Noche de terror en Riotinto: La acampada que terminó en una experiencia paranormal
Huelva Paranormal
Luces extrañas, susurros en la oscuridad y una figura inmóvil en el bosque convierten una acampada en Riotinto en una experiencia que nunca olvidarán
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Riotinto, en Huelva, es famoso sus minas, vistas de la Sierra horadada por las máquinas y la acción del hombre en busca del mineral y por el color rojizo de sus aguas así como por los estudios científicos que lo comparan con la superficie de Marte.
Pero más allá de su interés geológico y turístico, el entorno también esconde un lado misterioso. Entre las minas abandonadas, los pinares silenciosos y los caminos desolados, circulan historias de luces extrañas y apariciones que han alimentado las habladurías durante años.
Un grupo de jóvenes onubenses vivió en primera persona lo que describen como la experiencia más aterradora de sus vidas. Lo que comenzó como una simple acampada de fin de semana acabó convertido en una pesadilla que, todavía hoy, siguen recordando con miedo.
Cinco amigos decidieron acampar en una zona cercana a la ribera del Tinto, en un claro rodeado de árboles. El plan parecía inofensivo y era el de montar las tiendas, encender una hoguera -con cuidado- y disfrutar de una noche bajo las estrellas.
“El sitio nos pareció perfecto”, recuerda Andrés L., uno de los jóvenes. “Había silencio, pero se escuchaba el murmullo del río y eso daba tranquilidad. Estábamos de buen humor, charlando, comiendo y bromeando”.
La primera parte de la noche transcurrió sin sobresaltos con la luz anaranjada de la hoguera iluminaba las tiendas mientras las sombras de los árboles se alargaban alrededor. Pero a partir de la 1:30 de la madrugada, el ambiente cambió.
Pasos que rodeaban el campamento
El primero en percibirlo fue uno de los chicos, José Carlos R., que escuchó cómo crujían las ramas en la oscuridad. Al principio pensaron que se trataba de un animal, algo habitual en la zona. Sin embargo, los ruidos se repitieron con un ritmo inquietante y eran de pasos que parecían rodear el campamento, acercándose y alejándose.
“Lo raro es que siempre se escuchaban a la misma distancia, como si alguien diera vueltas a nuestro alrededor”, relata Susana M. “Alumbrábamos con la linterna y no había nada. Ni un jabalí, ni un zorro, nada. El bosque estaba vacío”.
La tensión fue en aumento. Apagaron el fuego para escuchar mejor y, entonces, oyeron algo más perturbador: un murmullo lejano, como voces que se mezclaban con la noche. “Era un susurro, como si varias personas hablasen bajo entre los árboles. No podíamos entender qué decían, pero estaba ahí”, explica Susana.
Decidieron resguardarse en las tiendas para intentar dormir, aunque el miedo ya había hecho mella en el grupo. Pasadas las tres de la madrugada, uno de ellos sintió cómo la tela de la tienda se movía desde fuera.
“Era como si alguien pasara la mano lentamente de un lado a otro. Al principio pensé que era broma, que alguno de los amigos quería asustarme. Pero todos estaban dentro. Nadie estaba fuera”, afirmaba.
Los jóvenes encendieron las linternas y salieron de inmediato. No había rastro de nadie, ni huellas, ni ramas movidas. El campamento estaba intacto. El silencio volvió a imponerse, pero la sensación de estar siendo observados era cada vez más poderosa.
Lo peor llegó poco antes del amanecer. Mientras recogían las mochilas, convencidos de que debían abandonar el lugar, uno de ellos apuntó la linterna hacia el bosque.
“Lo vimos todos al mismo tiempo”, recuerdan. “Una figura oscura, alta, inmóvil, estaba entre los árboles, mirándonos. No corría, no se escondía, solo estaba allí de pie”.
Describen la silueta como más alta que una persona normal y cuando la luz dio de lleno sobre ella, se movió con rapidez entre la maleza hasta desaparecer. “Fue cuestión de segundos, pero lo tenemos grabado en la mente. No era un animal. No era humano. Nunca habíamos visto algo así”, recuerda Andrés.
El regreso apresurado
El grupo recogió apresuradamente lo que pudo y comenzó a caminar hacia el coche. El trayecto, de casi una hora, se hizo eterno. “Tenías la sensación de que alguien venía detrás, que los pasos nos seguían. A veces oíamos ramas quebrarse a pocos metros”, cuenta José Carlos.
Al llegar al vehículo, ninguno quería hablar. Solo respiraron tranquilos cuando dejaron atrás el bosque y la carretera los devolvió a la civilización. “Nos juramos no volver nunca más. Desde entonces, ninguno ha querido acampar otra vez”.
El entorno de Ríotinto tiene una larga tradición de historias extrañas. Su pasado minero, con túneles abandonados y pueblos fantasmas, ha alimentado leyendas de apariciones y luces en la noche.
Los habitantes de la zona cuentan relatos de figuras que se mueven entre los pinares, sombras que se aparecen cerca de las antiguas explotaciones y ruinas así como de extraños ruidos junto al cauce del río. “El lugar ya tiene algo especial de por sí. El agua roja, los suelos sin vida, todo parece sacado de otro planeta. No es raro que la gente hable de cosas extrañas allí”, explica un vecino del pueblo.
Especialistas en psicología apuntan que el miedo colectivo puede generar percepciones distorsionadas. La oscuridad, el cansancio y la carga de relatos previos predisponen a que el cerebro interprete ruidos naturales como amenazas.
Sin embargo, los protagonistas insisten en que lo suyo fue real. “Sugestión puede explicar un ruido, pero no lo que vimos todos a la vez. Esa figura estaba ahí. No era nuestra imaginación”, reiteran.
Lo cierto es que, más allá de explicaciones, la experiencia el miedo instalado en el grupo. Cada vez que recuerdan aquella noche en Riotinto, la sensación de miedo regresa como si hubiera ocurrido ayer.
Han pasado ya muchas semanas de aquel episodio, pero los jóvenes aún sienten escalofríos al recordarlo. Para ellos, no fue una simple acampada, sino un encuentro con algo muy extraño.
Hoy evitan volver a la zona y, cuando alguien menciona la idea de acampar en Riotinto, responden con un tajante “ni de broma”.
“El silencio del bosque, los pasos, los susurros… todo sigue tan presente como esa figura que nos observaba. No lo olvidaremos nunca”, finalizan.
*Si has vivido una experiencia paranormal o extraña y la quieres compartir o que la investiguemos, escribe a: contacto@josemanuelgarciabautista.net
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