Huelva de ayer a hoy

El desaparecido mesón de la calle Hernán Cortés

  • La calleja del Duende servía de tránsito a mucho movimiento, pegada a la renombrada calle de los ricos, era más desenfadada camino del mercado con su café cantante y luego el mesón

ASpecto de las instalaciones del mesón.

ASpecto de las instalaciones del mesón. / Archivo Sugrañes · Postal de Imprenta Girón

Era la calle del Duende, antes de las Ánimas quizás por ello lo primero, así lo refiere Diego Díaz Hierro en su Historia de las calles de Huelva para hablarnos de la de Hernán Cortes, con reminiscencia del Centenario cuando llega al nomenclator onubense. Duendes del Café Cantante que recordaba Montero Escalera, donde actuaban La Parrala o Raquel Meller en sus comienzos. Nosotros lo haremos para referirnos al Mesón de Gonzalo Márquez, que conocimos en los primeros tiempos de salida en pandilla de juventud. Una calle de la que en su trazado más reciente, hasta su actual transformación con nuevas viviendas, tenía a los Almacenes Patria, la Casa Socorro, la administración de loterías y más tarde el supermercado Cabsa, sin olvidar la tienda de los santos, donde comprar el belén por Navidad y estar pendientes del santoral todo el año.

La barra del bar en el pasillo entre las dos estancias del bar restaurante. La barra del bar en el pasillo entre las dos estancias del bar restaurante.

La barra del bar en el pasillo entre las dos estancias del bar restaurante. / Archivo Sugrañes

Así que para ser una calleja muy nutrida estaba la misma, incluso con la escuela del ilustre maestro Agustín Moreno Márquez.

Volvemos al mesón que se inauguró en marzo de 1967, el martes de Pascua. Las antiguas y conocidas instalaciones de la casa Gonzalo Márquez Carrasco se reformaban en un mesón. Sorprendió la decoración que se debía al ingenio artístico de Manuel Marín Delgado. Así que en sus amplias instalaciones, que se recorrían en varias estancias, con dos puertas en números distintos de la misma calle, se encontraba lo que podríamos decir el museo etnológico que siempre estuvo proyectado para Huelva y que nunca se puso en marcha, todavía resuenan los deseos de haber ampliado el Museo de la Alameda Sundheim en el edificio de la Casona para este cometido. Por ahora se quedó en otro de los muchos sueños inalcanzados de esta ciudad.

Aquella inauguración sorprendió a todos; sí, no solo por las instalaciones y su decorado, sino por la presencia del obispo de Huelva, José María García Lahiguera, al que acompañaron las primeras autoridades de la ciudad, nadie se quiso perder la cita.

Un rincón del mesón con su original decoración. Un rincón del mesón con su original decoración.

Un rincón del mesón con su original decoración. / Postal de Imprenta Girón · Archivo Sugrañes

En el amplio reportaje a toda página que le dedicó Odiel se refería a ese momento que en los sesentas vivía Huelva, como era la recuperación económica de la cuidad con la instalación del Polo de Promoción Industrial y las nuevas perspectivas turísticas que se presentaban.

Se convirtió en el museo etnológico que nunca llegó para Huelva

El mesón contaba en las dos entradas una para el servicio de barra y otra para los salones de reuniones. Enormes troncos servían de mesas y asientos, predominaba el empleo de “elementos naturales del campo, aperos de labranza y varias colecciones de una contrastada cacharrería de elegantes líneas y coloridos”, refería la crónica periodística. El techo decorado de esparto, la solería de grandes lajas y los zócalos de palos de pinos.

El prelado que se congratulaba por la invitación recibida, dejaba en todos el deseo de que el nuevo mesón que se inauguraba se convirtiera en lugar de reunión “para unir los lazos de amistad y de familia en estos locales de expansión y descanso donde el ambiente resulta agradable y acogedor”.

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