José Caballero cierra el círculo

Cultura

La llegada a la ciudad de Huelva de los fondos artísticos y personales del artista permitirá saldar una deuda que se remonta a la exposición fallida de 1932 promovida por el onubense

José Caballero mientras pinta los círculos de su cuadro 'Vestigios planetarios' (1968). Fotograma del documental 'José Caballero', de Gonzalo Menéndez Pidal (1970).
José Caballero mientras pinta los círculos de su cuadro 'Vestigios planetarios' (1968). Fotograma del documental 'José Caballero', de Gonzalo Menéndez Pidal (1970). / Fundación Caballero-Thomás de Carranza.
Jesús Chacón

Huelva, 04 de mayo 2025 - 03:00

El surrealismo sacude Huelva. Junio de 1932. El Ateneo Popular de la capital organiza una Semana de Arte Nuevo con una muestra que el diario La Provincia anuncia como “la primera exposición de arte moderno que se celebre en Huelva”. Seguramente era verdad, según se deduce del escándalo que supuso para la ciudad, que fue tal que acabó por provocar la clausura de la muestra a las pocas horas de inaugurarse.

La exposición fue urdida por un José Caballero de 19 años, aún estudiante de ingeniería en Madrid y que acababa de conocer a Federico García Lorca en el Café Pelayo de la capital unos meses antes. De hecho, a petición de Caballero, el granadino envió varios dibujos a la muestra fallida de Huelva (entre ellos, Asesinato en Nueva York o Muerte de Santa Rodegunda) junto a dibujos del mismo Pepe Caballero, como Verbena o Mujeres en la orilla, entre otros. También expusieron dibujos Carlos Fernández Valdemoro –que luego se convirtió en el exilio mexicano en el célebre crítico taurino Pepe Alameda–, Pepe de la Puente o el escultor cubano Pablo [Porras] Gener, que estudiaba entonces en Madrid.

A Lorca le pareció divertida la anécdota de aquella escandalera, como refleja una carta que en aquellos días le escribe al poeta Adriano del Valle, que vivía entonces en la capital onubense: “Parece que en Huelva hay «cierto jaleo». Es divertido”. Durante varias semanas, el conservador Diario de Huelva se cebó con los artistas, de los que un articulista bajo seudónimo llegó a decir que “sufren de daltonismo cerebral para hacer ver un arte que no existe más allá de su intelecto deforme”.

La polémica provoca una respuesta airada de los aludidos y el 5 de julio de 1932 firman en la portada de Diario de Huelva un artículo que, por su retórica y su mensaje, es un manifiesto surrealista en toda regla, con apelación a Andrè Breton incluida. Se trata, probablemente, de una de las pocas proclamas estrictamente surrealistas –si no la única– producidas en Andalucía durante las vanguardias artísticas anteriores a la guerra de 1936. Y merece la pena reproducir, al menos, una mínima parte para comprobar el tono:

Nosotros ya esperábamos la agresión realista, nosotros pediríamos las cabezas de los realistas pero son seres repugnantes y arbitrarios y nosotros no podemos molestarnos en pedir sus cabezas. [...]

Nosotros dispararíamos contra la masa que no salta indignada, contra el mundo que no se rebela en contra de los cinturones que lo oprimen, también gritaríamos con Breton –fuerte, muy fuerte– «Abajo esos que dan el pan maldito a los pajaritos» [...]

A José Caballero seguramente le divirtió todo esto, pero le debió doler también esta reacción de sus paisanos. Como cierre de la polémica, firmó un sentido artículo en este mismo diario onubense cuyas palabras resuenan hoy como premonitorias, ahora que hemos conocido que felizmente la Junta de Andalucía ha llegado a un acuerdo institucional con la Fundación Caballero-Thomás de Carranza para que su obra ponga rumbo a Huelva como destino definitivo.

José Caballero fotografiado en la azotea de su casa de Huelva junto a Adriano del Valle en 1934 mientras pintaba el retrato de éste en 1934.
José Caballero fotografiado en la azotea de su casa de Huelva junto a Adriano del Valle en 1934 mientras pintaba el retrato de éste en 1934. / Fundación Caballero-Thomás de Carranza.

Por eso merece la pena detenerse en estos párrafos. Pero también porque ahí, en aquel José Caballero de 19 años que, sin embargo, habla con inusitada madurez, está ya el artista que luego iba a ser el autor de una de las obras más singulares de la pintura española del siglo XX.

Yo olvido lo que hice ayer para mañana hacer otra cosa. Opino que el artista que llega a una meta ha dejado de ser artista, por eso detesto a esa clase de pintores que limitan la imaginación. [...] Aquí en Madrid esta exposición nuestra no hubiese sido nada extraordinario, y nosotros, olvidándonos de todo, hemos querido hacerla en Huelva, sin darnos cuenta de la distancia que nos separa. [...] 

Debo a Huelva todo lo que soy y lo que pueda ser, siempre sabré agradecérselo. Y si en mí hay puestas unas esperanzas, yo haré por que esas esperanzas no se pierdan. 

[...] Cuando el público [de Huelva] me conceda otra vez lo que ahora me rechaza, estará mi espíritu alegre de nuevo.

Poco después de todo esto llegó la guerra, el asesinato de Lorca (con quien había quedado en verse en Granada aquel maldito verano de 1936), el aislamiento, el señalamiento, el peaje de la colaboración artística con la España sublevada para salvar la vida gracias a algún amigo arriesgado; la salida de su ciudad natal con lo puesto llevando consigo a su familia; empezar de cero…

Ahora todo parece indicar que la obra de Caballero va a venir a Huelva para quedarse, y esto es una magnífica noticia cultural para la ciudad y para Andalucía. Como en los cuadros obsesivos e inquietantes de su etapa matérica de los años 60 y 70, Pepe Caballero termina de cerrar el círculo que lo trae de vuelta a casa. Entonces, como él mismo vaticinaba, estará su espíritu alegre de nuevo.

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