El legado vivo de Paco Girón

Casa paco girón | llamamiento de colaboración a la ciudadanía onubense

La Asociación Casa Paco Girón solicita apoyo social para poder acoger a más beneficiarios Con capacidad para acoger a 36 jóvenes, alberga a cuatro a día de hoy

1. Responsables y beneficiarios, en la entrada de la casa. 2. Mohamed muestra su dormitorio, del que él es responsable, junto a la presidenta.  3. El vicepresidente, Jesús González, prepara la merienda con Adrián.  4. Fachada del edificio, en la avenida Pablo Ruiz Picasso. 5. Vicente García ayuda a Djibril con la informática. 6. May Villarrubia atiende a  las explicaciones de uno de los beneficiarios.
1. Responsables y beneficiarios, en la entrada de la casa. 2. Mohamed muestra su dormitorio, del que él es responsable, junto a la presidenta. 3. El vicepresidente, Jesús González, prepara la merienda con Adrián. 4. Fachada del edificio, en la avenida Pablo Ruiz Picasso. 5. Vicente García ayuda a Djibril con la informática. 6. May Villarrubia atiende a las explicaciones de uno de los beneficiarios.
Mireia Humanes Huelva

18 de enero 2014 - 01:00

El sacerdote Francisco Girón Fernández demostró a lo largo de su paso por este mundo que el servicio a los demás era lo que aportaba un mayor sentido a la vida. Quienes lo conocieron lo siguen recordando como un hombre comprometido con los que le rodeaban, siempre dispuesto a prestar ayuda, apoyo, soporte, consuelo y sobre todo, iniciativa para alcanzar metas mayores. Hizo de su personalidad proactiva un ejemplo y la principal herencia que dejó en la Tierra cuando falleció el 15 de enero de 2009 -en estos días se ha cumplido el quinto aniversario de su muerte y se puede reanudar su proceso de beatificación- fue el convencimiento de que el sacrificio sincero, la "santidad sencilla", como él mismo la llama en su libro Mis amigos santos, es el germen de la felicidad y puede cambiar la historia, si no la de este planeta, sí que puede dar un giro inesperado a las pequeñas historias de muchas personas que sólo necesitan una oportunidad para encontrar su futuro.

Hace aproximadamente una década, un grupo de personas comprometidas con la ciudadanía onubense y sobre todo, con los más desfavorecidos de la sociedad, integradas en la Fundación Valdocco e inspiradas por el sacerdote, decidieron dotar a la ciudad de una casa de acogida para jóvenes con una vida difícil, carentes de los medios económicos y los apoyos familiares necesarios para poder convertirse en adultos autónomos e independientes. Nacía así la Casa Paco Girón, un proyecto alternativo y de tránsito para personas sin alojamiento, con carencias sociales, precariedad laboral y económica.

Tras diez largos años de lucha, el pasado 26 de septiembre abría sus puertas la casa en la avenida Pablo Ruiz Picasso de la capital, construida en los terrenos que cedió el Ayuntamiento y gracias a la colaboración de diversas instituciones públicas y privadas y de los ciudadanos de Huelva, que durante más de una década han participado en las muchas iniciativas llenas de imaginación puestas en marcha por los promotores del proyecto.

Un proyecto que sufrió algunos retrasos -la llegada de la crisis económica mortificó a sus impulsores a base de bien-, pero que desde hace algo más de tres meses acoge a sus primeros cuatro inquilinos: cuatro muchachos de diversas procedencias y con historias distintas que gracias al legado de Paco Girón miran al futuro con otros ojos.

Son muchachos con iniciativa y voluntad por aprender y trabajar. Uno de ellos, de hecho, se encuentra estos días fuera aprovechando una campaña agrícola. Los otros tres comparten el mantenimiento de la casa, organizados por turnos, y pasan los días centrados en su actividad particular: Adrián Pérez, procedente de los pisos tutelados por Valdocco, se centra en las tareas domésticas mientras estudia diversas posibilidades formativas y laborales. Traore Djibril, de 34 años y natural de Costa de Marfil, estudia gestión administrativa en el Instituto Sagrado Corazón de Jesús (Seminario) y acude al taller de informática de Valdocco, cuando no está hincando codos. Es sumamente estudioso y disciplinado y su historia es una lección de inmensa voluntad: cada madrugada recorría en bicicleta los más de 20 kilómetros que separan Huelva de Mazagón para acudir sin falta al instituto. Cruz Roja se percató de la situación y lo derivó a la casa.

Por su parte, Mohamed Ali, de 27 años y procedente de Marruecos, aparca coches en la barriada de Isla Chica y busca nuevas posibilidades laborales y cursos que le permitan formarse en las dos cosas que más le gustan: la cocina, donde sus compañeros comentan que es un as, y peluquería. En su Tánger natal solía cortar el pelo a sus amigos y familiares. "Vivía frente al puerto y veía los barcos marchar. Un día me escondí en un barco y llegué a Algeciras, y luego en un camión y alcancé la frontera con Portugal, hasta que me encontró la Policía y me trajo a Huelva. Yo ni siquiera sabía que Huelva existía. Fue muy duro", confiesa.

Todos ellos coinciden en la extraordinaria oportunidad que supone la Casa Paco Girón para poder salir adelante y esperan que pronto entren otras personas, "para poder aprender unas de otras", explica Mohamed. Pero para ello hacen falta recursos.

La Casa Paco Girón está gestionada por una asociación integrada por Concha Salas, presidenta; Jesús González, vicepresidente, Sonia Moreno, secretaria, y Ángel Gadea, tesorero. Tiene capacidad para 36 personas y sus instalaciones están listas, a falta de rematar algunos flecos. Aunque son sencillas, están dotadas con todo lo necesario para convivir con comodidad, estudiar y realizar actividades. Cuenta con 32 habitaciones distribuidas en dos plantas, de las que cuatro son dobles (pensadas para hermanos o padres e hijos), 24 simples y otras cuatro están adaptadas para personas con discapacidad. Además, cada planta tiene cocina, sala de estar y comedor (amuebladas gracias a la Fundación Atlantic Copper) y sala de estudio y taller con una decena de ordenadores cedidos por Cepsa.

En cuanto al personal, actualmente trabajan en ella el coordinador del centro, Vicente García Mendoza y dos becarios: May Villarrubia, trabajadora social, y José Carlos Muñoz, profesor, encargados todos ellos de dotar a los residentes de los recursos y habilidades sociales e intelectuales que les permitan, algún día, alcanzar su plena autonomía.

En estos momentos los responsables tienen sobre la mesa dos nuevas solicitudes y el objetivo para este año 2014 es completar toda la primera planta, es decir, acoger a 18 personas en total. Esto supondrá multiplicar unos recursos que ya de por sí les llegan con cuentagotas. "En este momento -explica la presidenta de la Asociación, Concha Salas de la Corte-, "contamos con una aportación anual de 9.000 euros del Puerto de Huelva y otra de 7.000 euros de la Fundación Atlantic Copper y estamos en conversaciones con las distintas administraciones públicas". "Estamos muy agradecidos, ya que sin su ayuda sería imposible sacar adelante el proyecto, pero necesitamos que la masa social responda", advierte la presidenta. "Debemos hacer un esfuerzo de difusión para que la gente de Huelva sienta el proyecto como suyo, para que se apropie de él", afirma. Y para ello, los interesados pueden acudir al centro y convertirse en voluntarios o contribuir económicamente aportando cualquier cantidad o apadrinando a uno de los beneficiarios.

Para este 2014 también se plantean rematar las 40 plazas de aparcamiento con las que cuenta el edificio y que podrían alquilarse para poder contar con más fondos, así como terminar el edificio anexo, que podría arrendarse como oficinas. El dinero que se recaudase, además de para ampliar el número de beneficiarios, serviría para poner en marcha actividades deportivas, educativas y para retomar el huerto ecológico, que fue expoliado hace unos meses y que, además de contribuir al desarrollo físico y emocional de los chavales, les aportaría parte de sus propios alimentos.

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