por VIH "no comunican la enfermedad a su entorno por miedo a ser rechazados, tanto en el ámbito familiar como en el laboral". En este sentido, añade que es un diagnóstico "que damos con delicadeza, pues sabemos que impacta y genera angustia". Por ello, pido a los pacientes que "busquen apoyos" y, para que dejen de sentir temor a compartir la enfermedad, "es vital que entre todos visibilicemos la misma y seamos conscientes de que no van a contagiar por el mero hecho de estar junto a nosotros", finaliza Dolores Merino.

En Huelva la tendencia de nuevos casos de VIH ha descendido en los últimos tres años, según confirman desde el hospital Juan Ramón Jiménez, aunque reconocen no saber si este escenario obedece a una situación real o si, por el contrario, al menor número de test realizados desde el comienzo de la pandemia. Eso sí, "los nuevos diagnósticos vienen, en una proporción muy importante, en situación muy avanzada, un hecho que ocurre de forma generalizada en el país". Actualmente, están en seguimiento aproximadamente 450 onubenses en el hospital Infanta Elena y 700 en el Juan Ramón Jiménez.

El reto para los sanitarios es, según expone la jefa de la Unidad de Enfermedades Infecciosas, el diagnóstico precoz. No obstante, señala que "ya no es una enfermedad mortal, las personas le han perdido el miedo". Por ello, recomienda protegerse en las relaciones íntimas y las revisiones periódicas en el caso de mantener relaciones sexuales no protegidas, sobre todo, cuando se tienen con personas desconocidas. 

La jefa de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Juan Ramón Jiménez, Dolores Merino. La jefa de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Juan Ramón Jiménez, Dolores Merino.

La jefa de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Juan Ramón Jiménez, Dolores Merino. / M. G. (Huelva)

Asimismo, apunta que pueden aparecer algunos síntomas que aumentan las sospechas, los cuales "pueden aparecer años después de infectarse", véase cuadros diarréicos sin causa conocida, aparición de hongos en la boca o pérdida de peso de causa no justificada.

En el Hospital Universitario Juan Ramón Jiménez, Dolores Merino atiende la consulta específica de VIH desde 1991, aunque desde siete años antes, fecha en la que comienza sus especialidad en el hospital Gregorio Marañón de Madrid, comenzó a ver los primeros casos de SIDA. "Allí comencé a ver a los primeros pacientes después de que saltase la alarma tres años antes entre la comunidad homosexual en Estados Unidos, especialmente en Nueva York, Los Ángeles y San Francisco". Así, Merino recuerda que fue "un camino largo y difícil para los pacientes, pues en los primeros años, éstos venían a los hospitales con pronósticos muy desfavorables al no existir ningún tratamiento eficaz", lo que derivaba en casi 6.000 muertes al año en España en la primera mitad de los 90, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

La historia natural de la enfermedad da un vuelco en 1996 con la implantación del primer tratamiento antiretroviral de alta eficacia. Desde aquel momento, disminuye de manera radical la mortalidad de los pacientes y "la esperanza de vida se acerca a la de la población general", comenta Merino.

Por último, destacar la importancia de la implantación de la PrEP (profilaxis prexposición) en los dos últimos años en nuestra comunidad, como estrategia de prevención de la infección VIH en aquellas personas que tienen prácticas de alto riesgo para infectarse, mediante la toma de una pastilla diaria o a demanda . "Es una estrategia muy reciente que está cada vez más extendida y que tendrá efectos muy beneficiosos en los próximos años", explica Dolores Merino. 

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