El juzgado de guardia recibe 150 atestados policiales a la semana

Los juicios leves se celebran los miércoles, una media de entre 10 y 15 por cada turno Se registran picos de violencia machista este mes, especialmente los fines de semana

El juzgado de guardia recibe 150 atestados policiales a la semana
El juzgado de guardia recibe 150 atestados policiales a la semana
Raquel Rendón Huelva

22 de agosto 2016 - 01:00

Cae a plomo el sol de agosto en Huelva. Las calles se quedan vacías y hay más sitio para aparcar. Medio Palacio de Justicia está de vacaciones, la otra mitad mantiene bien engrasada la maquinaria judicial. La rueda nunca para, aunque sí se desacelera la actividad ordinaria.

Los juzgados de Instrucción -hay cinco en el partido judicial onubense- son los que se turnan para asumir las labores de guardia. Durante los ocho días que se mantienen en este peculiar turno se convierten en el epicentro del flujo judicial del edificio de la Alameda Sundheim. Los funcionarios y el juez atienden las denuncias, a aquellos en libertad con cargos que tienen que firmar los días 1 y 15 del mes o cualquier incidencia que se produzca en la capital durante ese plazo, en horarios de 9:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00.

Esta semana, el titular del Instrucción 4, el magistrado Javier Pérez Minaya, pasa el testigo del turno a su compañero del Instrucción 5. Como cada miércoles de guardia saliente, él debe presidir los juicios rápidos por infracciones menores en la sala de vistas de la plantar tercera: "El último ha sido por el hurto de una caja de helados en una heladería de la Gran Vía; la condena ha sido de 90 euros, el valor de lo que robó", indica.

Si alguien pensaba que el partido judicial de Huelva es tranquilo en agosto, "se equivoca". Aljaraque, Beas, Gibraleón, la capital, San Bartolomé, Trigueros y San Juan lo conforman, pero también Punta Umbría, que concentra el grueso del trabajo estival de nueva entrada. "La localidad multiplica su población y, donde hay gente, hay delincuentes y suceden cosas", enfatiza Pérez Minaya.

En el turno ha despachado unas seis diligencias urgentes, aunque lo habitual es que sean "una media de diez, que suelen terminar en conformidades o en unos diez o 15 juicios por delitos leves". Los atestados policiales ascienden a una media de 150, "sobre todo por hurto, y eso que con la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal ya no nos remiten los casos de hurto en los que no hay autor conocido".

Si sucede un hecho grave o hay un fallecido, el juez se levanta de la cama y se encuentra en el punto donde esté el cadáver con el forense. Debe autorizar el levantamiento del cuerpo. No importa que sea un hecho violento o no, también acude a muchos "de turistas que fallecen en un hotel, por ejemplo, mientras están de vacaciones". Y uno no elige a la hora a la que se muere. Es "la parte más dura" de las guardias.

En verano, además de un repunte en los hurtos, se multiplican los casos de violencia machista. Pérez Minaya destaca que el hecho de que "las familias pasen más horas juntas por motivo de las vacaciones" agrava la situación. No obstante, observa que esta circunstancia "no es nada sorprendente, suele producirse en los periodos vacacionales", como un mantra maldito. El fin de semana la cosa se agrava "y siempre se produce un pico de violencia".

Se acuerda en ese instante de los abogados del turno de oficio, "que tampoco están de vacaciones y la verdad es que da gusto trabajar con gente tan bien dispuesta". También funciona el Registro Civil, que en días de estío tramita muchos expedientes de matrimonios civiles, por aquello de que la gente quiere aprovechar estas fechas de asueto para celebrar los enlaces. Y perviven la vigilancia de la Guardia Civil en la puerta del Palacio o las conducciones a la cárcel. Lo dicho, en agosto la Justicia no para.

En el juzgado saliente trabajan tres funcionarios. En silencio cuentan las horas que restan de jornada para irse a casa. La semana ha sido dura. A uno de ellos, Juan Cox, trabajar en agosto le parece "más tranquilo pero más difícil, porque tenemos menos carga de trabajo pero muchas menos posibilidades de localizar a los profesionales o a las víctimas".

El magistrado Pérez Minaya nos acompaña a la oficina judicial vecina, la del Juzgado de Instrucción 5. La actividad no es frenética, pero sí constante. Un goteo de personas llega a sus dependencias para denunciar los asuntos más variopintos. El titular del 5 acaba de dejar en libertad con cargos a un detenido. Pero es que además, como el magistrado del Juzgado de Violencia sobre la Mujer acaba de irse de vacaciones, asume su sustitución, por lo que debe bajar a la planta primera para atender cuatro asuntos, y luego hacer lo mismo en el Juzgado de Menores, ubicado en el Matadero.

Dentro del órgano de guardia, las funcionarias se turnan para atender al público bajo la dirección de la letrada de la Administración de Justicia (antes secretaria judicial). Son un auxilio, una tramitadora y una gestora. Esta última, Mari Carmen, nos dice que "aquí no hay número como en la carnicería o en Hacienda, aquí entra cualquiera y muchos sin educación". Como todo trabajo de cara al público tiene su lado delicado, pero "ten en cuenta que aquí el que viene es a poner una denuncia y está cabreado, a firmar porque está en libertad con cargos y también está cabreado...", lamenta.

El miércoles a media mañana ya habían registrado un robo con fuerza, un caso de violencia de género y tenían una requisitoria de Murcia de alguien que está en busca y captura. Jornada variopinta cuanto menos.

Bajamos a la planta segunda. En los pasillos reina el silencio. En las secciones penales de la Audiencia (Primera y Tercera) trabajan varios funcionarios. Sólo se oye teclear en el ordenador y un revuelo de papeles. Al fondo, la Fiscalía. Todo está bien ordenado y muy blanco. Nos atiende la teniente fiscal, Isidora Solís, que sustituye al fiscal jefe, Luis Fernández Arévalo, al frente del Ministerio Público en estos días. Se acaba de incorporar de vacaciones.

"Este verano han aprovechado para pintar las paredes". Es cuando menos se molesta. También nos muestra los dos despachos nuevos individuales que se han instalado en la segunda planta. Están los dos cerrados porque el fiscal Miguel Ángel Arias, uno de sus propietarios, está de guardia.

De los 27 fiscales que trabajan en la provincia de Huelva, el miércoles estaban activos unos nueve. Las guardias de Moguer son muy activas, porque le corresponde Mazagón. En La Palma, lo mismo, porque recibe las diligencias de Matalascañas, y "ya Ayamonte ni te cuento". En agosto, los asuntos penales, los urgentes y los juicios rápidos copan el grueso de la actividad.

El compañerismo reina en el corazón del Ministerio Público. "Al que está de vacaciones se le empiezan a acumular los papeles en la mesa, pero los compañeros suelen darle salida a muchos de ellos para que no la ocupen entera y se asuste una al volver", cuenta Solís. Ella hará lo mismo ahora con los que la ayudaron.

En el plano civil, el trabajo de juzgados y Fiscalía es elevado en lo que concierne a la custodia de los hijos, los retrasos en la entrega de los niños en parejas separadas o en el pago de la manutención.

En julio y agosto suele producirse otra circunstancia peculiar: se da un aumento de las peticiones de libertad de los reclusos en prisión preventiva. Fuentes judiciales indican a este periódico que "como se enteran por sus abogados de que el juez está de vacaciones, prueban suerte por si el magistrado sustituto sí se la concede". Son los gajes del verano en la Justicia.

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