Huelva

La mujer, siempre cofrade

  • La Cantonera de Pedro Cintado

Pedro Cintado.

Pedro Cintado. / M. G. (Huelva)

En estos días que giran en torno a la festividad del Día Internacional de la Mujer, podremos comprobar cómo se multiplican los actos conmemorativos en nuestras ciudades andaluzas y cómo dicha celebración toma un cariz reivindicativo por la igualdad de las mujeres en nuestra sociedad.

Quizá sea buen momento de evaluar la situación actual de la mujer en nuestras hermandades y revisar aquellas acciones que puedan provocar algunas desigualdades, porque con demasiada frecuencia nos referimos a situaciones del pasado para criticar dicha situación, sin darnos cuenta que en la historia de las hermandades hay casos dignos de estudio y que pueden servir como referentes.

Por ejemplo, el caso de la Hermandad de la Vera-Cruz, compuesta y dirigida íntegramente por mujeres y que, ya en su estación de penitencia del Viernes Santo de 1896, procesionaban más de cuatrocientas señoras, destacando por su solemnidad y ejemplaridad

O también podemos citar el caso ocurrido en el entorno de la Hermandad del Santo Entierro en 1875, donde un grupo importante de mujeres constituyó la Congregación de Señoras Devotas del Santo Sepulcro y Soledad de María Santísima, para mayor esplendor de los sagrados titulares de la Hermandad del Santo Entierro. Dudo que en la época de la que estamos hablando, nos encontremos otras instituciones sociales en las que existiera una mayor implicación de las mujeres que en algunas cofradías.

Y si hablamos de normativas, debemos destacar que la Hermandad de la Oración en el Huerto, en sus Reglas de 1923, ya recogía que las señoras que así lo desearan, podían acompañar al Señor durante la procesión en Semana Santa. De hecho, me resultaría rarísimo que actualmente hubiera alguna hermandad que en sus Reglas reflejase un solo artículo con alguna diferencia entre el hombre y la mujer. En concreto, entre un hermano y una hermana.

Las hermandades, como institución de la Iglesia que son, siempre han asumido la normativa eclesial pero también tenemos que decir que siempre han ido un pasito por delante en este aspecto. Nuestro papa Francisco reflejaba hace poco en un documento la autorización oficial para que las mujeres pudieran realizar las lecturas en las misas y que también pudieran ejercer el acolitado de servicio en el altar. Todos sabemos que en nuestras cofradías las mujeres han ido ejerciendo estas funciones con naturalidad desde hace años.

En 1615 ya existía una hermandad que hizo voto para creer, confesar y defender hasta dar la vida el misterio de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen, dogma que fue asumido más tarde por el papa Pío IX en 1854. O la Asunción a los cielos de la Virgen María, proclamado por varias hermandades onubenses en 1906 y asumido más tarde por el papa Pio XII, en 1950.

Y podría continuar relatando ejemplos asimilados de la integración de las mujeres en los distintos ámbitos de las hermandades, porque los cofrades nunca podremos olvidar que una mujer, María, fue la primera cofrade que realizó estación de penitencia, que también fue la primera costalera llevando al Señor sobre su regazo y que, como mujer, lo llevó en su vientre como primer sagrario divino. Dones que Dios le dio a la mujer y que ningún hombre nunca podrá igualar.

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