solidaridad

El lenguaje universal es el amor

  • El Consistorio recibe a 30 niños bielorrusos de la asociación Asnia que pasarán el verano en Huelva para combatir las secuelas de Chernóbil

"No hay que tener temor. Lo peor es el idioma, porque no nos entendemos. Pero simplemente lo único que hay que hacer es darles mucho cariño, que es lo que necesitan". Con estas palabras, Antonia Coronel explica cuál es el único requisito que hace falta para acoger a alguno de los niños bielorrusos que cada verano llegan a Huelva para participar en el programa de saneamiento organizado por la asociación Asnia. El amor es la única condición necesaria y a la vez, el único lenguaje universal.

En el Ayuntamiento, donde la edil de Políticas Sociales e Igualdad, Alicia Narciso, preparó en la mañana de ayer una recepción a los treinta pequeños que este verano forman parte de la iniciativa solidaria, Antonia explicó que hace diez años se animó a formar parte del acogimiento -que persigue combatir las secuelas de la catástrofe de Chernóbil- tras conocer que, tal y como le comentó un médico, "si los niños pasan 45 días fuera de su país ganan dos años más de vida".

Yo no tengo nada, en mi casa no hay lujos. Pero traer a Elena ha sido lo mejor de mi vida"

Así acogió a una niña que pasó nueve veranos con su familia en Bonares. La pequeña, que tenía que operarse tiroides, "se ha quedado limpia, la radioactividad ha ido a menos y al final no entrará en quirófano". Precisamente hace unos minutos acababa de hablar Antonia con ella. "Me ha contado que ha hecho un examen y que ha sacado un nueve. Dice que este verano le costará no venir, pero que si puede el próximo vendrá como turista, ya que tiene 18 años. Hablamos todos los días y así también conversa en su idioma con Bogdana, la niña de siete años que hemos acogido este verano y que viene por vez primera".

En este punto del relato, Antonia lanza una pregunta que responde con su propia mirada: "Si nosotros estamos dándoles vida, ¿cómo podemos decir que los niños nos dan más a nosotros?". El brillo en sus ojos deja patente que esto es más que posible. Es real como la vida misma.

Ilde Carrasco, también de Bonares, se estrena estos días como madre de acogida temporal de la niña más pequeña que ha llegado con la asociación. Teme el momento de la partida, pero decidió no pensárselo. Elena muestra su sonrisa enorme y se agarra a la mano de la bonariega mientras ésta narra cómo está resultando la experiencia: "Cada vez me alegraré más de lo que he hecho. Es lo mejor. Me quitaré de cuatro cosas, pero mientras pueda estaré con ella. Yo no tengo nada, soy viuda, tengo dos hijos y una nieta de seis años. Pero en la vida no todo es tener. Eso es falso, es mentira. Cuando alguien se ve como yo, sola, se da cuenta de que esto es lo mejor que ha hecho. En mi casa no hay nada de lujo, pero Elena es una más en el hogar".

Seredá Alejandra, bielorrusa de doce años, asegura que le encanta España. En esta ocasión pasará su verano en Huelva, pero ya disfrutó de otra estancia en Madrid y habla perfectamente español: "Mi mamá y mi papá muy buenos. Se llaman Raquel González y José Félix. Me gustan los regalos en España. Y los monumentos, como El Oso y el Madroño. Y me encantan las fiestas y las gambas". La pequeña pasará su estancia en Villanueva de los Castillejos. Sus padres adoptivos se han tenido que venir a vivir a Huelva, procedentes de León, para poder estar con ellas.

Tal y como explicó su presidente, Fernando Velo, Asnia trabaja para paliar las desastrosas consecuencias producidas por la radioactividad sobre la población bielorrusa y en particular, sobre los niños que padecen las secuelas del accidente acaecido en la Central Nuclear de Chernóbil en Ucrania en 1986. Para ello, los menores disfrutan de la estancia con sus familias onubenses, proporcionándoles una dieta sana, aire limpio y el sol de la tierra, tres componentes vitales para que los niveles de radioactividad de su organismo disminuyan, prolonguen su ciclo vital y refuercen sus defensas. Además, cada verano, los pequeños se someten a revisiones pediátricas y odontológicas, brindándoles la oportunidad de vivir en un entorno saludable.

Después de la catástrofe de Chernóbil en 1986, el número de pequeños que padecen enfermedades oncológicas ha crecido de forma espectacular en Bielorrusia, donde se detectan hasta 350 casos por año. La secretaria de Asnia, Nieves Sánchez, recordó que "harán falta 24 millones de años para olvidar una catástrofe de la que los especialistas aseguran que las peores consecuencias genéticas las sufrirán los hijos de los niños de Chernóbil, una nueva generación de bielorrusos, ucranianos y rusos que crecen recordándonos por qué es y será necesario seguir acogiéndolos".

Con cariñosas palabras hacia los menores, Narciso insistió en la necesidad de impulsar la Mesa Local de Cooperación Internacional para promover una ayuda organizada, profesional y con alto nivel de garantía y transparencia en la gestión, destinada al desarrollo de los países más necesitados. Se pretende -como explicó la concejala- "cubrir el vacío existente en el Ayuntamiento de Huelva en cuanto a cooperación al desarrollo", no sólo al recuperar la partida "eliminada en los presupuestos municipales por la anterior corporación" para contribuir al progreso humano, sostenible y equitativo de los países en vías de desarrollo, sino también para fomentar actitudes solidarias y llamar la atención de la ciudadanía sobre las realidades que sufren millones de personas en el mundo.

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