La llegada del 1 de julio no rebaja el pesimismo de los empresarios

Un 1 de julio atípico. Tiendas sin gente esperando su apertura, sin remolinos ni colas considerables. Un poco de más movimiento al habitual pero "sin tirar cohetes". El arranque de las rebajas de verano tuvo ayer un impacto diferente entre establecimientos tradicionales de Huelva y las grandes cadenas textiles, acaparadoras de la mayor atención de los consumidores. En los primeros, los empresarios no notaron la diferencia con los días previos; en las otras, las encargadas celebran el aumento de ventas y aguardan mejores cifras. Dos caras para uno de los periodos más esperados en el comercio, sacudido por la crisis y su claro efecto en el consumo doméstico.

El testimonio del empresariado tradicional en la jornada inaugural dista mucho del optimismo que proyecta la patronal. Aseguran que los tiempos han cambiado mucho, que ya no se hace necesario contratar a personal de refuerzo, que ni siquiera la afluencia de público a las tiendas invita a la esperanza. Lo cuentan con resignación, mientras se esmeran en poner en orden el género para la llegada de potenciales clientes.

"Los primeros días son para las grandes cadenas. Las chavalitas son las primeras en gastar estos días. Luego le toca a la gente más mayor, si puede. Porque en esta situación son muchos los que ayudan a sus hijos y recortan gastos que ahora consideran superfluos", explica Victoria junto al mostrador de su céntrico establecimiento.

Desde la patronal, el mensaje es distinto. Sin datos concretos del primer día de rebajas, las previsiones igualan las del pasado año: 15 millones de facturación en la provincia. Sólo se trata, asegura el secretario general de Ceca-Comercio Huelva, Fernando Pérez Lozano, de "ser pacientes". "Las circunstancias han cambiado y ya no estamos en momentos de colas en el primer día. Hay que saber esperar porque el consumidor va a llegar. Ha cambiado sus hábitos pero sabe que las rebajas es el momento propicio para consumir", explica el dirigente empresarial.

Pero hay quien no ve claras esas buenas perspectivas ni que se trate de tener paciencia. "Las previsiones son malas, y la realidad, peor aún", apuntaba ayer a este diario un veterano comerciante señalando a la puerta de su tienda, sin nuevos visitantes. "Esperamos unas ventas mucho menores a otros años", añadió.

Diferente era el análisis que se hacía ayer desde las grandes cadenas textiles. Por un lado, María José aseguraba que en la primera mañana de rebajas oficiales habían notado un aumento de público y ventas, "en torno al 30%". "Aunque hace ya varios días que adelantamos las rebajas, parece que la gente sigue fiel a las fechas tradicionales", apuntó.

También Nuria, en otra tienda, sonreía satisfecha con el arranque de la jornada: "Las previsiones que nos habían dado eran malas pero parece que va mucho mejor de lo que esperábamos. Más que gente, están funcionando bien las ventas", comentó.

La avalancha de otros años, en cambio, no se repite ahora. Lo dice otro veterano, Ricardo: "No hay bolsas en la calle". No como antes. Sobre todo, apunta, desde el otoño pasado. "Desde noviembre, con la subida del IVA y, después, con la retirada de la paga a los funcionarios, la bajada ha sido más acusada. Ya fue notable en Navidad y las rebajas de enero". Ahora, asegura, "este año será más bajo que otros, flojísimo. No hay dinero y la gente se marca otras necesidades".

Aunque lo peor, añade, es que el consumidor que sí puede permitirse gastar más, sale ahora más fuera de la provincia para hacer sus compras. "Es una tendencia que estamos detectando".

En otra cadena, Ana dice que la crisis la sufren todos y que las rebajas sólo alivian un poco las ventas. El paso de los días dirá qué previsiones son las buenas.