Un misterio enterrado en San Pedro

"Las incógnitas sobre cuándo se construyó, quién y cómo lo hizo, sólo se podrán resolver con la arqueología". Mucho hay investigado, pero aún más queda por analizar para saber toda la verdad de la única fortaleza existente en la capital que se conozca por el momento. Huelva tuvo castillo, dominando el cabezo de San Pedro, pero sus restos, los pocos que han llegado hasta nuestros días, están ocultos bajo tierra, debajo de una vivienda, cuya propiedad pretende hace años el Ayuntamiento para rehabilitar este espacio y, con él, una parte muy desconocida de la historia de la capital onubense.

El profesor Juan Luis Carriazo, titular de las enseñanzas en Historia Medieval en la Universidad de Huelva, y especialista en fortalezas del siglo XV, puso ayer fin a la III Semana de la Arquitectura en Huelva, organizada por el Colegio Oficial de Arquitectos de Huelva, con el título este año de ¡Descubre tus fortalezas! Carriazo habló en la conferencia de cierre sobre el castillo de Huelva, del que desentrañó parte de sus investigaciones con numerosas referencias históricas en la bibliografía existente. Son muchos, dijo, los testimonios, la noticias y los planos relacionados con el antiguo baluarte capitalino pero hay una parte muy importante que deben aclarar las excavaciones arqueológicas.

"No sabemos qué queda, si se conservan los cimientos y si queda alguna parte que se pueda excavar, teniendo en cuenta, además, que los sucesivos peinados del cabezo se han podido llevar restos", apuntó el profesor. "Pero hasta que no se solvente el tema de la propiedad de la parcela no se podrán hacer las investigaciones arqueológicas, que en este caso son fundamentales".

Juan Luis Carriazo aclaró que "lo que dicen las fuentes y los planos, lo sabemos". "Quedan algunas fuentes pero poco más pueden aportar", aseguró. Pero esos documentos estudiados se centran, sobre todo, en obras y sucesivas restauraciones entre los siglos XVI y XVIII, periodo que coincidió con la época de mayor esplendor (conocida) del castillo, entre los años 1599 y 1640, y su posterior declive, muy avanzado en el XVIII, hasta la ruina definitiva.

Ya en 1667, anotó Carriazo, Luis de Coen, adjuntó al plano más antiguo que se conserva, en el Archivo General de Simancas, el comentario de que "dicho castillo está en todo arruinado y sin defensa", apuntando que no merecía la pena gastar tanto dinero en él para su rehabilitación porque ya no ayudaría a la defensa de la ciudad por sus características.

En la abundante bibliografía reseñada por el conferenciante, se apunta a la antigüedad de la fortificación, evidente en su naturaleza, en terreno elevado y con muros altos, que siglos después la hicieron inservible para defensa militar por su exposición a la artillería surgida más tarde.

De su origen hay muchas referencias pero ninguna cierta. En 1669, fray Pedro San Cecilio habla de "un antiguo castillo, obra (según parece) muy anterior a los romanos" (...) "cuyas ruinas son testigos del vergonzoso descuido de nuestra nación". Antonio Jacobo del Barco, en 1755, escribe que "es sin duda antiguo pero no parece anterior al tiempo de los moros". Y Juan Agustín de Mora Negro y Garrocho, en 1762, consideró que "fue edificado después de la Conquista por alguno de los señores a los que tocó esta villa". Incluso referencias musulmanas de los siglos XII y XIV que ya hablan de una fortaleza en Wilba y de "restos increíbles en excavaciones". Aportaciones, así, para todos los gustos.

El profesor Carriazo, tras ahondar en sus intercambios a lo largo de siglos, entre los que cuentan la disputa entre las casas de Medinaceli y Medina Sidonia por la villa de Huelva y su castillo, concluyó que en la actualidad "cualquier intento de reconstrucción sería perjudicial para los restos que se conserven". "Abogo -añadió- por la arqueología y que no se reconstruya, y que se acondicionen los restos para que pueda ser visitado". Mientras esas opciones llegan, al castillo de Huelva le queda aún mucha historia que descubrir.