Medallas de Huelva

El alcalde lanza el reto del futuro para una Huelva “moderna y feliz”

  • Gabriel Cruz habla de unidad, infraestructuras e industria como claves para el desarrollo de la capital

  • Héctor Garrido describe en nombre de los premiados la ciudad querida por todos

“Tenemos infinidad de puntos de encuentro, y si nos encontramos, seguro que, desde el respeto a nuestra cultura, nuestras tradiciones y señas de identidad, conseguiremos una Huelva moderna, pujante, que crezca, se desarrolle y sea una Huelva feliz, que es lo que queremos todos”.

Cerró así su discurso Gabriel Cruz, como colofón al acto de entrega de medallas y distinciones por las Fiestas Patronales de San Sebastián, en el que no dejó la oportunidad de mostrar el reto de futuro que tiene la ciudad por delante. Fue, quizá, una declaración de intenciones, a punto de cubrir su primer mandato al frente del Ayuntamiento de la capital, dispuesto a afrontar uno nuevo para continuar ese trabajo por la evolución de la ciudad, en la que salió (no podía ser de otra forma) la importancia de las infraestructuras para este cometido, pero también de la industria y de esa unidad, ese “punto de encuentro” en la ciudad al que apelaba para acabar su intervención.

Este acto solemne anual, consagrado a los reconocimientos municipales de personas e instituciones, “ejemplo de generosidad y entrega”, es también una ocasión para que el alcalde muestre cada año sus inquietudes para con la ciudad. Y en esta ocasión reclama, más que nunca, que “recupere el pulso de la capitalidad” y “muestre su responsabilidad como locomotora de la provincia”, en paralelo a un “llamamiento a todas las instituciones, especialmente las supramunicipales, para trabajar con lealtad y compromiso para el desarrollo de Huelva”.

En lo que se refiere a él mismo, Cruz manifestó su “compromiso irrenunciable con Huelva y sus ciudadanos” ante “muchísimos retos que abordar”. Y recurrió a las palabras de un músico, Pau Donés, en una entrevista reciente, con las que afirmaba que no hay que perder el tiempo y que la vida hay que vivirla porque “es ahora y es urgente”: “La vida es Huelva y es ahora y es urgente”, dijo sobre el futuro de la ciudad. Fue introducción a su llamamiento para no dejar pasar más tiempo y “resolver la deuda histórica de las necesarias infraestructuras para Huelva y su provincia, para tener oportunidades de desarrollo con nuestras potencialidades”.

Urgencia de infraestructuras

No hubo en el discurso referencia directa a la manifestación de mediados de febrero, pero no hizo falta; bastó que subrayara la referencia a Donés: “Nuestra necesidad de infraestructuras es ahora y es urgente”, como si tratara de recordar que nadie puede faltar a esa movilización porque ha llegado el momento de actuar, o de aclarar que su crítica a los Presupuestos Generales del Estado hace unos días no fue producto de un momento airado.

Tampoco se arrugó el alcalde para reclamar del mismo modo, “ahora y urgente”, la “regeneración de las 1.200 hectáreas de fosfoyeso, territorio para Huelva”. Y para defender la industria onubense como sector generador de “riqueza y empleo”, “motor” de la ciudad; porque ésta, dijo, no puede ser el único lugar que cuestione la importancia de la actividad industrial “como progreso y desarrollo”.

Las referencias al “crecimiento y la modernidad” fueron varias, de una forma u otra, y siempre sin renunciar a la fidelidad debida a la historia, a la tradición y al patrimonio propios. Destacó Gabriel Cruz el momento de especial “efervescencia cultural” que hay en la actualidad en Huelva y que va a desembocar también en el Museo Arqueológico que se construye ya en el edificio del Banco de España o en la inminente apertura del Centro de la Comunicación Jesús Hermida, además de referir los procesos de transformación urbana que permitirá el programa europeo Edusi y alabar la capacidad organizativa de los onubenses, mostrada en eventos pasados, con la vista puesta en otros próximos, como el Campeonato del Mundo de bádminton de 2021.

El alcalde habla de mirar al futuro sin renunciar al pasado, y tomando siempre como ejemplo la labor de tantos onubenses, como los propios galardonados este año en el acto, por su “generosidad” y su “entrega”.

Uno de ellos, el fotógrafo Héctor Garrido, fue el encargado de hablar un momento antes como portavoz, a modo de agradecimiento. Y más allá de la gratitud propia de cada uno de ellos, sin entrar en recorridos personales, ofreció un discurso que recogió la parte emotiva, en ese nexo común, Huelva, con el corazón, dijo. Con los cinco sentidos.

El rojo y ocre de los cabezos

Garrido se desplazó a Huelva expresamente desde La Habana, donde vive hace unos años, confesó, “por amor”. Y se valió de su propia experiencia, de su arraigo en la distancia, de su “filopatria”, para describir esa zona común que es Huelva a través del “fresco de las noches de verano”, del olor “al viento foreño del fin de la siesta, al puchero que sale de las casas de un vecindario”, del sabor de las coquinas “o de esa mezcla extraña, rica y maravillosa de los chocos y las habas”, esa vista de “los flamencos sobrevolando la ciudad a cualquier hora del día”, “el rojo y ocre de los cabezos”, el “aplauso agradecido al compás flamenco cuando gusta una actuación musical” o “el tañir melódico del reloj de la catedral”.

Fue un acto, éste del llamado Día de Huelva, para ese encuentro al que aludía el alcalde, que une pasado y presente para proyectar la ciudad hacia el futuro. Y que se vale del sentimiento para recordar qué es Huelva y a dónde debe llegar para que el orgullo siga siendo compartido por todos.

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