Especial 40 aniversario de Huelva Información | Análisis

La modélica revolución del campo onubense

La modélica revolución del campo onubense

La modélica revolución del campo onubense / Jordi Landero

Mucho ha llovido ya desde que el secano era el principal sistema de cultivo de la agricultura onubense, que se caracterizaba además por su escasa mecanización y por la persistencia en el uso de aperos de labranza manuales y de tracción animal.

Los mayores, y quienes ya peinan canas, que han vivido en alguno de los municipios agrícolas de la provincia, aún conservan en su memoria aquellas ya lejanas estampas del arado con mulas, la recolección de cereal con hoces o el transporte de las producciones en carros de madera tirados por bestias. Privilegiados fueron quienes pudieron adquirir los primeros tractores.

Pero en realidad, desde aquel blanco y negro –que arrastraba siglos de historia sin apenas cambios-, hasta el actual colorido del campo onubense, el tiempo ha sido mínimo teniendo en cuenta la importante revolución que ha vivido un sector donde en apenas unas décadas se han impuesto los sistemas más avanzados de regadío, la investigación, la internacionalización, las nuevas tecnologías, la automatización, y hasta la inteligencia artificial en los últimos años, hasta convertirse en el principal motor económico de buena parte de la provincia.

A comienzos de los 70, pocos años antes de nacer Huelva Información, la estampa de la agricultura onubense podría describirse así: el regadío de cierta entidad se concretaba en la provincia en una serie de grandes fincas, principalmente de naranjos, repartidas por la zona sur, más la zona productora de fresas Palos-Moguer-Lucena; el resto de la agricultura era básicamente de secano, con presencia pequeñas huertas dedicadas generalmente al abastecimiento de los mercados locales o consumos domésticos.

No obstante en esta década, según ha relatado a esta redacción Manuel Verdier, que en su calidad de agente de Extensión Agraria en Cartaya participó activamente entre 1975 y 1989 en la introducción y desarrollo del cultivo de la fresa en el oeste de la provincia, confluyeron dos importantes hechos que transformaron la agricultura en la provincia, y con ello también de su economía.

Por una parte la presencia de Antonio Medina Lama en el empresariado agrícola onubense, que aportó una mejora sustancial a las técnicas de cultivo de fresa y, sobre todo, el uso de variedades californianas. Y por otra la incorporación en la comarca de la Costa Occidental, con lo mejor de la tecnología disponible, del cultivo de dicho producto, hasta entonces inexistente en la zona. Todo ello, según Verdier, “estimuló acusadamente” a la zona oriental, produciéndose así “un incremento final exponencial de la agricultura provincial de regadío”.

De forma paralela, la superficie dedicada a los cítricos fue aumentando con la expansión del cultivo del naranjo en terrenos hasta entonces considerados inhábiles para ello en el Andévalo.

Para Verdier, que también fue gerente de Freshuelva entre 1989 y 2008 y asesor de la Fundación Caja Rural del Sur (2008-2013), varios fueron los factores que posibilitaron esta “extraordinaria evolución, probablemente sin igual en la agricultura de nuestro país”.

En primer lugar por la existencia de unos mercados europeos altamente deseosos de fresa de calidad e inevitablemente desabastecidos durante buena parte del año por sus producciones nacionales, los cuales empezaron a ser atendidos en exclusiva por Huelva dada su amplia disponibilidad de suelo y agua, y por sus similitudes climáticas con California, lo que posibilitó el uso de sus variedades.

En segundo lugar por un sector productor con una “sorprendente” capacidad de aprendizaje en materia de nuevas tecnologías y de asunción de riesgos económicos.

En tercer lugar por la “elevadísima cohesión sectorial”, que se materializó en la creación de una única asociación, Freshuelva, que aglutinó al 96% del sector. Ello le confirió ante la Administración un grado de representatividad –y después de fiabilidad-, que le permitió alcanzar “importantísimos logros” para el sector, algunos de ellos “excepcionales” en la historia del asociacionismo agrario español.

Entre los más relevantes, Verdier destaca la implementación de extensiones de reglas, con limitaciones cuantitativas de producto, a fin de la defensa de precios; la creación de la empresa Fresas Nuevos Materiales, para la obtención de variedades propias para evitar la dependencia externa de material vegetal; o la concesión por parte de Aduanas y del Servicio Oficial de Inspección, Vigilancia y Regulación Aduanera (SOIVRE) de un programa de ‘Despachadores de sus Propias Mercancías’ que posibilitó la salida de camiones frigoríficos desde las empresas, convenientemente certificados, 24 horas al día, 7 días a la semana, evitando las largas esperas al sol para ser inspeccionados que destrozaban la cadena de frío.

Otros logros fueron la creación de la empresa Hudisa para poner en valor el segmento de producción de fresa industrial y de Onuba Fruit para concentrar la oferta; la redacción del Reglamento de Producción Integrada de Fresas, aceptado por la Junta de Andalucía; o la capacidad de gestión para atender las necesidades de trabajadores de sus empresas asociadas que así se lo solicitaran, mediante contratos de temporada en países de Europa, África y América, siendo Freshuelva, en algunos momentos, la entidad que gestionó de esta forma más trabajadores de España.

La posterior creación en 2007 de la Interprofesional de la Fresa y Frutos Rojos de Andalucía, mayoritariamente sustentada por Huelva, supuso otro importante elemento coadyuvante para el ordenamiento y promoción de este tipo de producciones.

El cuarto factor que posibilitó la “extraordinaria evolución” de la agricultura onubense fue el apoyo al sector que siempre mostraron las administraciones regional y nacional, que implementaron acciones destinadas a llevar agua superficial a los productores mediante la declaración de zonas regables, o posibilitando el diálogo directo con los productores de fresa franceses, a través de los Grupos Nacionales de Contacto, pieza clave en la erradicación de los ataques a nuestros camiones en la frontera con dicho país.

Y el quinto factor, a juicio de Verdier, fue la rápida creación de cooperativas y empresas comercializadoras, lo que posibilitó la venta inmediata de la toda la producción, así como en muchos casos el suministro de los inputs necesarios para el cultivo.

Por último destaca que el ingreso de España en el Mercado Común no supuso para la agricultura de Huelva limitación administrativa alguna, dado que el mecanismo correctivo que la UE podría haber aplicado a las exportaciones agrícolas españolas -Mecanismos Complementarios para los Intercambios (MCI)-, no llegó a activarse en ningún momento, al menos para las exportaciones onubenses.

Con estos hechos, el sector de la agricultura intensiva de regadío en Huelva –concluye Verdier– prosiguió su “exitosa andadura” hasta el año 2000, cuando la superficie plantada de fresa comenzó a disminuir en beneficio de otros productos como el arándano, la frambuesa o la mora. Una “inteligente medida” con la que el sector entendió que se hace más fluido el mercado de la fresa al estabilizar su producción, al mismo tiempo que se incorporan nuevas opciones para los productores onubenses, conformándose el actual sector de los frutos rojos.

Sin duda, y atendiendo solo a los anteriores precedentes, la agricultura onubense goza de unas potencialidades casi infinitas de cara al futuro, aunque para ello, como ha hecho siempre, tendrá que ir haciendo frente continuamente a nuevos retos y a toda clase de obstáculos. El agua es uno de ellos, y en estos momentos casi el más importante, aunque también están, entre otros, la cada vez mayor tecnificación del campo y de todos los procesos, la competencia de terceros países, la sostenibilidad y los retos medioambientales, la necesidad de diversificar las producciones o la complejidad de los mercados en un mundo cada vez más globalizado.

Retos y obstáculos que, indudablemente, serán afrontados con la profesionalidad, la ilusión, la seriedad y el rigor que a lo largo de estas últimas décadas, han sabido poner sobre la mesa los principales actores de esta auténtica revolución del campo onubense: los productores.

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