José Luis Gómez vuelve a escena con una obra sobre la memoria histórica y la educación

El director y académico José Luis Gómez vuelve a la dirección escénica con Francisco Ferrer. ¡Viva la Escuela Moderna, una obra centrada en la figura del pedagogo y activista político Francisco Ferrer i Guardia, anarquista, condenado a la pena de muerte y fusilado en 1909. "Siempre he tenido puesta la mirada en la memoria, porque tenemos que conocer y aprender del pasado para que nunca se repitan los errores incurridos. El pasado forma parte de nuestro presente, nos ha forjado", ha dicho a EFE José Luis Gómez (Huelva, 1940).

El actor, director y fundador del teatro La Abadía, José Luis Gómez descubrió a Francisco Ferrer Guardia (Barcelona, 1859) en uno de sus viajes a Bruselas. "¿Quién era este español que tenía una estatua dedicada a su nombre enfrente de la Universidad Libre de Bruselas?", se preguntó Gómez quien a raíz de ese hallazgo su curiosidad le llevo hasta la obra del dramaturgo Jean-Claude Idée, de la que tira del hilo para este montaje que se estrenará este jueves en La Abadía (Madrid) y estará en escena hasta el 7 de diciembre.

Francisco Ferrer creó la Escuela Moderna, una institución que fue entendida por los poderes como algo peligroso "porque hacía que los niños y niñas fueran educados de forma laica, en la misma clase pobres y ricos, sin distinción de sexos, todas y todos enseñados desde la libertad y sin castigos", recuerda el actor y director. Buscaba formar personas libres, justas, alegres, capaces de tener un sentido crítico de la vida y que trabajaran por una sociedad mejor. "Sin embargo, fue fusilado tras una falsa acusación y un proceso judicial injusto que hasta nuestros días no ha sido revocado oficialmente".

Con un reparto compuesto por Ernesto Arias -que encarna a Ferrer-, Jesús Barranco, David Luque y Lidia Otón, este texto trae al presente a Ferrer, su figura y su pensamiento. "Un hombre íntegro, que nunca cejó en su empeño por defender su Escuela Moderna", dice Gómez que explica que "era humano y también cometió errores, por eso son muy importantes las miradas de las mujeres de su vida".

En esta pieza también se ve cómo los fanatismos privan de una sociedad más libre, afectuosa, justa. "En la obra, Ferrer dice que 'la educación debe proteger al niño de todo dogma y de toda idea preconcebida. Ayudarle a convertirse en una persona instruida, sincera, justa y libre, capaz de entender que no hay deber sin derecho, ni derecho sin deber'".

Ferrer i Guardia predicaba una educación sin dogmatismo y el respeto por el alumno, acompañándole en el proceso, sin presión, propiciando el desarrollo de su propia identidad. "Y es que, en nuestro tiempo, sin educación estamos perdidos", argumenta Gómez.

"La Escuela Moderna me parece modélica en este sentido", asegura Gómez que recuerda que el propio Ferrer puntualizaba: "(La Escuela Moderna) Excitará, desarrollará y dirigirá las aptitudes propias de cada alumno, a fin de que con la totalidad del propio valer individual, no sólo sea un miembro útil a la sociedad, sino que, como consecuencia, eleve proporcionalmente el valor de la colectividad".

En la escuela de Ferrer no se profesaba ser el mejor, "sino que cada día fueran mejores", concluye el director que siempre ha creído en "la palabra y en su poder en el mejor de los sentidos".