El olvidado Alfonso X el Sabio
El monumento que lo recordaba en Niebla fue destruido y reemplazado por el de Ibn Mahfoth · El 750 aniversario de la conquista de la localidad y la incorporación a la corona de Castilla, pasan desapercibidos
La historia es historia, a veces no nos gusta y otras nos fascina. Lo cierto es que no se cambia destruyendo lo que la recuerda; todo lo contrario, es bueno tenerla presente porque de seguro algo se aprende de ella, incluso aquello a lo que tenemos que rehusar. Los políticos, la mayoría de las veces, están acostumbrados a cambiar el paisaje urbano siguiendo el aire que sopla. Movido por ese esnobismo intelectual del que quieren cubrirse para ocultar sus carencias, cometen verdaderos atropellos que llegan a insultar la memoria de los pueblos.
Eso hemos sentido al recorrer la ciudad de Niebla movidos por el 750 aniversario de su conquista por Alfonso X el Sabido. Sorprendido por el olvido en el que ha caído en este año, buscamos aquel monumento que recordamos de una de las muchas visitas a Niebla. Lo teníamos desubicado, pensamos que las sucesivas restauraciones en la muralla y la liberación de casas le habían dado mejor ubicación. No, nos dicen en el pueblo que no busquemos más, que, por orden del ilustrísimo señor ex alcalde de la ciudad don Francisco Viejo (PA), una maquina acabó sin piedad alguna con Alfonso X el Sabio en la Plaza de la Feria. ¿Qué le movió a ello? Parece que la historia no le gustaba o no le convencía. Buscó a Ibn Mahfoth y lo colocó en su lugar. Mientras, en el escudo y la bandera de Niebla se mantiene la estela de Alfonso X.
La Conquista de Niebla por Alfonso X el Sabio no es sólo en este aniversario un olvido de la propia Niebla, sino de todo su reino, luego condado. A comienzos del reinado de Alfonso X, en junio de 1252, Niebla vive bajo el dominio musulmán hasta que en 1262 se produce su conquista e incorporación a la corona castellana. En esa época el dominio efectivo de Ibn Mahfoth era algo menor que la provincia de Huelva, territorio que Alfonso X dará en términos a la nueva Niebla, excepto el que incorpora a las nuevas villas de Huelva y Gibraleón; quedaban fuera las plazas de Aracena, Aroche, Moura, Serpa, Mértola y Ayamonte, esta última extendida hasta el río Odiel; respecto al Tinto, se duda que estuviera ocupada su desembocadura por los cristianos.
El asedio duró nueve meses y medio, una acción bélica que, según los historiadores, no se puede referir a ella en términos estrictamente religiosos, cristianos contra musulmanes, ya que entre los atacantes se encuentran, aparte del propio Alfonso X, el walí de Málaga con amplia tropa de moros, el concejo de Sevilla, las órdenes militares de Calatrava y el Temple, así como diversos hombres de religión encabezados por don Remondo, arzobispo de Sevilla. Se plantea así una conquista más en términos políticos estratégicos que religiosos. La conquista de Niebla es, además, factor necesario para la nueva negociación entre Alfonso X de Castilla y Alfonso III de Portugal, que culminará con la definitiva resolución de la cuestión del Algarve, en 1267.
Finalizada la conquista, Alfonso X reorganiza las tierras y, para ello, establece tres nuevos concejos: Niebla, Gibraleón y Huelva. El relevo de la población musulmana por cristiana sólo se produce en la propia Niebla, manteniéndose los mudéjares en los núcleos rurales. A Niebla se le concede fuero municipal, a la vez que Alfonso X se ocupa de potenciar la actividad ganadera y la de caza. No recupera tras la conquista el antiguo esplendor de su iglesia, como sede episcopal en la época visigoda, por el interés en ello de la iglesia de Sevilla, aunque sí aparece la figura del arcediano de Niebla en el cabildo de la catedral hispalense.
Alfonso X el Sabio impulsó la reconquista tomando plazas como Jerez, Medina-Sidonia, Lebrija, Niebla y Cádiz (1262).
Su reinado destacó sobre todo en el orden cultural. Se le considera el fundador de la prosa castellana y puede datarse en su época la adopción del castellano como lengua oficial.
Los profundos conocimientos en astronomía, ciencias jurídicas e historia le llevan a organizar tres grandes centros culturales que giran alrededor de Toledo, Sevilla y Murcia. Destacó la Escuela de Traductores de Toledo, donde movido por un afán cultural reunió a judíos, musulmanes, castellanos e italianos, que ofrecieron una proyección universal. Un amplia biografía se podría citar. Destacó así en el Toledo de las tres culturas y la tolerancia.
Los pueblos, gusten o no, han sido frutos en el tiempo de las conquistas, entonces bélicas; pero conquistas, al fin y al cabo, que en este caso lleva a una nueva realidad e identidad cultural que en 750 años llega hasta nosotros. La incorporación al Reino de Castilla es la incorporación a Europa, a una nueva realidad que da la mano en el tiempo a la monarquía hoy instaurada en España.
Quizás, no haría falta tantas justificaciones, lo cierto es que a veces se hacen necesarias cuando buscamos una mirada retorcida en las cosas.
Alfonso X el Sabio merece el reconocimiento en cuanto forma parte de nu'estra historia, porque la realidad cultural que hoy tenemos delante, nos guste o no arrancan, con él. Pero, además, estamos ante un personaje esencial en la historia de este país y de seguro podía ser hoy ejemplo para muchas cosas. Ahí está el Toledo de las tres culturas, enaltecido en la tolerancia. A ese Alfonso X es al que recordamos, al que la historia le apellidó El Sabio, el que ha dado nombre a calles y avenidas e incluso a una universidad y tiene monumento en la escalinata de la entrada a la Biblioteca Nacional de España de Madrid. Al que sigue dando nombre a la Gran Cruz de la orden Civil de Alfonso X el Sabio.
Niebla, siguiendo esa estela de desaciertos de sus gobernantes, le desposeyó de su monumento, lo mismo que en los años veinte destruyó la iglesia de Santa María o hoy tiene tapada, cabeza abajo, una placa dedicada a Minerva, oculta bajo el letrero del nuevo callejero, o en la actualidad se deja caer las murallas, que rodean simplemente con una vayas de protección al peatón.
Pero de lo que sí estamos seguro es que Ibn Mahfoth también puede merecer su monumento en Niebla, al igual que Alfonso X el Sabio, que desde su concepto de la tolerancia cultural no le hubiera importado compartir presencia en Niebla. De ahí a arrancar el momento al rey y colocar el de Ibn Mahfoth va un trecho. Provocó el rechazo de una amplia mayoría de hiliplense. Lo mismo que hay que reprobar el maltrato actual a esta escultura y a lo que representa, la poderosa Niebla que había sido conquistada en el año 713 por Abd-al Aziz, en poder musulmán hasta 1262.
Este año es, sin duda, una invitación a conmemorar el 750 aniversario de la conquista de Niebla y lo que ella representó, tanto para esta ciudad como para todo lo que fueron sus tierras. La Cultura lo agradecerá. Sólo habrá en Niebla sendas conferencias de dos profesores de la Universidad de Huelva, en jornada previa a la fiesta de Todos los Santos.
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