Huelva de ayer a hoy

Los jardines de la Casa Colón son un refugio en la ciudad

  • El salón comedor es el único pabellón que no se conserva de la Casa Colón y, sin embargo, era el más artístico de todo el conjunto, dejó paso en 1992 al Palacio de Congresos

La gran idea que tuvo Guillermo Sundheim de poner en marcha el hotel Colón fue toda una suerte para la ciudad de Huelva, que no disponía de unas instalaciones de estas características. No funcionó el proyecto de hotel y pasó a ser la Casa Colón de los ingleses de la Rio Tinto Company Limited.

Aún cuando para algunos, como el gran viajero y escritor Amador de los Ríos no le gustara en su conjunto aquellos edificios, lo cierto es que sí sorprendió a la Huelva del siglo XIX, lo mismo que ocurre en la actualidad.

Lo penoso es que lo que más destacó en su visita es lo que hoy no se conserva. Se trata del gran salón comedor del hotel, donde se celebraron los actos del IV Centenario del Descubrimiento de América, con la presencia de su majestad la reina. Paradojas que le toca vivir a esta ciudad y es que cien años después, la restauración de la Casa Colón para los actos del V Centenario acabaría con el edificio para construir el Palacio de Congresos. Una pena.

Dejemos al propio Amador de los Ríos que visitó el hotel en 1891 quien lo cuente gracias a su libro Huelva. Al visitante le adelantaba que le seduciría por su lujo y su grandeza el comedor, que califica de agradable, “pues tiene no menos de cuarenta metros de longitud por doce de anchura y ocho de alto, con doscientas luces de gas, rico mueblaje de roble viejo, procedente de la casa Bembé en Maguncia, sillería de junco de Hamburgo, y porcelana moderna de Sajonia.

En cuanto al decorado, buscaba imitar el estilo del Renacimiento; y aludiendo a Colón y a su primer viaje, así en las dos grandes y notables chimeneas alemanas de barro cocido con esmaltes, como en los medallones circulares que decoran el encuentro de las fajas de la techumbre, figuraban varios episodios del Descubrimiento de América y las tres carabelas.

Una gran tribuna para orquesta, y otros muchos detalles que daban “regia apariencia a aquel hermoso salón, contribuye a su embellecimiento, siendo con verdad notable, y acreditando la suntuosidad del dueño del referido establecimiento, que es en la población por esto mismo lo más grandioso, como es lo que con mayor orgullo mencionan los onubenses”.

Lo destacaba antes y ahora continúa siendo un hermoso jardín. El hotel en sí estaba rodeada por un “frondosísimo y deleitable parque, poblado de árboles”. Aquí destacaba el hermoso jardín central a la iglesia, con su elegante fuente de mármol.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios